Bretaña francesa. (VI). Nantes... ¡y fin!


Aunque oficialmente Bretaña la cerramos en Morbihan, en el sur, el viaje quedaría inconcluso sin pasar por Nantes, una ciudad actualmente perteneciente a la región de Pays de la Loire, pero que durante más de 1000 años perteneció a Bretaña y fue su capital durante varios siglos. Pero dejando las lecciones de geografía e historia a un lado, a continuación paso a relataros nuestra experiencia en dicha ciudad.

La cosa empezó de regular tirando a mal... o qué narices, ¡fatal! De la información que pudimos encontrar de la ciudad referente a cerveza nos topamos con tres importantes pedruscos de buenas a primeras, pero que igualmente os los comento para que quien quiera pueda probar suerte o no, dependiendo del caso.

En primer lugar fuimos a Le Graslin, la que sobre el papel pensábamos que podría ser la mejor cervecería de Nantes, situada en pleno centro, cerca del Teatro con el mismo nombre. Muchas referencias en botella y barril, decoración clásica… pero fue llegar allí y nos topamos con que un buen lifting a lo moderno, que no modernista, había terminado con todo ello. Se había convertido en un bar de copas y vinos en el que resistían temerosos 10 barriles con alguna referencia destacable como Mc Chouffe, Maredsous Tripel o Lindemans Faro, pero acompañados por Kwak, Guinness, Carlsberg y Warsteiner Premium. En botella, poco más de 20 referencias a precios alrededor de los 6€. Aún así, y por no irnos sin tomar nada, pedimos dos referencias que nunca fallan como son Orval y Hopus.

 Teniendo poca oferta, no está mal encontrarse con las dos perlas de arriba.

Con el cuerpo un tanto desentonado nos fuimos algo cautos hacia la segunda referencia de la tarde, el Delirium Café, una franquicia del famosísimo bar bruselense. ¿Cuál fue el varapalo en este caso? Pues ni más ni menos que nos topamos con las puertas cerradas por vacaciones, y es que no abrían hasta el día 15 de agosto y nosotros estábamos allí los días 11 y 12. Mala suerte, sí… Así que tras la foto exterior pertinente y el rabo entre las piernas nos fuimos a otros menesteres.


Arriba los exteriores. Abajo, hasta el elefantito rosa parecía estar riéndose de nosotros…


Pero como si de alguna fatídica conjunción astral cervecera se tratara, y para dar la razón a aquel refrán que reza aquello de que no hay dos sin tres, nos fuimos en tranvía hasta La Cervoiserie, una tienda impresionante según pudimos ver en su web, situada a las afueras, para topamos otra vez con las puertas cerradas por vacaciones. Os podéis hacer una ligera idea de cómo se nos quedaron los ánimos tras los tres ganchos de derecha en toda la cara, a cual más doloroso.

 El tercer varapalo…

Pero ahí terminó de golpe todo el mal fario. Y es que seguidamente visitamos Chez Clem, sin duda alguna una de las mejores tiendas que nos encontramos a lo largo de todo el viaje. Entre un nutrido catálogo de cervezas belgas, con De La Senne, De Ranke, Cantillon, y otras reputadas elaboradoras a la cabeza, destacaban 8 referencias de De Struise, entre ellas las aún inéditas por la península Catso y Motuecha. Pero los ojos se quedaron más abiertos si cabe al ver (¡por fin!) hasta 9 referencias de la suiza Brasserie des Franches-Montagnes (BFM para los amigos…), reputada dónde las haya. Pero aquí no iba a terminar la cosa, y es que además de otras interesantes referencias nos encontramos con un corto pero muy cuidado catálogo de cervezas francesas artesanas interesantes: Anosteké, St. Glinglin y sobretodo 6 referencias de Brasserie du Mont Salève. La cara de la reina Lúpula y la del monedero, en ese orden, cambiaron radicalmente haciendo que por un segundo dudara de mi integridad ;).


Arriba el logo y parte de los interiores. Abajo, algunas de las joyas que compramos.

 
 
 
Más contentos que unas pascuas y aún sin creernos del todo lo que nos habíamos cruzado, nos fuimos hacia Le Sur Mesure, el cual iba a ser también uno de los mejores pubs del viaje. Otra vez un nutrido catálogo de belgas como estandarte, tanto en botella (alrededor de unas 150 referencias) como de barril (6 tiradores con Chouffe Houblon, Gouden Carolus Classic, Barbar Bok…). Pero hubo un detalle que nos sorprendió, y es que encontrar escrito “Pannepot Reserva” en una pizarra no por conocido deja de ser una gratísima sorpresa. Así que preguntamos si había más referencias fuera de carta y entonces se abrió la caja de Pandora haciéndonos temblar de miedo y de placer al mismo tiempo: BrewDog, Tracquair, BFM, Struise

 
 
Arriba, los exteriores y las pizarras. Fijaros en el detallazo de las tipografías de las marcas escritas en la pizarra… clavadas! Abajo, dos gratísimas sorpresas, una auténtica bomba francesa, Salève Sorachi Ace Bitter, con poco alcohol e hiperlupulada pero con una base sabrosa más que suficiente haciendo mucho más grandes sus 2,5% de alcohol; y desde Escocia, una Orkney, con un curioso carácter lupulado cítrico y seco muy marcado. ¡Riquísimas!


Otro local que nos sorprendió mucho fue el Dana, un pub con la gran mayoría de cervezas bretonas, rarezas, tiradas estacionales y productos de pequeñas micros incluidos. Una gozada. Además, si os gusta el rock, el heavy, el folk, el metal y todas las combinaciones posibles que se os ocurran entre ellos, se convierte en imprescindible.

 

Y para cerrar este post no podía hacerlo sino con un local, el Cav’ale, situado en un polígono, algo que quienes hayáis seguido los diferentes posts habréis comprobado que está bastante extendido por esta zona de Francia. Por una parte, la tienda, pequeña pero muy nutrida, con las cervezas belgas y alemanas como protagonistas y algunas pinceladas más o menos curiosas, además de un surtido extenso de vino que conforman en conjunto una bodega con más de 400 referencias.

 

Arriba el cartel anunciante y los interiores de la tienda, rebosantes de cervezas organizadas, todo hay que decirlo, de una forma algo caótica y sin un centímetro libre. Abajo, algunas rarezas de interés principalmente para el coleccionista.



Por otro lado, el bar, sencillo y sin excesivos adornos, incluso diría que un tanto impersonal, con una zona de mesas a un lado y una terraza-jardín colindante a la barra. En cuanto a las 6 neveras, mayoría de referencias belgas y alemanas, pero una de ellas centrada principalmente en cervezas francesas de Bretaña y de Pays de la Loire. En barriles, nada más 3 referencias, Coq Hardy, una lager francesa, Eichbaum Hefeweizen y Gouden Carolus Ambrio. Sin ser el mejor bar que visitamos, ya me gustaría tener alguno así cerca de casa.

 

Arriba la zona de la barra y sus neveras. Abajo, de las varias rondas monopolizadas con cervezas francesas, dos de las que más nos convencieron.



Cómo habéis podido comprobar en este monográfico sobre Nantes, existe una gran variedad de bares y tiendas cerveceras que sin duda merecen la pena una visita si se está por la zona.

Con éste post damos por cerrada la serie bretona, que espero pueda seros útil a cualquiera que viajéis por esa preciosa zona. Si alguien quiere más información, tanto en lo referente a direcciones de los locales, por ejemplo, como también en temas no estrictamente relacionados con la cerveza no dudéis en preguntar a través del correo, por Facebook o la clásica opción de los comentarios.