. . .

Envidio profundamente a esa gente que siempre sabe qué hacer. Yo soy insegura por naturaleza, hoy me llevó una hora salir de casa. Me levanté, llamé sin saber para qué, hablé sin saber qué decir, me volví a acostar, di unas cuantas vueltas, me volví a levantar, hablé con mi madre, decidí volver a la cama, llegué hasta allí, me senté y me volví a levantar para irme. Volví a llamar y esperé casi que decidiera por mí: una breve conversación con un "no hace falta" y un "pero cómo vas a venir ahora" que dejaban entrever un "por favor, vente" (o eso me pareció a mí). Salí de casa sin saber muy bien qué iba a hacer. Llegué, y subí y ahí estuve, y seguí sin saber qué hacer. Pensando que seguramente cualquier otro habría sabido manejar la situación mejor que yo. Intentando contar cómo lo viví yo, explicando mi consuelo, resaltando aquello que a mí me costó tiempo valorar, se parece tanto la situación que es lo único que podía hacer y aun así no me salían fluidas las palabras.
La vida, de vez en cuando, es una puta mierda.