Natividad de la Santísima Virgen María


“Que se alegre tu Iglesia, Señor, y se goce en el nacimiento de la Virgen María, que fue para el mundo esperanza y aurora de salvación".


Bienaventurado el seno que llevó a Jesús, y los pechos que lo alimentaron (Lucas, 11, 27).


Las plegarias y las lágrimas de Santa Ana le merecieron, después de veinte años de esterilidad, la gloria de dar al mundo a la Bienaventurada Virgen María. He aquí la aurora mensajera del Sol de justicia: demonios, retiraos al infierno; ángeles, regocijaos: pronto los justos ocuparán los lugares abandonados por los ángeles rebeldes. Hombres, triunfad: María ha nacido para ser la Madre de Dios que será vuestro Hermano y vuestro Redentor. Almas santas que gemís en el limbo, consolaos: la puerta de vuestra prisión muy pronto será abierta por el Hijo de la que acaba de nacer.


MEDITACIÓN SOBRE LA NATIVIDAD DE MARÍA


I. Considera las mercedes con que Dios honra a María el día de su dichoso nacimiento. El Padre eterno, que la consideraba como Hija suya, le dio el nombre de María; la hizo Soberana del cielo y de la tierra, Reina de los ángeles y de los hombres. El Verbo eterno la eligió para ser su Madre; dióle a todos los hombres como hijos adoptivos, con pleno poder para acordar la gloria eterna a los que la sirvan fielmente. El Espíritu Santo colmó de gracias a su divina Esposa. Regocíjate con María por todos estos favores.
II. María responde a los beneficios del Señor con los sentimientos del más vivo agradecimiento. Dotada, desde su primer instante, del uso de razón, se sirve de ella para adorar al Padre eterno: se humilla a la vista del honor que el Verbo encarnado le hace al elegirla por Madre suya: ofrece su corazón por un acto de amor al Espíritu Santo, su divino Esposo. Haz tú, por lo menos hoy, lo que hizo María en el día de su Natividad. Adora al Padre eterno, humíllate delante de Jesús, da tu corazón al Espíritu Santo.
III. ¿Qué harás tú para honrar a María en el día de su Natividad? Respétala, porque es todopoderosa en el cielo y en la tierra. Ámala, porque es la Madre de Jesucristo, y la nuestra por adopción. Ten confianza en Ella, porque es la Madre de los predestinados. Sé su fiel y constante servidor, como fue Ella la constante y fiel Esposa del Espíritu Santo. Imita, durante tu vida, lo que Ella hizo el día de su nacimiento. En medio de las olas del siglo, debemos refugiarnos junto a María y regular nuestra vida según sus ejemplos. (San Epifanio).


ORACIÓN

Concede, Señor, a tus hijos el don de tu gracia, para que cuantos hemos recibido las primicias de la salvación por la maternidad de la Virgen María consigamos aumento de paz en la fiesta de su nacimiento. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

El Manípulo


El sacerdote, (y también el Diácono y el Subdiácono en las misas solemnes), lleva fija sobre el brazo izquierdo una corta franja llamada manípulo. Tiene su origen en un trozo de lienzo o pañuelo que antiguamente llevaban los cónsules y que agitaban en el aire para señalar el principio o fin de algún acto. También servía para enjugar el sudor o las lágrimas. El manípulo, que ha de ser del color litúrgico del día, debe tener en su centro, que viene encima mismo del brazo, una cruz que ha de besar el que lo lleva, tanto antes de ponérselo como después al quitárselo. Ordinariamente también suele ponerse una cruz a cada extremo, aunque no está propiamente mandado. Espiritualmente nos recuerda las buenas obras y que los trabajos y el dolor ofrecidos a Dios serán espléndidamente recompensados.La oración que el sacerdote pronuncia al ponérselo es: Merezca, Señor, llevar el manípulo del llanto y del dolor, para poder recibir con alegría el premio de mis trabajos. El manípulo significa las ataduras de las manos al ser azotado Nuestro Señor.

En virtud del Motu Propio Summorum Pontificum, del Papa Benedicto XVI, que regula la Liturgia de rito latino Extraordinaria, nombrada popularmente como "Misa Tridentina", el Manípulo ha vuelto a ser un objeto litúrgico en uso.

El manípulo poco a poco se convirtió en un ornamento sacerdotal a partir del siglo X. La significación mística del manípulo se desprende claramente de las palabras de la liturgia: reza el sacerdote: “Puede ser digno, Señor, de llevar el manípulo de las lágrimas y el dolor, para recibir con alegría la recompensa del trabajo”. El obispo impone el manípulo al subdiácono pronunciando las siguientes palabras: “Recibe el manípulo por el que son designados los frutos de las buenas obras”. El manípulo, pues, hace referencia a los sufrimientos de esta vida en vista de la recompensa y la alegría eternas. Es también una expresión simbólica de una de las bienaventuranzas proclamadas por Nuestro Señor: “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados” (Mat. 5, 5). Siendo el manípulo el símbolo del dolor, es empleado en la Santa misa, que es la renovación del sacrificio del Calvario. No se lo emplea fuera de la Misa, porque ningún dolor es comparable al de Jesucristo sobre al Cruz.

La Santa Misa

Valor de la Sancta Missa:
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Para agradar a Dios, obtener cualquier gracia, expiar las culpas cometidas, alcanzar misericordia y consuelo en las aflicciones de la vida, agradecer los beneficios recibidos, aliviar a las benditas Animas del Purgatorio, etc., el medio mejor es la Santa Misa.
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La Misa es un medio divino, supremo, infinito, puesto a nuestra disposición por la inefable bondad de Dios, para suplir nuestra miseria humana.
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Oír Misa es como si estuviéramos en el Calvario en aquellos preciosos momentos en que Jesús derramaba toda su sangre y moría por nuestro amor.
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¡Qué momentos tan preciosos para pedir gracias! El Padre Celestial no puede menos que concederlas, si son para mayor bien de nuestra alma.
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El que oye devotamente la Santa Misa y está exento de pecado mortal, merece más que si fuese en peregrinación por todo el mundo, y diese todos sus bienes a los pobres. (San Bernardo).
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Una sola Misa, oída en vida con devoción, nos aprovechará más que mil Misas que se nos apliquen después de nuestra muerte. La Misa es infinitamente superior a todo otro acto que tenga por objeto la remisión de nuestras culpas y de la pena que por ellas merecemos. (San Jerónimo).
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Significado de los ornamentos que se usan en la Sancta Missa:
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El Altar significa el monte Calvario, en donde expiró el divino Redentor.
El Sacerdote con los ornamentos sagrados representa a Jesucristo en su dolorosa Pasión.
El Amito significa aquel sucio velo con que los soldados vendaron los ojos del Salvador, dándole de bofetadas y diciéndole: Adivina, Cristo, quién te dio.
El Alba significa la vestidura blanca que por escarnio le mandó poner Herodes, tratándole como a loco, siendo la majestad y sabiduría infinitas.
El Cíngulo es figura de la soga con que le ataron cuando le prendieron en el huerto de Getsemaní.
El Manípulo representa la cuerda con que le amarraron a la columna para azotarle.
La Estola significa la soga que le echaron al cuello, cuando con la cruz a cuestas, como facineroso, fue conducido al Calvario.
La Casulla recuerda la púrpura que por escarnio le pusieron los soldados al coronarle de espinas.
En el Cáliz considera el sepulcro, y en los Corporales el sudario con que amortajaron su Cuerpo Santísimo.
El mejor modo práctico, para oír la Sancta Missa, es seguir al sacerdote.

Tomado de Devocionario (1931)

" Sony timer, Una leyenda urbana ? "

Portátil de Sony explotando. . .El “Sony timer” es una leyenda urbana japonesa con cierta base en la realidad. Según la leyenda todos los productos de Sony llevan un dispositivo interno llamado “Sony timer” que controla cuanto tiempo va a funcionar el aparato. Normalmente Sony programa ese dispositivo misterioso para que rompa el gadget poco después de que termine la

Dichos de San Juan María Vianney


“Si soy un buen sacerdote, podré ganar muchas almas para dios, ¿saben que todos podemos hacerlo?”.
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“En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol”.
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“El demonio no le teme tanto a la disciplina y a las camisas de pelo; lo que realmente teme es la reducción de comida, bebida y sueño”.
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“Cuando predico le hablo a algunas personas que están aparentemente sordas o dormidas, pero en la oración le hablo a Dios que no es sordo”.
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“La taberna es la tienda del demonio, el mercado donde las almas se pierden, donde se rompe la armonía familiar, donde comienzan las peleas y se cometen o planean asesinatos. En cuanto a los dueños de las tabernas, el demonio no les molesta tanto, sino que los desprecia y los escupe”.
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“Te amo, mi Dios, mi único deseo es amarte”.
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“¿Qué podemos imaginarnos más consolador para un cristiano que tuvo la desgracia de pecar, que el hallar un medio tan fácil como es la limosna, para satisfacer la justicia de Dios por sus pecados?”.
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“Por la limosna podemos fácilmente rescatarnos de la esclavitud de los pecados y atraer sobre nosotros y sobre todas nuestras cosas las más abundantes bendiciones del cielo”.
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“Jesucristo, nuestro Divino Salvador, sólo piensa en nuestra felicidad, y no ha despreciado ningún medio para proporcionárnosla”.
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“Bajo cualquier aspecto que consideremos la limosna, ella es de un valor tan grande que resulta imposible que comprendamos todo su mérito; solamente el día del Juicio Final llegaremos a conocer todo su valor”.
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“Por la limosna podemos librarnos de caer en las penas eternas. ¡Qué bueno es un Dios que con tan poca cosa se contenta!”.
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“La razón que debe inducirnos a dar limosnas de todo corazón y con alegría, es el pensar que se la damos al mismo Jesucristo”.
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“La limosna es de gran mérito a los ojos de Dios, y tan poderosa para atraer sobre nosotros sus misericordias. Asegura nuestra salvación”.
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“¡Cuántos pecadores están cegados respecto al estado de su alma, y esperan hacer aquello que no les será dado realizar cuando ellos quieran!”.
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“El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar”.
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“Si oran y aman, habrán hallado la felicidad en este mundo”.
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De: El Cura de Ars, Sufrir amando no es sufrir.

Objetos sagrados


1- Cornijal o lavabo. Hecho el primer servicio de las vinajeras, el Celebrante, habiendo ofrecido el Cáliz, se lava las manos. Para ello hay que disponer de un receptor de agua, de un jarro que la contenga y de una toalla para que el sacerdote pueda secarse las manos. Puesto que no es menester lavar las manos enteras, sino tan sólo una punta de los dedos que han de tocar la Hostia consagrada, espiritualmente te indica que, para asistir dignamente a la Santa Misa, y sobre todo para comulgar en ella, nos conviene estar limpios no solamente de pecado mortal, sino también habernos purificado el alma de los pecados veniales, y bueno sería si lo hiciésemos asimismo de todas las imperfecciones que nos reconozcamos.

2- Purificador. Encima del cáliz, al prepararlo para la celebración de la Santa Misa, se coloca una pequeña pieza de lino llamada purificador, porque con él se purifica el cáliz frotando el interior de la copa antes de ponerle vino, y luego de haberlo puesto se secan con él las gotas que hubiesen podido quedar en los bordes; también con el purificador se frota la patena y el Celebrante se seca los labios después de haber bebido el vino de la ablución del cáliz, se seca los dedos cuando hace la ablución de éstos y, finalmente, seca con él el cáliz. El purificador puede estar adornado con puntilla o encaje en los bordes, pero para distinguirlo de algunas toallitas de lavabo, que por lo pequeñas se le asemejan, debe traer una cruz bordada en el centro.

3- Atril o facistol. Para sostener el misal en la posición más favorable para su lectura, y para trasladarlo además del modo más fácil y respetuoso, puesto que se trata de un libro tan considerable, existe un pequeño mueble litúrgico llamado facistol. Podría trasladarse el misal abierto y reclinado solamente sobre un cojín del color litúrgico del día; más, como que ordinariamente suelen ayudar la misa niños de pocos años que bastante trabajo tienen muchas veces para levantar del altar el Misal y trasladarlo, por lo mismo podemos decir que el uso del facistol es más práctico. Puede ser de madera o de metal, y tener el plano que sostiene al libro, con inclinación graduable. En días de mayor solemnidad, puede cubrirse el facistol con un paño del color litúrgico de la fiesta... Durante el rezo o canto de las Horas canónicas del Oficio divino, se emplea el llamado facistol de pie, a fin de poder leer o cantar en pie los correspondientes textos litúrgicos. Esta clase de facistoles pueden emplearse también para cantar la Epístola y el Evangelio en la misa solemne; pero en tal caso se les debe cubrir con un paño del mismo color litúrgico de los ornamentos.

4- Patena. Es un plato metálico redondo y casi llano, pero ligeramente cóncavo. En la patena se coloca la Hostia, antes y después de la consagración, por lo que debe ser de la misma calidad que la copa del cáliz y en la parte interior, dorada. .

5- Palia. Se usa en España para poner encima de la hostia no consagrada al ir al altar. Aunque no esté propiamente mandado, la misma reverencia debida a las cosas sagradas ha establecido en la práctica que, al preparar el cáliz para la Santa Misa y poner la patena sobre el purificador con la Hostia, encima de ella, como para resguardarla especialmente, se coloca la palia, que es una especie de tapa de lino redonda y aproximadamente de la misma medida que la Hostia. Por la parte que toca con ella ha de ser lisa, pero puede estar pintada o bordada con motivos adecuados por la parte superior, en la que debe tener asimismo una pequeña presilla para cogerla. Es curioso ver como esta pieza casi ya no se utiliza y que el nombre de la palia se da ahora más bien a la hijuela.

6- Vinajeras. Para la debida preparación del Cáliz durante la Santa Misa con miras a la consagración, es necesario otro complemento del altar denominado vinajeras. Constan de dos jarritas de cristal, más o menos lujosas, conteniendo una de ellas agua y la otra vino. Van juntas sobre una bandeja o plato. Aunque también pueden ser de metal dichas jarritas, en tal caso convendrá que por medio de un letrero bien visible se sepa enseguida cuál es la del vino y cuál la del agua, para evitar posibles confusiones. Las vinajeras sirven en estos dos tiempos: el primero, antes del ofertorio del Cáliz para echar en él una regular cantidad de vino y luego unas gotas de agua; el segundo, después de la Comunión para purificar el Cáliz con vino y agua. Conviene que recuerdes, respecto al servicio de las vinajeras, aquello que dice el Celebrante cuando, la primera vez, a una regular cantidad de vino mezcla unas gotas de agua que enseguida queden transformadas en vino, o sea: pedir que, así como las gotas de agua se cambian en vino, también nuestra pobre naturaleza quede divinizada.

7- Cáliz. Es el vaso sagrado en forma de copa, donde se pone el vino que se ha de consagrar. Ha de ser metálico, tan precioso como sea posible, con pie y un nudo saliente entre éste y la copa propiamente dicha. El cáliz sirve en la Santa Misa para poner el vino y unas gotas de agua, que, después de ofrecido y mediante la consagración, se convierte en la Sangre de Nuestro Señor. Antes los cálices tenían dimensiones mayores que los actuales. Hay cálices valiosísimos, algunos verdaderas obras de arte. La copa ha de ser interiormente dorada. Todo cuanto pueda decirse de la riqueza de los cálices debe animarnos a embellecer nuestra alma en pureza y fervor para que al comulgar, Dios la encuentre pura y limpia como el cáliz. También nosotros somos, en un segundo sentido figurado, cálices vivos, y ojalá seamos menos indignos, por medio de las joyas que son las virtudes.

8- Custodia. que sirve para poner el Santísimo Sacramento a la pública veneración de los fieles.

9- Copón. A diferencia de los primeros siglos, después de la Comunión repartida dentro de la Misa, actualmente se guardan o reservan otras Sagradas Formas a fin de poder dar la Comunión fuera de la Misa y también para que puedan recibirla los enfermos. Esto hace imprescindible un recipiente o depósito, al que generalmente llamamos copón. El copón viene a ser, en materia y forma, parecido a un cáliz, pero provisto de una cubierta que lo cierra. A pesar de lo cual, siempre que no se emplee para repartir la Sagrada Comunión debe guardarse, para mayor respeto, con un envoltorio de seda blanca -color litúrgico de la Eucaristía-, que puede adornarse con bordados decorativos o alegóricos.

10- Incensario. En las Misas solemnes y en la exposición mayor del Santísimo hay que hacer uso del incienso, substancia vegetal olorosa que, al contacto con el fuego, se deshace en blanquísima y perfumada humareda, la cual se tributa como símbolo de honor y reverencia ante todo a Dios y luego al Crucifijo del altar, a las sagradas reliquias, al mismo altar, al pan y vino que han de ser consagrados, a los sagrados ministros y a los fieles en general. Las brasas de fuego están contenidas en el incensario, que es un recipiente metálico sostenido por tres cadenas, con tapa convenientemente perforada y manipulable arriba y abajo mediante una cuarta cadena. Sujetando con una mano las cadenas reunidas en su extremo superior, puede balancearse el incensario de un lado para otro a fin de que el aire atice las brasas de fuego que hay dentro; y cuando hay que servirse de él, una vez provisto del incienso que al arder sale en forma de humo, cogiendo convenientemente las cadenas con las dos manos se le puede dar la dirección que cada momento reclame.

11- Naveta. Tiene la forma de una nave pequeña donde se pone el incienso para la incensación.

12- Cucharita. para cojer el incienso. También en algunas partes se usa una pequeña cucharita para mezclar unas pocas gotas de agua en el vino del Cáliz.

13- Umbela. Es una especie de paraguas que sirve para trasladar al Santísimo de una parte a otra.

14- Hisopo. Pequeña escobilla o brocha que sirve para coger el agua bendita en las bendiciones.

15- Acetre o calderilla. para poner el agua bendita.

16- Bandeja. para colocar debajo de la barba del que comulga por si cayese la Hostia o alguna partícula.

17- Bandeja ordinaria. para recoger las limosnas que dan los fieles dentro de la iglesia.

Ornamentos litúrgicos



    1- Amito. El diácono y el subdiácono -que son los servidores inmediatos del sacerdote-, el mismo sacerdote y hasta el Obispo, que es el clérigo que posee la plenitud del sacerdocio, cuando van a revestirse de sus ornamentos propios se ponen el amito, que es un trozo de tela blanca rectangular y lo suficientemente ancha para que cubra el cuello y los hombros. Lleva en su centro pintada o bordada una cruz, que siempre debe besar el que lo usa antes de ponérselo y al quitárselo; en las puntas delanteras lleva cosidas dos cintas o cordones lo bastante largos para que puedan cruzarse primero sobre el pecho y luego en la espalda, para volver finalmente adelante y unirse con un lazo. Espiritualmente, y por la misma oración que reza el que se lo pone, el amito, que antes cubría la cabeza, viene a ser como el yelmo salvador contra los ataques del demonio. La oración es: Pon, señor, sobre mi cabeza el yelmo de salvación para rechazar los asaltos del enemigo . Nos recuerda que hemos de defendernos de los enemigos de nuestras almas.
    2- Alba. Los clérigos, después de ponerse el amito, se visten como segundo ornamento una túnica que los cubre de arriba abajo, y que, por ser siempre blanca, ha recibido el mismo nombre de su adjetivo en latín: alba. Es uno de los más importantes ornamentos litúrgicos. Proviene de la túnica blanca que llevaban los griegos y romanos en tiempo del Imperio. Místicamente nos recuerda la pureza de corazón que ha de poseer el que la lleva, como la oración que dice el sacerdote al ponérsela: Hazme puro, Señor, y limpia mi corazón, para que, santificado por la sangre del cordero, pueda gozar de las delicias eternas . Si el amito significaba el lienzo con que fue cubierto el rostro de Jesús, el alba significa la vestidura blanca que le hizo poner Herodes.
    3- Manípulo. El sacerdote, (y también el Diácono y el Subdiácono en las misas solemnes), lleva fija sobre el brazo izquierdo una corta franja llamada manípulo. Tiene su origen en un trozo de lienzo o pañuelo que antiguamente llevaban los cónsules y que agitaban en el aire para señalar el principio o fin de algún acto. También servía para enjugar el sudor o las lágrimas. El manípulo, que ha de ser del color litúrgico del día, debe tener en su centro, que viene encima mismo del brazo, una cruz que ha de besar el que lo lleva, tanto antes de ponérselo como después al quitárselo. Ordinariamente también suele ponerse una cruz a cada extremo, aunque no está propiamente mandado. Espiritualmente nos recuerda las buenas obras y que los trabajos y el dolor ofrecidos a Dios serán espléndidamente recompensados.La oración que el sacerdote pronuncia al ponérselo es: Merezca, Señor, llevar el manípulo del llanto y del dolor, para poder recibir con alegría el premio de mis trabajos. El manípulo significa las ataduras de las manos al ser azotado Nuestro Señor.
    4- Estola. La estola fue en su origen una faja o banda que algunos llevaban como adorno o señal de autoridad y otros por necesidad. Sólo pueden llevarla los Obispos, Sacerdotes y Diáconos, aunque de un modo distinto cada uno. El diácono la lleva sobre el hombro izquierdo y la hace cruzar a su lado derecho sujetándola con el cíngulo. El Sacerdote, la lleva cruzada sobre el pecho, y el Obispo simplemente colgando del cuello, como también puede hacerlo el Sacerdote siempre que la lleva puesta encima de la sobrepelliz, como por ejemplo, cuando administra la Sagrada Comunión fuera de la Santa Misa. Su longitud, pues, debe ser suficiente para que, pasada por el cuello y cruzada por delante del pecho del Sacerdote, cada extremo, sujetado a ambos costados por el cíngulo, pueda todavía caer, resaltando sobre la blancura del alba. Espiritualmente, la estola puede recordarnos la dignidad de hijos de Dios que desgraciadamente perdimos por el pecado de Adán y Eva, y así, al ver que el sacerdote, que es nuestro representante ante el Altísimo, lleva la estola puesta, podemos gozosamente contar con que la divina gracia nos devolverá aquella dignidad y herencia que le corresponde, es decir, la eterna Gloria. La Iglesia hace pedir, al imponérsela el Sacerdote, la inmortalidad, perdida por el pecado, y el premio de nuestro último y feliz destino: Devuélveme, Señor, la estola de la inmortalidad, que perdí con la prevaricación del primer padre, y aún cuando me acerque, sin ser digno, a celebrar tus sagrados misterios, haz que merezca el gozo sempiterno . La estola significa las sogas con que Nuestro Señor fue arrastrado al Calvario.
    5- Bolsa para corporales. En ella se colocan los corporales cuando no se han de poner sobre el altar.
    6- Cíngulo. Para que el alba, se adapte convenientemente al cuerpo del que la lleva y quede redondeada por su parte inferior sin que cuelgue por ningún lado, el clérigo se ciñe sobre ella un grueso cordón, el cíngulo, que puede ser blanco, dorado o del color litúrgico del día; el cual, fijado primero por delante y haciéndolo cruzar por detrás, vuelve simplemente a cada lado, desde donde cuelga hacia abajo el cordón que sobra, y que ordinariamente va rematado por una borla. Espiritualmente nos recuerda, según la oración que reza el sacerdote, la necesidad de luchar contra las bajas pasiones de la carne: Cíñeme, Señor, con el cíngulo de la pureza, y apaga en mis carnes el fuego de la concupiscencia, para que more siempre en mí la virtud de la continencia y castidad. El cíngulo significa las cuerdas con que fue atado Nuestro Señor en el huerto de los Olivos.
    7- Casulla. Vestidura exterior de los sacerdotes, que se coloca encima de todos los demás ornamentos. El ornamento propio del sacerdote durante la celebración de la Santa Misa y el más importante de todos es la casulla. Esta palabra, que significa tienda, dado que la casulla es de tela, viene a indicar que, así como la vela de una tienda de campaña la cubre totalmente, de igual modo la casulla -que ha de ser de seda, del color litúrgico del día, y también ornamentada como sea posible- cubría totalmente al sacerdote, el cual sacaba la cabeza por la abertura que para tal fin había en el punto central del mismo, y los brazos por los lados, quedando alrededor de los brazos amplios pliegues. Para aligerar esta incomodidad los ministros asistentes ayudaban al sacerdote, sosteniéndole un poco la casulla cuando éste había de alzar mucho los brazos, como en la incensación y en la elevación. (De ahí ha quedado la costumbre de levantar la casulla por detrás en el momento de la elevación). Con el tiempo, y a fin de evitar esa molestia, se fue recortando la tela de los lados hasta llegar a las casullas que véis en la imagen (la llamada casulla "romana") y que no llegan más que a los hombros. Espiritualmente, la casulla nos recuerda el suave yugo de la ley del Señor. La oración que reza el Sacerdote al revestirse de ella es: Señor, que has dicho: "Mi yugo es suave y mi carga ligera", haz que lo lleve de tal modo, que consiga tu gracia. Amén . La casulla significa el vestido de púrpura puesto a Jesús cuando le trataron en son de burla como rey.
    8- Bonetes. Pueden tener estas dos formas: forma romana y forma española.
    9- Dalmática. El último ornamente que visten, lo mismo que el Diácono el Subdiácono, es la dalmática, holgada túnica de seda que corresponde al color litúrgico, acortada en su parte inferior y abierta un buen trozo por los lados. Se llama así por proceder de la Dalmacia. Antes la dalmática propiamente privativa del diácono; y el subdiácono, en lugar de dalmática, llevaba una pieza parecida, pero distinta, llamada tunicela, que solía ser un poco más corta y menos rica en sus adornos. Hoy son prácticamente iguales y tan sólo se distinguen por su ornamentación. Se aconseja al diácono y al subdiácono que, al revestirse, recen una oración que a nosotros puede servirnos también para poner piadosamente a tono nuestro espíritu al verles revestidos de ella. El diácono dice: "Revestidme, Señor, con el ornamento de salvación y con el vestido de gozo; y cubridme siempre con la dalmática de la santidad" . El subdiácono: "Que el Señor me revista con la túnica del gozo y con el ornamento de la alegría" .
    10- Cubrecáliz. Una vez dispuesto el cáliz para la Santa Misa, no se lleva al presbiterio ni al altar sin cubrirlo antes con una seda rectangular del color litúrgico del día, la cual, por esta razón, lleva el nombre de cubrecáliz. Puede estar ribeteada con un galón dorado y llevar también pintada o bordada una cruz griega, o sea, de brazos iguales, en su parte delantera; si lleva la cruz, ésta resulta visible cuando el cáliz está sobre el altar y cubierto, que es al comienzo y al final de la Santa Misa.
    11- Corporales. A fin de asegurar enteramente que el contacto de Jesús Sacramentado sobre el altar tenga las máximas garantías de limpieza, además de los blancos manteles que litúrgicamente deben cubrir el altar, antes de la Misa y antes de dar fuera de ella la Sagrada Comunión, como igualmente siempre que vayan a exponer el Santísimo, deben extenderse en medio de la mesa del altar los corporales, los cuales son como un pequeño mantel blanco de lino, de unos dos palmos y medio en cuadro que, doblado en cuatro dobleces, tiene nueve porciones iguales. Si bien pueden ir adornados con un encaje estrecho alrededor, no deben tener ningún bordado porque habiéndose de poner encima la Sagrada Hostia, ninguna partícula que pueda desprenderse de ella quede arrinconada en el bordado o pase debajo de los corporales. Aquí, más que en ninguna otra parte, hay que hacer prevalecer aquella norma práctica tan juiciosa: primero es la utilidad que la belleza.
    12- Hijuela. Antes, los corporales eran mucho mayores que ahora, porque en la Santa Misa, cuando ya había en el cáliz el vino con unas gotas de agua y el Celebrante lo había ofrecido en el Ofertorio, lo cubría con un extremo de los corporales para evitar que pudiera caer dentro ya fuese polvo, ya cualquier brizna u otra cosa; pero como que esto traía sus inconvenientes, se cortó del extremo de los corporales un trozo que venía justo para tapar el cáliz. Por dicha razón, este trozo cuadrado del mismo lino que los corporales y planchado como ellos, que va suelto dentro de sus pliegues para cubrir con él, al ser el momento, la copa del cáliz, se llama naturalmente hijuela, es decir, pieza originaria o que procede de los mismos corporales. Puede la hijuela tener encaje en los bordes, si se prefiere en la parte superior puede haber incluso algún bordado, pero no calados ni vainica en el dobladillo, puesto que su finalidad es cubrir la boca del cáliz, y podrían dejar pasar lo que precisamente deben impedir. Este gran cuidado, que jamás es extremado tratándose de lo que se trata, te indica que en las cosas referentes a Dios debemos conducirnos siempre con la máxima delicadeza.
    13- Capa pluvial. Parece que antes, en las frecuentes procesiones que se hacían por los alrededores de los pueblos, los clérigos llevaban previsoramente para guardarse de la posible lluvia esta capa, que, además de cubrirles el cuerpo, tenía entre los hombros una capucha para poder cubrirse la cabeza si empezaba a llover. Por esto, pues, aún hoy en día, por tal recuerdo a esta capa se le llama pluvial, o sea para la lluvia, y por la misma razón, en acuerdo de su origen, se le añade en su puesto adecuado una capucha. Conviene saber que es obligatoria, cuando se tiene, para ciertas ceremonias o bendiciones más solemnes, por ejemplo la bendición anual de las candelas, de la ceniza, de los ramos y del fuego nuevo; también debe llevarse en la bendición con la custodia durante la exposición del Santísimo, así como en una procesión eucarística. No es de uso exclusivo del Sacerdote, pero no pueden usarla los seglares.
    14- Humeral o paño de hombros. Es el velo blanco que se usa para llevar el Santísimo Sacramento, reliquias, etc.