Finimondo . Creado e interpretado por Toto Castiñeiras. Escenografía: Amadeo Azar. Vestuario: Renata Schussheim. Luces: Omar Posemato. Banda de sonido: Gregorio Vatenberg. Asistencia general: Ezequiel Urribarri. Asesoramiento corporal: Cristina Ribas. Dirección de títeres: Daniela Fiorentino. En el Metropolitan II (Corrientes 1343). Funciones: hoy y mañana; 28 y 29 de junio; 1° y 2 de julio, a las 23.
Nuestra opinión: muy buena
Antes de comenzar sus funciones en Quidam , del Cirque du Soleil, el clown argentino Toto Castiñeiras inició una pequeña temporada en el Metropolitan con un trabajo que lo tiene como gran protagonista. Finimondo , en verdad, es una propuesta con historia que el intérprete ha ido desarrollando y profundizando a lo largo de los últimos años y que, sin dudas, su experiencia profesional ha ido engrandeciendo.
En Finimondo , Toto Castiñeiras cuenta una historia breve en la que diferentes personajes del circo irán apareciendo y mostrando unas cuestiones personales muy ligadas a sus relaciones con otros artistas. Es su ámbito de trabajo el que asoma retratado y, con mucha gracia a veces y con algo de patetismo otras, las diferentes situaciones que atraviesa están cargadas de una teatralidad muy ajustada.
Algo débil en su estructura general, el espectáculo no pierde intensidad, porque es el mismo clown el que se encarga de sostenerlo con una interpretación muy destacada. Sus recursos son muy genuinos. Su relación con el público, muy potente y siempre movilizadora de reacciones sumamente atractivas. Cargado de pequeños momentos poéticos, el trabajo de Toto Castiñeiras demuestra, a la perfección, un exquisito manejo de la sutileza. Y hasta se anima a desarrollar alguna situación grotesca con mucho desparpajo, pero desde un costado muy aniñado, lo que termina sorprendiendo y, a la vez, promoviendo una tierna sonrisa.
Finimondo posibilita tomar contacto con la creación de un intérprete magnífico que conoce muy bien los resortes del clown, los desarrolla a fondo y consigue potenciar un juego muy reconocible.
Fuente: La Nación