Sin estar aún recuperados del intenso fin de semana, hoy con las impresiones que nos ha dejado el Barcelona Beer Festival 2013. A diferencia de anteriores escapadas y festivales, esta vez no os voy a contar todas las batallitas de lo que hicimos y bebimos a lo largo de un fin de semana repleto de anécdotas y buenos momentos entre Barcelona y Mataró. En su lugar voy a publicar solamente un par de posts: un primero con las conclusiones que saco del festival, con lo bueno y lo menos bueno y lo que en mi opinión podría mejorarse; y en unos días la segunda parte dedicado en exclusiva a aquellas elaboraciones que nos llamaron la atención en el vaso.
Vamos pues con el compendio de sensaciones.
Lo mejor.
- Organización receptiva. Todos los festivales, y más tras su primera edición, suelen tener bastantes carencias y puntos por mejorar, pero en el caso que nos ocupa, el BBF, se nota que la organización no hizo caso omiso a las críticas recibidas el año pasado. Aún habiendo cosas que siguen siendo mejorables lo cierto es que algunos de los temas más criticados durante el año pasado tuvieron su respuesta en esta segunda edición: un mayo aforo, el sistema de limpiar los vasos, el panel con las cervezas pinchadas actualizado en todo momento…
- Emplazamiento. La elección de la Cúpula de las Arenas fue todo un éxito. Con todos los que hablamos durante el fin de semana coincidimos sin excepción en que la elección fue muy acertada. No será tan romántico como el Convent del año pasado, pero los buenos accesos y numerosos servicios de los alrededores, muchos metros cuadrados para no estar tan apretados, iluminación natural sin que el sol de justicia hiciera estragos, hasta unas excelentes panorámicas desde la pasarela exterior… merecen que le demos un 10.
- Pizarras con los barriles pinchados. El sistema para avisar de lo que había en los tiradores fue objeto de muchas críticas el año pasado, así que este año se optó por una idea original al tiempo que muy resultona: unas pizarras bien visibles con 2 personas haciendo sonar una campana con cada cambio e indicando el barril nuevo. Además, el griterío generado en cada cambio de barril, como si de hordas de orcos se tratara, aportó un buen ambiente al festival. Lo único que quizás podría cambiarse es esa reja de seguridad que impedía leer mejor las cervezas, así cómo también las tizas, que las pobres el domingo por la tarde vieron flaquear sus fuerzas.
- La seguridad y control del aforo. Hasta en los momentos de máxima asistencia, no tuve la sensación de saturación ni descontrol. En ello tuvo mucho que ver el tamaño de la cúpula pero también el atento servicio de seguridad. Seguramente en este punto no estarán tan de acuerdo aquellos que salieron del recinto por cualquier razón y al querer volver se encontraron con alguna de las colas que se formaron durante las tardes. También destacable en lo positivo fue que ante las roturas de vasos la organización respondía muy rápidamente.
- Estilos presentes. Independientemente de los gustos de cada cual, lo cierto es que pudimos disfrutar de una gran variedad de estilos que frecuentemente gozan de poca presencia en ferias de aquí cómo son las lámbicas, las Alt o las Kölsch, interesantes elaboraciones envejecidas en barricas y algunas curiosidades y experimentos. El único pero es que no se vieran más checas o inglesas de perfil más clásico en lugar de elaboraciones de nueva ola. Como muestra, de 8 checas, ninguna clásica: una APA, dos IPA, una Imperial IPA, una Imperial Pils, una Porter, una lager con café y una weiss con banana.
- Mucha gente interesante con la que hablar. Aunque un aforo tan grande hace difícil encontrar a ciertas personas con las que te gustaría hablar, cosa que si es posible con los clásicos stands de otras ferias, lo cierto es que no había estado en ningún festival de aquí que congregara a tanta gente con tantas cosas interesantes que compartir.
- Coleccionismo. Puede que este no sea el mejor festival para los coleccionistas. Mejor dicho, puede no, seguro. Pero con respecto al año pasado es de agradecer que al menos se vendiera un pack con 4 cervezas así como 4 posavasos personalizados del festival. Lo negativo es que quizás 14€ por un pack de 4 cervezas sea excesivamente caro, y si el precio responde a la caja de madera que las contenía, yo hubiera renunciado a ella sin dudarlo.
- La posibilidad de probar medias cervezas a la mitad de fichas. Así la cartera no se veía tan resentida con las cervezas de 4 fichas y podías probar más referencias. Muy buen detalle aunque las matemáticas no salían con las de 3 fichas… ¿1 ficha y media?
- Actividades paralelas. No asistimos a ninguna de las interesantes charlas o actividades (quitando el encuentro de bloggers) y por lo tanto no puedo opinar sobre su contenido, pero lo que nos comentaron algunos compañeros es que en general merecieron la pena. Lo que no se es si habría la posibilidad de hacer algunas charlas de los cerveceros de forma gratuita ya que en otros festivales hay actividades por el estilo y no te cobran por ello.
- Bloggers. Aunque este es un tema que solo nos incumbe a unos pocos asistentes, la organización tuvo en cuenta a los bloggers, entre otras razones con un detalle tan sencillo como darnos acreditación y lo que ello implicaba. Como bien dice el refrán, es de bien nacidos ser agradecidos y por ello felicito a la organización una vez más por este detalle.
Mejorable.
- Ausencia de zonas para sentarse. Quizás parezca irrelevante para quienes estuvieron poco tiempo, pero los que estuvimos horas y horas de pie durante los tres días terminamos realmente deshechos. Ya lo hablé con uno de los organizadores y nos contó que esto respondía a que el aforo se hubiera visto reducido mucho de poner sillas pero creo que no se puede dejar un tema como este de lado. Ya sea en la zona de mesas (que también había muy pocas) o en cualquier punto de la periferia de la cúpula, perfectamente podrían haberlas tenido. Si no existe posibilidad de hacerse por el tema del aforo creo que se debería plantear la elección de otro lugar aún más grande que Las Arenas.
- Comida. La oferta gastronómica no estaba dejada al azar, con algunos productos interesantes como los quesos asturianos. Pero pedir 3€ por raciones realmente muy escasas provocó que muchos (entre los que me incluyo) optamos por traer comida de fuera.
- Servicio de la cerveza. No fue ni una ni dos las cervezas que nos sirvieron a temperatura casi glacial. Si queremos que la gente olvide aquello de “la cerveza cuanto más fría, mejor” tendríamos que cuidar este aspecto. Un elaborador internacional estaba convencido de que esto respondía a los gustos de la gente de aquí pero yo le comenté que no lo creía y que seguramente sería por una falta de atención con el control de la temperatura. Otro tema relacionado con el servicio es que las personas que estaban detrás de los tiradores (que eran muy voluntariosos, ponían ganas y siempre buena cara), se les veía muy verdes al tirar las cervezas, e igual un poco más de práctica previa hubiera sido recomendable.
- Que no se pudieran comprar vasos separados sin la guía. Hay gente que vino simplemente a tomarse unas pocas cervezas y no quería comprar la guía pero se encontró con un estricto no por respuesta. Un poco más de flexibilidad en este sentido se hubiera agradecido. De hecho me contaron que a la novia de un compañero de Madrid se le rompió el vaso y para conseguir otro tenía que volver a comprar otro pack con la guía, lo cual carece de todo sentido.
- Precios de algunas cervezas. Las fichas pedidas en algunos casos fue como mínimo sorprendente y esto fue una sensación que tuve nada más ver el listado colgado en la web del festival, pero aún así lo quería destacar. Que todas las referencias menos una venidas desde Alemania o la Rep. Checa, o varias joyas nórdicas costaran 2 fichas y en cambio hasta 24 referencias de aquí costaran 3 o más fichas, de las cuales 18 eran de micros situadas a menos de 60km de la plaza de las Arenas (lo he comprobado, palabra), no me direis que no es como poco llamativo. Algunos cerveceros foráneos nos lo comentaron también muy sorprendidos. No se si los responsables son la organización o los propios productores, pero a quien corresponda que empiece a plantearse que estos precios están fuera de mercado, por muy artesanal que se sea. Así es muy complicado cumplir aquello de “bebe local”.
- La rotación de barriles. Creo que todos los que teníamos un “wishlist” muy pensado sabíamos que nos íbamos a quedar sin probar algunas de las cervezas elegidas, incluso los que íbamos a estar la mayor parte de horas del fin de semana. Pero en nuestro caso, durante todo el tiempo que estuvimos del viernes y más aún durante el sábado entre las 12 y las 17h, hubo ciertos momentos en los que no sabíamos qué elegir pese a que nuestro "whishlist" no era precisamente escueto. Hubo referencias artesanas locales que se pincharon hasta 3 veces y muchas “imperdibles” foráneas ni las vimos. El domingo a partir de mediodía empezó a subsanarse y salieron varias de las “joyas” una tras otra, pero a esas alturas muchos ya se habían marchado o estaban en ello y por lo tanto se quedaron sin probar mucha cerveza interesante. Una solución quizás pudiera ser dejar unos pocos tiradores (ni que fuera 3 o 4) de los 50 para cervezas más especiales.
- Relacionado con lo anterior, algunos barriles tenían muy poca tirada y estuvieron demasiado tiempo en cartel, impidiendo la entrada de otras cervezas interesantes.
- Selección de cervezas. Quizás 300 cervezas sean muchas si al final se quedan algunas de las buenas sin pinchar. Igual sería preferible pinchar 100 menos y mejor seleccionadas asegurando que tendrán salida. Los números objetivos son que de las 302 cervezas, 171 eran foráneas y 131 de aquí, y de estas últimas 88 catalanas y 43 del resto de la península. Aunque fue uno de los temas de conversación que más tratamos con mucha gente, no voy a entrar en si el número de cervezas locales fue alto o bajo, ya que puedo entender que se trata de un festival para dar a conocer el panorama cervecero de aquí. Pero lo que si quería señalar es que algunas no daban la talla para estar no solo en un festival de tal calibre sino directamente en el mercado. Una selección previa más estricta hubiera podido evitar que alguna cerveza terminara en el fregadero.
- El vaso. Aunque sé que este tema posiblemente quede sin solucionar, más que nada porque no son pocos los amantes del vaso de pinta para los festivales de aquí, creo que hay muchos tipos de cervezas que no se pueden disfrutar bien con vasos así (y dejémonos de que el tema de los vasos es una pijada), cómo por ejemplo los copones tipo imperial stout, envejecidas y similares. Quizás un vaso similar al del festival de Alvinne pudiera ser una mejor solución.
Y esto es todo. Tampoco quiero transmitir una sensación equivocada pese a que veo numerosos aspectos mejorables. Entiendo que estamos ante un festival muy joven y que mejorará año tras año, no tengo la menor duda de ello. Y haciendo balance con todos los pros y contras, por los numerosos momentos disfrutados y compartidos con tanta gente dentro y fuera de la Cúpula de las Arenas, el fin de semana del BBF 2013 a nivel personal me ha merecido mucho la pena.