Un modesto programa para acabar con la dictadura del coche


Castor Sanz

1. Prohibición de la publicidad automovilística

Una medida habitual en el caso de otras mercancías peligrosas. Un paso más ambicioso sería convertir la conducción en una actividad humillante. Por ejemplo, se podría obligar a los usuarios de coches particulares a ponerse unas orejas de burro mientras van en su vehículo.

2. Ni un kilómetro más de carreteras

Es imprescindible una moratoria automovilística que prohíba la construcción de más carreteras. Con el gigantesco presupuesto que se liberaría se podría reconstruir la red ferroviaria que el PSOE desmanteló y el PP finiquitó.
3. Libertad vecinal para añadir barreras físicas al tráfico

Todo el mundo prefiere que los coches vayan despacio en su calle pero a toda velocidad en las de los demás. Este egoísmo tiene enormes potencialidades positivas. Si se diera a los vecinos libertad para colocar barreras al tráfico pronto se produciría una peatonalización espontánea.

4. Ley europea de carril bici

Se hace necesario imponer un porcentaje mínimo de kilómetros de carril bici por barrio estableciendo por ley las características del carril (separación física de los coches, etc).

5. Multas de tráfico proporcionales a los ingresos

Hay países, como Suecia, donde ya se aplican normas similares. La idea es, poco más o menos, que si un banquero se salta un semáforo le cae un multón de un millón de euros.

6. Limitadores de velocidad en todos los coches

Si las bañeras no vienen preparadas de fábrica para fabricar metaanfetamina casera, no se entiende por qué todos los coches están diseñados para delinquir superando los límites de velocidad. Se debería exigir el pago de indemnizaciones a las compañías automovilísticas cuyos coches permiten infringir la ley.
7. Peatonalización obligatoria de un porcentaje significativo de las ciudades

La catástrofe del tráfico es el resultado de buscar soluciones individuales a corto plazo a un problema colectivo y permanente como es el transporte. Establecer índices mínimos de peatonalización introduciría un poco de cordura en los planes urbanísticos.
8. Gratuidad del transporte público

Para financiarlo bastaría con cobrar a los conductores de vehículos privados los costes sociales que genera su infantil capricho de viajar en soledad.
9. Mucha más represión

Los mismos que quieren linchar a los carteristas y deportar a Pernambuco a los atracadores, se apresuran a exigir medidas educativas cuando los delincuentes son conductores. En particular, se debería potenciar los sistemas electrónicos de multado automático y la destrucción de los coches infractores, especialmente si son vehículos de gama alta.


(Remitido por Truchoblus)