Ecos de ayer y Jairo

Quizás no lo apreciéis bien, pero la imagen es ya para rizar el rizo: las operadoras han utilizado la base de la torre de alta tensión para poner sus antenas. Parece que los mayores productores de radiaciones no ionizantes se llevan bien...

Y a lo que íbamos. La noticia que publicábamos ayer, sigue teniendo su eco. Por un lado, las abejas siguen zumbando y dando que hablar (fuente: 2ominutos): parece que los especialistas piden más datos antes de pronunciarse. Por otro lado, un nuevo edificio en Barcelona viene a sumarse a los otros tres enfermos que comentábamos: la torre Agbar (fuente: 2ominutos). Y parece que no será el último. Aunque, si alguna vez lo dicen, la última causa de dicha enfermedad serán los Campos Electromagnéticos (CEM).

Y lo que sí nos deja helados son las declaraciones de la madre de Jairo, el niño que murió de cáncer tras haber estado sometido a un Campo Magnético superior a las 0,4 microteslas aconsejables (Ahlbom et al): además de estar catalogadas como posibles agentes cancerígenos del grupo 2B por la Agencia Internacional de Investigación contra el Cáncer.

"Datos oficiales: hay unos 800 nuevos casos de cancer infantil anual y que se está incrementando a razón de 1% anual, pero en la Fe de Valencia en el 2005 hubo 90 nuevas citas: un número de esos era mi hijo. En 2006, en el mismo lugar, hubo 146 nuevas citas: un número de esos era una compañera del colegio de mi hijo. 56 niños en un solo hospital de España. A alguien le fallan las matemáticas. Me dicen que no dan las cifras reales para no alarmar a la poblacion, que prefieren ENTERRARLOS.

Luego, lo primero que nos dicen, es que se salvan un 70% de los niños oncológicos. Eso a quién se lo quieren hacer creer: a los padres, que hemos tenido la desgracia de convivir en oncología infantil, NO. Yo he vivido allí 1 año y, DE TODOS LOS QUE CONOCÍ VIVOS, SÓLO ME QUEDAN 2 VIVOS. Y ME DA MIEDO LLAMAR Y PREGUNTAR CÓMO ESTÁN, POR SI ME DICEN QUE YA NO ESTÁN
."

Quizás sea la excepción, pero es la realidad de una madre que lo ha vivido en primera persona y a la que el Conseller de Sanidad de la Generalitat Valenciana debería al menos escuchar por dignidad humana.