#FFdA nº2. Segundas partes sí fueron buenas.



Sorprendentemente ya han pasado 6 meses desde que el amigo Birraire nos embaucara a unos cuantos con el primer FFdA, o lo que es lo mismo, el Finde Fondo de Armario, y por tanto ha llegado la hora de repetir. Con esta divertida excusa, supuestamente debíamos desempolvar cervezas que tuviéramos guardadas un tiempo en barbecho, algunas porque simplemente no les encontrábamos el momento y/o por puro respeto, otras porque eran especiales por cualquier razón. Y nuestras cuatro elegidas (dos belgas, una inglesa y una yanquie) cumplen almenos una de las dos premisas.

Antes de empezar con el festejo quisiera comentar una impresión previa. Y es que aunque por un lado éste post me hace ilusión (como cualquier otra excusa en la que el objetivo sea compartir cervezas con otra gente), al mismo tiempo he de reconocer que tengo la impresión (ojalá me equivoque) de que una propuesta tan divertida y curiosa puede terminar siendo una competición en plan “a ver quien la tiene más larga”. No se si me explico. Para mí la genial idea de Joan parte de compartir, de tener algún pretexto para abrir esas joyas a las que no le terminamos de ver el momento, y no de comprar y buscar desesperadamente cervezas expresamente para éste post y mostrar cuan guay soy por lo que he conseguido y competir con los demás. No considero que el mundo de los bloggers cerveceros sea precisamente un grupillo de snobs voyeuristas, al menos con los que he tenido más trato, y sin ningún tipo de dudas si percibiera un ápice de esa sensación bajo ningún concepto querría formar parte de ésta propuesta. Dicho lo cual, ¡vamos con la orgía!


Para empezar no podía hacerlo de otro modo que con una espontánea, un auténtico clásico moderno como solía calificar el gran Beer Hunter a este tipo de elaboraciones. Si todavía hay quien cree en las mejores bondades del vino respecto a la cerveza o viceversa, Cantillon Saint Lamvinus es la confirmación de que no hay porqué dejar ninguna de las dos opciones de lado. Está elaborada introduciendo uvas Merlot y Cabernet Franc en barricas Burdeos que contienen cerveza lámbic de 2 y 3 años.


En copa presenta un precioso color rubí con una fina capa de espuma blanquecina que sorprendentemente resiste con más brio del imaginado para lo que suele ser habitual de estas cervezas. En nariz se muestra muy frutal, con frambuesa, grosella, recuerdos cítricos, piel de cereza y uva tinta. Espectacular. En boca entra con una carbonatación muy ajustada, nuevamente aparece la explosión de frutas mencionada, y como no podía faltar, una marcada acidez y astringencia elevada, que no molesta, dejando un final seco muy largo. Compleja como ella sola, para disfrutar lentamente hasta entrar casi en extasis. Una auténtica gozada que cumplió, y con creces, las expectativas creadas. Otra magistral demostración de Cantillon y su bien merecida fama.


Tras una elaboración belga y teniendo tantísimas opciones más dónde elegir, lanzarse a por una flamenca sólo podía tener una buena excusa detrás. Y la hay. Hace un tiempo, leyendo un libro del gran Michael Jackson (el cervecero…), mis ojos quedaron profundamente prendados con ésta elaboración. Hace algo más de un año, en el viaje que hicimos por Bélgica, nos la encontramos en varias tiendas pero para evitar posibles roturas en el avión no nos atrevimos a comprarla. Cual fue nuestra sorpresa cuando hace unos meses la vimos en una tienda online, por lo que no dudamos un segundo en comprarla. Hablo de Malheur Bière Brut, una cervezaen botella de 75cl. con una presentación impecable. Pero es que servida en copa no se queda atrás, con un color dorado ligeramente anaranjado, turbidez elevada y una espuma blanca cremosa y de buena retención.


En nariz entra como tantas otras belgian strong ales, con bastante azúcar candy y bizcocho, pero además encontramos un agradable toque a confitura de limón, membrillo, mermelada de albaricoque, y sorprendentemente, sin que los imponentes 12% de alcohol hagan acto de presencia. Es en boca donde todo ese gozo se ve rápidamente desbordado por una elevada carbonatación y cuerpo, una agradable textura cremosa, nuevamente bizcocho, naranja y limón, junto con un punto especiado y recuerdos a vainilla y plátano, dejando una sensación final un tanto amarga y ligeramente astringente. En conclusión, una cerveza muy sugerente, terriblemente seductora y que tiempo atrás no hubiera dudado en considerar excelente pero que ahora, con el paladar buscando menos voluptuosidad y desmadre, me pareció un punto subida de alcohol y carbonatación.


Si las belgas fueron las primeras cervezas de las que me enamoré, como sabéis, las inglesas son las que ahora me tienen robado el corazón. Al igual que la primera elección, tampoco era muy complicado adivinar que caería alguna británica en este post (en el fondo soy muy predecible, lo reconozco...). La elegida fue una Fuller’s Reserve nº3 Oak Aged, una strong ale envejecida en barricas de whisky Auchentoshan (destilería escocesa productora de Single Malt), un regalazo que hace unos cuantos meses nos hizo el buen amigo Manolo.


La presentación, nuevamente inmejorable, tanto por fuera (iba muy mona dentro de su cajita de cartón), como en copa. Precioso color cobre (que en la foto no termina de salir muy bien), espuma aparentemente suntuosa que va bajando hasta desaparecer sin dejar rastro alguno en las paredes. En nariz es muy compleja, madera, algo de resina, mucho recuerdo a whisky con un punto cítrico, y al tomar temperatura aparece también algo de turba y tabaco, muy sutiles. En boca entra mucho más potente que en nariz, maltosa, algo de miel y lógicos recuerdos avainillados, frutos secos y un punto ácido que recuerda a fruta tropical. Agradable textura sedosa y alcohol pronunciado, quedando una sensación muy marcada a whisky, sobretodo hacia el final del trago. Una verdadera joya, aunque reconozco que la esperaba sin tanto protagonismo del destilado en el sabor, pero aún así nos gustó mucho.


Y para cerrar el FFdA la elegida fue la californiana Stone Oaked Arrogant Bastard, la versión envejecida (aunque con chips en lugar de barricas como el caso anterior) de la sobradamente conocida Arrogant Bastard. ¿Por qué ésta elección? Muy fácil. Teníamos guardada esta cerveza algo más de un año, desde que la compráramos en mano a Gabriel (Zombier), cuando ni tan solo había empezado a funcionar su tienda online. Una mirada cómplice suya nos hizo saber que varias joyas de ésta cervecera de la que tanto había hablado en su extinto blog aguardaban dentro de las cajas amontonadas en aquella tienda física aún en pañales. Es por eso que es muy especial para mí, porque además de poder probar una cerveza de reconocida fama, me recuerda a los inicios de la tienda y al amigo que hay detrás.


En cuanto a la cerveza, si su hermana sin añejar nos pareció una barbaridad (me atrevería incluso a decir que es una de las mejores cervezas estadounidenses que he probado), ésta no se queda atrás. Ofrece un color granate profundo, de mediana opacidad, coronado por una espuma densa y cremosa de color beige. En nariz es una explosión en la que destaca por encima de todo el lúpulo resinoso y con recuerdos a pino, sobre una base acaramelada y más de fondo notas terrosas y amaderadas. Muy atractiva. En boca, más de lo mismo. Textura untuosa, con un marcado carácter lupulado resinoso y leñoso, aportando una marcada sensación amarga y duradera. ¿Y dónde está la maestría? En lo bien que está compensada. El toque a madera suma complejidad pero para nada queda una sensación cansina ni empalagosa. Una cerveza potente pero mucho mejor terminada que su hermana pequeña, bastante más redonda y equilibrada, dentro de lo que una cerveza salvajemente lupulada podría serlo. Deliciosa.


Y así terminamos nuestro particular FFdA, con sensaciones muy positivas, deseando ver qué cervezas comparten el resto de camaradas virtuales y sobretodo esperando a leer el estupendo resumen que sin ningún tipo de dudas seguro nos brindará Joan. ¡Gràcies per l’excusa, company y hasta la próxima!