Los innumerables ejemplos demuestran que los experimentos atroces son rutinarios.
Steve Watson
Prisonplanet.com
Viernes, 1 de octubre de 2010
El gobierno estadounidense ha pedido perdón por infectar de forma intencionada a casi 700 personas en Guatemala con enfermedades de transmisión sexual en los años 1940, aunque no ha pedido perdón por otros experimentos atroces que también ha realizado, como por ejemplo los ataques con armas químicas y biológicas contra la humanidad.
En la noticias de la NBC se transmitió la información de que la Ministra de Asuntos Exteriores, Hillary Clinton, y la Secretaria de Salud y Servicios, Kathleen Sebelius, se han disculpado por los experimentos realizados por el Servicio de Salud pública de Estados Unidos en los años que van de 1946 a 1948. Durante este tiempo, los investigadores médicos estadounidenses, junto con el gobierno guatemalteco, infectaron de forma intencionada a 696 hombres y mujeres con gonorrea y sífilis sin su conocimiento ni permiso.
Los sujetos objeto de la experimentación eran escogidos de entre los batallones, presos y enfermos mentales, siendo infectados por inoculación directa o en las visitas a prostitutas infectadas. Se les animó a extender la enfermedad en su entorno, y por lo que dicen, ninguno de ellos fue sometido a tratamiento. No se ha conocido cuál era el objeto del estudio, aunque el gobierno dice que era para determinar si la penicilina podía prevenir la sífilis.
Los archivos del programa se ocultaron, aunque recientemente fueron descubiertos por la profesora Susan M. Reverby, del Wellesley College, cuando investigaba sobre la terrorífica experimentación de Tuskegee, en la que cientos de afroamericanos de la clase obrera de Alabama fueron diagnosticados de sífilis, pero nunca se les comunicó, por lo que murieron sin ningún tratamiento. Esto formaba parte de un experimento del gobierno para el estudio de la enfermedad.
El tratamiento no se llevó a cabo en estas personas, aunque les dijeron que estaban siendo tratados de un mal de la sangre. El experimentó se realizó de 1932 hasta que fuera descubierto en 1972.
En el artículo titulado “Normal Exposure’ and Inoculation Syphilis: A PHS ‘Tuskegee’ Doctor in Guatemala, 1946-48”, la profesora Reverby explica como el Servicio de Salud Pública reclutó al doctor John C. Curtler para participar en Tuskegee en los años 1960, estando también implicado en los experimentos anteriores de Guatemala .
El artículo dice:
Cutler y otros médicos eligieron a hombres de la Penitenciaria Nacional de Guatemala, de los cuarteles del ejército, hombres y mujeres del Hospital de Salud Mental, siendo en total 696 sujetos. Los permisos fueron concedidos por la autoridades, pero no por las personas objeto del tratamiento, no una práctica muy común entonces, y se ofrecieron suministros a cambio de permitir el acceso. Los doctores utilizaron a prostitutas para contagiar la enfermedad a los presos ( ya que se permitieron las visitas sexuales en las prisiones guatemaltecas) y y luego solicitaron que las inoculaciones hechas de bacterias de la sífilis se pusieran en el pene o el antebrazo o cara cuando la exposición normal no producía la enfermedad, o se les infiltraba en la zona de la columna vertebral. A diferencia de lo que ocurrió en Alabama, les trataron con penicilina después de contraer la enfermedad. Si se curaron o no no está claro y no se sabe si recibieron el tratamiento adecuado.
Los Servicios Públicos de Salud eran conscientes de que este estudio levantaba dudas éticas. El cirujano Thomas Parrar declaró: “ Este experimento no se podría haber llevado a cabo en nuestro país”. Esto se ha ocultado durante mucho tiempo, así como el de Tuskgee. Se ocultó para acallar a los funcionarios guatemaltecos y la información sólo circuló en el ámbito del estudio de la sífilis, previamente seleccionados. Cuando ya resultó difícil continuar con el experimento, otras prioridades trajeron a casa a Curtler.
Reverby también destapó experimentos similares en presos americanos:
En 1944, los Servicios Públicos de Salud hicieron experimentos en la profilaxis de la gonorrea en la Penitenciaria Federal de los Estados Unidos. En esta prisión, los voluntarios fueron deliberadamente inyectados con gonorrea ( que puede ser cultivada), pero los Servicios de Salud encontraron difícil conseguir que los hombres se expusieran a la infección y el estudio se abandonó.
El artículo también hace referencia a otros detalles sobre otras experimentaciones llevadas a cabo en presos americanos, que parecía algo institucionalizado, con presos que fueron expuestos a todo tipo de virus que causan verrugas y herpes, a la malaria y hasta a agentes de la guerra química.
En 1977, Reverby era miembro del grupo que presionó al presidente Bill Clinton para que se ofreciese una ayuda pública a aquellos que sobrevivieron al experimento de Tuskgee y a sus familias.
Ahora se quiere hacer algo similar a los hecho en Guatemala:
El estudio sobre la inoculación de enfermedades de transmisión sexual llevado a cabo entre 1946 y 1948 en Guatemala es claramente inmoral, dice la declaración del gobierno estadounidense. Aunque estos hechos ocurrieran hace más de 64 años, es un ultraje que tal investigación se hiciera en el ámbito de la Salud Pública. Lamentamos profundamente que esto ocurriera, pedimos perdón a todas las personas que fueron infectados por tales prácticas de investigación.”
El Gobierno sólo pide perdón por los hechos expuestos, no por la realización misma de los experimentos, y simplemente siente que han sido pillados.
Hay otros muchos ejemplos de pruebas ilegales y de utilización de armas biológicas usadas contra los propios ciudadanos:
La documentación sobre la que se ha levantado el secreto oficial revela un estudio con fluoruro, el programa F, por ejemplo, que revela que los investigadores atómicos analizaron en secreto muestras de tejido y sangre de ciudadanos de Newburgh, Nueva York, desde 1945 hasta 1956, con la cooperación del personal del Ministerio de Salud Pública, con el fin de estudiar los efectos de la fluoración del agua de bebida.
Los documentos muestran que que la comprobación de que el fluoruro era seguro para las personas en dosis bajas fue descubierto por científicos que trabajaban en el programa de la Bomba A, que se les había dicho que tenían que proporcionar pruebas en contra de los que decían que la fluoración del agua potable era perjudicial. Las primeros protestas contra el programa de la Bomba A estadounidense no fueron contra la radiación, sino sobre el daño causado por el fluoruro, ya que según dicen los documentos, el fluoruro es una de las sustancias más tóxicas conocidas por el hombre, y una sustancia química clave en la producción de la bomba atómica.
Ahora, más de los dos tercios del agua potable pública de Estados Unidos está fluorada.
¿Dónde está la apología de este experimento realizado a norteamericanos sin su consentimiento?
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Steve Watson es un periodista afincado en Londres y redactor de Alex Jones Infowars.net, y que escribe de forma regular en Prisonplanet.com. Tiene un máster en Relaciones Internacional de la Escuela de Política de la Universidad de Nottinghan, Inglaterra.
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