Cuando las palabras huyen de la música

Excelentes intérpretes

En la obra se destacan Germán Tripel y Melania Lenoir

Los últimos cinco años . Libro, letras y música: Jason Robert Brown. Traducción y adaptación: Clara Canale y Juan Alvarez Prado. Con Melania Lenoir y Germán Tripel. Escenografía: Santiago Tato Fernández. Vestuario: Alejandra Robotti. Sonido: Rodrigo Lavecchia. Traducción y adaptación: Clara Canale y Juan Alvarez Prado. Dirección vocal: Clara Canale. Dirección musical: Hernán Matorra. Dirección general: Juan Alvarez Prado. En la Ciudad Cultural Konex. Duración: 90 minutos.
Nuestra opinión: regular

Los últimos cinco años se estrenó en el o ff Broadway en 2002 y es de esos musicales alternativos que pueden aspirar a convertirse en obras de culto. Así ocurrió en el país del Norte. Aquí, tal vez, hubiera tenido la misma suerte si no fuera por una pésima adaptación que opaca sus muchas virtudes.

Jason Robert Brown es el autor del libro, las letras y la música de esta historia de amor narrada en dos direcciones. Jamie cuenta esa relación de cinco años desde el comienzo, mientras que Cathy realiza el recorrido a la inversa, a partir del momento en que deciden separar sus caminos.

La idea es genial. El libro, aunque es muy sencillo, resulta atípico, innovador y desafiante. Pero lo más rico de esta obra es su joven partitura. Transita por un amplio abanico de ritmos (pop, rock, jazz, latino) y posee toda la teatralidad que le falta al decir. La impecable banda en escena, dirigida por Hernán Matorra, es un gran punto a favor.

Los mayores problemas de Los últimos cinco años están en la adaptación y en la dirección, en manos de Juan Alvarez Prado. En las letras en español de este musical, prácticamente las rimas son inexistentes y las palabras parecen escaparse de las melodías. Cada verso se ve forzado y sólo los intérpretes logran rescatarlas y hacer un poco saboreable aquello que no lo es. Es que, en una canción, una palabra fuera de lugar es peor que una nota desafinada.

Germán Tripel y Melania Lenoir son dos intérpretes magníficos y son ellos el principal valor de esta propuesta. Con juegos vocales y habilidad, logran disimular esas incómodas construcciones. Pero al montaje casi de cámara le falta teatralidad y sus escenas se ven estáticas. En ese sentido, los intérpretes tienen pocos elementos como para hacer suceder la trama cruzada.

Una lástima porque se trata del trabajo de un nuevo realizador. Pero es su primer paso en un trabajo grande y, seguramente, tendrá muchas nuevas oportunidades para demostrar su evolución.

Pablo Gorlero
Fuente: La Nación