UN TEXTO INEDITO DE SU ADMIRADO ALBERTO URE
Cuando todo se derrumba alrededor
El padre se "enamora" de la hija, o de la supuesta hija. Justo en el momento en que los sueños de juventud compartidos con la madre comienzan a transformarse en pesadilla aburrida y cada uno comienza a darse cuenta del juego del otro.
Por Julio Cejas
El director Rody Bertol acaba de estrenar uno de los trabajos de mayor solidez dentro de su carrera teatral al frente del Centro Experimental Rosario Imagina que celebra sus veinte años de permanencia, otro logro que no es menos meritorio en una ciudad donde el teatro pareciera reinventarse a cada instante. Y que mejor regalo para el propio Bertol que la idea concretada de poder estrenar un texto inédito de su maestro Alberto Ure, una de las figuras de renombre del teatro argentino, un creativo siempre polémico, implacable a la hora de defender la ética de una profesión bastante bastardeada.
Llega de esta manera a Rosario, "La familia argentina", una obra que pone de manifiesto la mirada corrosiva del autor no sólo acerca del tema al que alude el título, sino al contexto en el que se derrumba una familia que pertenece a un sector bastante diferenciado de este país.
Hay mucho del universo personal del autor, una disección mordaz de una clase media de profesionales que intentó acomodarse frente a los vaivenes de un país que siempre la tuvo al borde del colapso tanto económico como íntimo.
Una arquitecta divorciada con una hija y un psicoanalista pusieron en escena durante 15 años el simulacro de una familia "bien constituida" hasta que la escenografía comienza a descascararse y el escenario deviene en escandaloso desenlace. El padre se "enamora" de la hija, o de la supuesta hija, justo en el momento en que los sueños de juventud compartidos con la madre comienzan a transformarse en pesadilla aburrida y cada uno comienza a darse cuenta del juego del otro.
Un comienzo digno de un pasaje operístico, en un asordinado diálogo entre dos seres que alguna vez fueron una pareja y constituyeron un hogar de clase media regidos por un supuesto orden que se viene a derrumbar en medio de una discusión que trata de imponerse por encima de la música que domina el espacio.
El detonante de la situación aguarda su entrada para completar la escena de un descenso a los infiernos de un acuerdo familiar que se rompe para instalar un nuevo acuerdo, otra familia, nacida de una nueva unión, "incestuosa" entre padre e hija.
Hay una constante en el texto de Ure que es el tema del discurso que sostiene a cada uno de los personajes, la palabra como entramado de un juego de poderes que se ponen a prueba a partir del desgaste de una relación fundada precisamente en la credibilidad de lo que esas palabras iban construyendo.
Otra vez el controvertido tema de la paternidad de la que Ure diera cuenta en una de sus más recordadas puestas, cuando versionó en 1987, aquella impactante versión de "El Padre", de August Strindberg. Pero lo siniestro aquí adquiere pasos de una comedia hilarante y eso es lo que potencia el patetismo de estos seres con los cuales el espectador se identifica por la familiaridad de las situaciones y el desenmascaramiento de roles que ya no cumplen su cometido original.
El manejo de la ironía y por momentos la franca agresión hacia el otro, se apoderan de la escena tiñéndola de una violencia propia de una tensión contenida que es el típico dique de contención que cada familia administra a su manera para perpetuarse sin destruirse.
Aquí no ocurre lo que sucede en otros sectores sociales que no dependen de esos diques "culturales" y llevan hasta sus últimas consecuencias las tragedias a las que los noticieros nos tienen acostumbrados.
Aquí la tragedia está velada por el lenguaje, por algo Laura le reprocha a Carlos que es el inventor de teorías que siempre acuden para sostener su accionar: ¡"Basta de manejar la vida de los demás con tus palabras"!. Y esto se transforma en una fuerte acusación a cierta intelectualidad que utiliza el poder del discurso para manipular las relaciones personales y las de su entorno.
Y entonces aparecerá Gabriela, la hija, que reclama un espacio de libertad y que fundamenta su decisión frente a una madre competitiva y un padre que la seduce y con la que se propondrá más que establecer una nueva familia, huir de un entorno agobiante.
Dentro del marco de la acostumbrada propuesta escénica de Bertol , donde el dispositivo lumínico, el manejo del espacio y la ambientación musical se afirman como sus herramientas probadamente eficaces para contar cualquier historia, en este nuevo trabajo, el equipo actoral es la clave para el disfrute del espectador.
Allí la experiencia del director y la colaboración decisiva de la actriz y directora Liliana Gioia en la dirección de actores, sostienen la tarea titánica de tres auténticos gladiadores de la escena como
María del Carmen Sojo, Cristián Marchesi y Julia Tarditti. Marchesi vuelve a ratificar después de tantos años de ausencia en su rol de actor, la capacidad histriónica y la administración de una energía que por momentos se apodera del espacio y lo transforma, a partir de un atormentado personaje.
Sojo construye en la otra arista de este auténtico ring familiar, una mujer que lucha por contenerse y alcanza picos de intenso dramatismo que corren en dos direcciones que adoptan diferentes registros cuando se enfrenta con Carlos o con Gabriela.
Y finalmente el feliz hallazgo de una nueva y joven actriz como Julia Tarditti, dueña de una intensidad escénica que se reparte entre la iracundia, la sensualidad y la ternura de una hija que pretende que la consideren ya como una mujer.
"La Familia argentina", puede verse todos los sábados a las 22 en el Teatro de la Manzana de San Juan 1950, y conviene sacar las entradas por adelantado porque la capacidad de la sala es mínima, debido a los requerimientos de la puesta.
Fuente: Página 12
Cuando todo se derrumba alrededor
El padre se "enamora" de la hija, o de la supuesta hija. Justo en el momento en que los sueños de juventud compartidos con la madre comienzan a transformarse en pesadilla aburrida y cada uno comienza a darse cuenta del juego del otro.
Por Julio Cejas
El director Rody Bertol acaba de estrenar uno de los trabajos de mayor solidez dentro de su carrera teatral al frente del Centro Experimental Rosario Imagina que celebra sus veinte años de permanencia, otro logro que no es menos meritorio en una ciudad donde el teatro pareciera reinventarse a cada instante. Y que mejor regalo para el propio Bertol que la idea concretada de poder estrenar un texto inédito de su maestro Alberto Ure, una de las figuras de renombre del teatro argentino, un creativo siempre polémico, implacable a la hora de defender la ética de una profesión bastante bastardeada.
Llega de esta manera a Rosario, "La familia argentina", una obra que pone de manifiesto la mirada corrosiva del autor no sólo acerca del tema al que alude el título, sino al contexto en el que se derrumba una familia que pertenece a un sector bastante diferenciado de este país.
Hay mucho del universo personal del autor, una disección mordaz de una clase media de profesionales que intentó acomodarse frente a los vaivenes de un país que siempre la tuvo al borde del colapso tanto económico como íntimo.
Una arquitecta divorciada con una hija y un psicoanalista pusieron en escena durante 15 años el simulacro de una familia "bien constituida" hasta que la escenografía comienza a descascararse y el escenario deviene en escandaloso desenlace. El padre se "enamora" de la hija, o de la supuesta hija, justo en el momento en que los sueños de juventud compartidos con la madre comienzan a transformarse en pesadilla aburrida y cada uno comienza a darse cuenta del juego del otro.
Un comienzo digno de un pasaje operístico, en un asordinado diálogo entre dos seres que alguna vez fueron una pareja y constituyeron un hogar de clase media regidos por un supuesto orden que se viene a derrumbar en medio de una discusión que trata de imponerse por encima de la música que domina el espacio.
El detonante de la situación aguarda su entrada para completar la escena de un descenso a los infiernos de un acuerdo familiar que se rompe para instalar un nuevo acuerdo, otra familia, nacida de una nueva unión, "incestuosa" entre padre e hija.
Hay una constante en el texto de Ure que es el tema del discurso que sostiene a cada uno de los personajes, la palabra como entramado de un juego de poderes que se ponen a prueba a partir del desgaste de una relación fundada precisamente en la credibilidad de lo que esas palabras iban construyendo.
Otra vez el controvertido tema de la paternidad de la que Ure diera cuenta en una de sus más recordadas puestas, cuando versionó en 1987, aquella impactante versión de "El Padre", de August Strindberg. Pero lo siniestro aquí adquiere pasos de una comedia hilarante y eso es lo que potencia el patetismo de estos seres con los cuales el espectador se identifica por la familiaridad de las situaciones y el desenmascaramiento de roles que ya no cumplen su cometido original.
El manejo de la ironía y por momentos la franca agresión hacia el otro, se apoderan de la escena tiñéndola de una violencia propia de una tensión contenida que es el típico dique de contención que cada familia administra a su manera para perpetuarse sin destruirse.
Aquí no ocurre lo que sucede en otros sectores sociales que no dependen de esos diques "culturales" y llevan hasta sus últimas consecuencias las tragedias a las que los noticieros nos tienen acostumbrados.
Aquí la tragedia está velada por el lenguaje, por algo Laura le reprocha a Carlos que es el inventor de teorías que siempre acuden para sostener su accionar: ¡"Basta de manejar la vida de los demás con tus palabras"!. Y esto se transforma en una fuerte acusación a cierta intelectualidad que utiliza el poder del discurso para manipular las relaciones personales y las de su entorno.
Y entonces aparecerá Gabriela, la hija, que reclama un espacio de libertad y que fundamenta su decisión frente a una madre competitiva y un padre que la seduce y con la que se propondrá más que establecer una nueva familia, huir de un entorno agobiante.
Dentro del marco de la acostumbrada propuesta escénica de Bertol , donde el dispositivo lumínico, el manejo del espacio y la ambientación musical se afirman como sus herramientas probadamente eficaces para contar cualquier historia, en este nuevo trabajo, el equipo actoral es la clave para el disfrute del espectador.
Allí la experiencia del director y la colaboración decisiva de la actriz y directora Liliana Gioia en la dirección de actores, sostienen la tarea titánica de tres auténticos gladiadores de la escena como
María del Carmen Sojo, Cristián Marchesi y Julia Tarditti. Marchesi vuelve a ratificar después de tantos años de ausencia en su rol de actor, la capacidad histriónica y la administración de una energía que por momentos se apodera del espacio y lo transforma, a partir de un atormentado personaje.
Sojo construye en la otra arista de este auténtico ring familiar, una mujer que lucha por contenerse y alcanza picos de intenso dramatismo que corren en dos direcciones que adoptan diferentes registros cuando se enfrenta con Carlos o con Gabriela.
Y finalmente el feliz hallazgo de una nueva y joven actriz como Julia Tarditti, dueña de una intensidad escénica que se reparte entre la iracundia, la sensualidad y la ternura de una hija que pretende que la consideren ya como una mujer.
"La Familia argentina", puede verse todos los sábados a las 22 en el Teatro de la Manzana de San Juan 1950, y conviene sacar las entradas por adelantado porque la capacidad de la sala es mínima, debido a los requerimientos de la puesta.
Fuente: Página 12