"Creo conveniente decir algunas palabras acerca del ministro que ayuda en Misa. En estos días desempeñan este oficio los niños o personas sencillas, mientras que ni aún las testas coronadas serían dignas de un honor tan singular. SAN BUENAVENTURA dice que el ayudar en Misa es un ministerio angélico, puesto que los muchos Ángeles que asisten al Santo Sacrificio sirven a Dios durante la celebración de este augusto misterio. SANTA MATILDE vio el alma de un fraile lego más resplandeciente que el sol, porque había tenido la devoción de ayudar a todas las Misas que podía. SANTO TOMAS DE AQUINO, brillante antorcha de las escuelas, no apreciaba menos la dicha del que sirve al sacerdote en el altar, puesto que, después de celebrar, nada deseaba tanto como ayudar en Misa. El ilustre canciller de Inglaterra, TOMÁS MORO, tenía sus delicias en el desempeño de tan santo ministerio. Habiéndole reprendido cierto día uno de los grandes del reino, diciéndole que el Rey vería con disgusto que se rebajase hasta el punto de convertirse en monaguillo, Tomás Moro respondió: "No, no, al Rey mi señor no pueden disgustarle los servicios que yo hago al que es Rey de los reyes y Señor de los señores". ¡Qué motivo de confusión para aquellos cristianos que, aun haciendo alguna vez profesión de piedad, se hacen rogar para ayudar en Misa, mientras que debieran disputar a otros este honor, que envidian los Ángeles del cielo!
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Por otra parte, es preciso tener cuidado de que el que ayuda en Misa sea capaz de cumplir con su ministerio de una manera conveniente. Debe tener la vista mortificada y manifestar un exterior grave, modesto y piadoso: debe pronunciar las palabras claramente, sin apresurarse y a media voz; no en tono tan bajo que no le oiga el sacerdote, ni tan alto que incomode a los que celebran en otros altares. Por consiguiente, no deben ser admitidos ciertos niños desvergonzados, que están burlándose unos de otros durante la Misa y distraen al celebrante. Yo suplico al Señor se digne iluminar a los hombres sabios, e inspirarles la resolución de ocuparse en un ministerio tan santo y meritorio. A las personas más distinguidas corresponde dar el ejemplo".
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Por otra parte, es preciso tener cuidado de que el que ayuda en Misa sea capaz de cumplir con su ministerio de una manera conveniente. Debe tener la vista mortificada y manifestar un exterior grave, modesto y piadoso: debe pronunciar las palabras claramente, sin apresurarse y a media voz; no en tono tan bajo que no le oiga el sacerdote, ni tan alto que incomode a los que celebran en otros altares. Por consiguiente, no deben ser admitidos ciertos niños desvergonzados, que están burlándose unos de otros durante la Misa y distraen al celebrante. Yo suplico al Señor se digne iluminar a los hombres sabios, e inspirarles la resolución de ocuparse en un ministerio tan santo y meritorio. A las personas más distinguidas corresponde dar el ejemplo".