"La necesidad tiene cara de hereje"
La información sobre la fiesta de cumpleaños que hace dos domingos el empresario Andrés von Buch realizó en el Teatro San Martín, que implicó la paralización de tres de las cuatro salas del teatro, tuvo un amplio eco en la Legislatura porteña, pues cosechó pedidos de informes y declaraciones contrarias a que un teatro público suspenda su actividad para realizar este tipo de eventos.
Ayer por la mañana, la Asociación Argentina de Actores realizó un acto en la puerta del San Martín para hacer público el rechazo a la postura adoptada por las autoridades del Complejo Teatral y el gobierno, que aceptaron levantar dos obras teatrales y toda la programación de la sala Leopoldo Lugones a cambio de 80.000 dólares, cifra oficial, que serán destinados a equipamiento.
Las críticas pusieron en el ojo del huracán a Kive Staiff, todavía director general de la sala; al ministro de Cultura Hernán Lombardi y al mismo jefe de gobierno, Mauricio Macri. Desde que el miércoles LA NACION publicó la noticia, hubo silencio en las altas esferas. Ayer por la tarde, Lombardi intentó apaciguar los ánimos: "Yo no tenía el detalle fino de que se habían levantando dos funciones de teatro, y eso es algo para analizar. Pero, en términos generales, respaldo lo que hizo Staiff porque es una práctica habitual en todas las salas públicas del mundo. Lo que nada tiene que ver en este asunto es la idea de la mercantilización de la cultura".
El festejo fue impulsado por la Fundación Amigos del Teatro San Martín, que preside Eva Thesleff de Soldati. Hasta este polémico caso, la Fundación organiza eventos especiales, como hará el próximo martes, que no afectan a la programación habitual. Su accionar tiene como objetivo acrecentar las arcas del teatro, que, según aclara Lombardi para despejar nubarrones y versiones encontradas, "la programación actual está íntegramente financiada".
Pero, aun desde dentro del San Martín, las voces no coinciden con sus dichos. De hecho, Ana María Monti, jefa de prensa del Complejo, confesó: "Toda esta experiencia [de la fiesta] fue horrible, pero antes de que por la falta de presupuesto el teatro se nos venga abajo, no tuvimos más que aceptar. Staiff fue el primer indignado". El mismo Kive Staiff, en diálogo radial, fue más escueto. Apelando a un dicho popular, señaló: "La necesidad tiene cara de hereje".
Fuente: La Nación