Ahora es Juana Azurduy Pero también fue Evita y Zulema Yoma. Una actriz a la que le interesa que los trabajos tengan mística.
Por: Camilo Sánchez
Fui Evita, ahora soy Juana Azurduy, pero también me tocó hacer de Zulema Yoma. Todas coinciden en su pigmento de piel y de clase. No tanto Zulema -no lo digo por lo ideológico, sino porque jugó de acompañante de-, pero Evita y Juana fueron mujeres con vocación de liderazgo, con capacidad de llevar adelante sus convicciones con ese carisma necesario para convencer a otros.
A mí me gusta trabajar con mujeres. Es un espacio de mucho disfrute y diversión. Hay competencia, pero otras cosas también: hay complicidad, confianza, proximidad física. Entre mujeres muy rápido, por eso de la intuición, sabemos con quién estamos.
Caperucita fue uno de esos fracasos comerciales que honran un espectáculo.
El teatro requiere de un gran temple. Siempre: con sala llena o con sala vacía. Cuando comienza la obra, cuando te tiran a los leones, aunque el Coliseo esté lleno o medio vacío, los leones están ahí. Si hay gente y te arengan, puede que te den más ánimo. Pero cuando son pocos, el compromiso a veces es todavía mayor: uno quiere que esa gente se lleve algo.
Miguelito Fernández Alonso, el ajillo de las Gambas, siempre decía que el secreto del oficio es agregar, pero también soltar las gracias muy repetidas y frecuentadas.
El teatro es el cuerpo expuesto, tirado ahí, a la parrilla. O tal vez estoy medio tomada por lo que me pasa en escena con Juana: un cuerpo lanzado a las convicciones. Es que es un viaje. Un viajazo. Santa Juana de América es un compacto de la vida de Juana: va desde los 17 hasta los 83. Hay que tener coraje para agarrar un sable y salir, a la madrugada, durante años, a matar o morir.
La generación de los ochenta recupera una posta de otras generaciones: el tango, Niní Marshall, Los Cinco Grandes del Buen Humor.
En cine, hicimos con Urdapilleta, Goity y Tortonese, una película de Spiner, Adiós, querida luna. Fue hecha en el 2001: era la historia de tres astronautas que los argentinos los habían dejado arriba, boyando en el cielo. Salíamos de grabar en diciembre y cruzábamos avenidas con fuego en las esquinas, gomas que se incendiaban, no había desayuno en el estudio, porque teníamos que sacar 250 pesos por semana por el corralito.
El trabajo como trabajo no me alcanza. Soy una ambiciosa: quiero vivir algo interesante cada día. Quiero pasarla bien y tengo mis exigencias para pasarla bien.
En octubre filmé "Pájaros volando", de Néstor Montalbano, guión de Damián Dreizik, con Diego Capusotto, Pipo Luque, Vero Llinás, Vanesa Weinberg. Paramos en un hotel de Los Cocos todo el equipo de filmación. Lo bien que la pasamos. Era un viaje de egresados.
Me interesan los trabajos que tengan una mística. Si no hay mística para trabajar, me la invento: es el fuego sagrado para mí.
Alguien que vuelve a mi memoria muchas veces es Jorge Mayor. Era un bronce, pero de esos que no fraguan: un bronce líquido. Con él hice Una visita inoportuna, de Copi, en el San Martín. Mi primera obra en el teatro oficial, con todos los prejuicios que yo podía tener. El encuentro personal fue tan extraordinario: con él aprendí lo que, ahora para mí, significa no envejecer.
El teatro es intimidad. Cuando uno empieza a ensayar, está lleno de miedos, hace papelones delante de todo el mundo. Es como estar con el culo al aire delante de desconocidos. Y hay que bancarse. Es de una gran intimidad. Ahora, si no querés estar culo al aire y te quedás en zunga, tu actuación será un poquito con zunga también.
Soy agnóstica y atea, con los peores adjetivos ligados a la herejía, pero con espíritu religioso. Tengo función y me cuido como un monje tibetano.
¿Quién es?
Está protagonizando Santa Juana de América en el Regio. Fue socia fundadora e integrante del grupo Gambas al ajillo. En teatro, participó en Una visita inoportuna, Eva Perón, Confesiones de mujeres de 30 (premio Estrella de Mar a la mejor actriz de 2000), Monólogos de la vagina, El Método Grönholm, entre otras. En televisión participó en Desde adentro, Cha-Cha-Cha, Sin condena, Señoras y señores (Martín Fierro a mejor actriz protagónica de comedia), Tiempo final y Resistiré. En cine, trabajó en Besos en la frente, Yepeto, Samy y yo, Adiós, querida luna, entre otras.