El Ofertorio



Como su nombre indica el ofertorio consiste en la ofrenda de la víctima.
Durante los primeros siglos el ofertorio consistía solamente en el gesto de ofrenda de la hostia y
del cáliz. Se trataba de un rito minuciosamente reglamentado pero “mudo”.
Más tarde, durante la época carolingia, el desarrollo de la liturgia comporta que diversos ritos que
hasta entonces se limitaban al gesto fuesen acompañados por oraciones que expliquen su
significado.
Es entonces cuando se elaboran las oraciones de nuestro ofertorio. En ellas se expresa mediante
palabras el sentido del gesto de ofrecer la hostia y el cáliz antes de su consagración. De hecho,
una vez que las liturgias alcanzan un cierto grado de madurez ya no basta para empezar con la
plegaria eucarística que las materias de pan y vino se hallen presentes en debida cantidad y
calidad; es preciso que se coloquen con las ceremonias y oraciones correspondientes encima del
altar, con lo cual entran ya en el movimiento oblativo que culminará en la consagración. Por eso
lo que se ofrece a Dios no es el pan y el vino en si mismos, sino el cuerpo y la sangre de Cristo
que dentro de poco se harán presentes sobre el altar bajo las apariencias de pan y vino.
La oración de ofrenda de la hostia Suscipe, sancte Pater es de origen galicano. El testimonio escrito
mas antiguo que conservamos de ella data del año 877.
La fórmula de ofrenda del cáliz Offerimus tibi Domine aparece escrita por vez primera en un
sacramentario conservado en el monasterio de San Galo (Suiza) y que data de los siglos IX – X.
Estas oraciones las pronuncia el sacerdote en voz baja por tratarse de oraciones privadas nacidas
(como ya hemos explicado) de la necesidad de acompañar los gestos con fórmulas que expliciten
su significado.
Los autores de la reforma del misal en tiempos de Pablo VI no supieron apreciar el sentido y el
valor de estas oraciones. Al debilitar el vínculo profundo entre ofertorio y consagración ya no
vieron lógico llamar al pan Hostiam inmaculatam ni al vino Calicem salutaris.
Así que para reemplazar las oraciones del rito romano los reformadores buscaron otras en los
demás ritos cristianos (tanto orientales como occidentales). Pero tuvieron que constatar que todas
las tradiciones litúrgicas cristianas o no tenían oraciones de ofertorio (sólo el gesto mudo) o si las
tenían su contenido era análogo al de las que querían cambiar.


Lo que hicieron entonces fue copiar unas oraciones judías para bendecir la comida. Esas son las
oraciones del ofertorio en la forma ordinaria. En ellas se dan gracias a Dios por el pan y por el
vino que es lo que se presenta a Dios.
Sin ánimo de polémica, creo que es muy de lamentar que se haya ignorado toda la tradición
cristiana para reemplazarla por unas fórmulas judaicas en las que no aparece ninguna referencia a Cristo.
Durante el ofertorio tiene lugar un numeroso conjunto de ceremonias (incensaciones, bendición
e imposición del agua, lavatorio de manos, signos de cruz, etc.) Faltos de tiempo no podemos
detenernos en cada una de ellas. Vamos a considerar tan sólo uno de dichos ritos, que es propio
de la forma extraordinaria. El celebrante, una vez ofrecida la hostia, la deposita directamente
sobre los corporales. La patena no volverá a servir hasta la fracción y comunión. Este rito pone
de manifiesto de forma simbólica la diferencia entre inmolación y comunión. El sacrificio (es
decir, la consagración) se realiza directamente sobre el ara. Más tarde, cuando llega el momento
de participar a la carne de la víctima inmolada se la coloca sobre la bandeja, es decir, la patena.

" Qué es la Holofonía "

El sonido holofónico, u holofonía es una técnica de espacialización sonora.La holofonía viene a ser para el audio lo que la holografía para la imagen. Para conseguir que el cerebro sea capaz de adivinar la posición de la fuente de sonido, se graban las secuencias de cada oído independientemente empleando una cabeza de dummy equipada con dos micrófonos omnidireccionales situados a la altura de

Diez monjas episcopalianas se convierten al catolicismo


Una comunidad de monjas episcopalianas y su capellán, en Baltimore, EE.UU., serán recibidas en la Iglesia Católica el próximo 3 de septiembre. La ortodoxia y la unidad son las razones que han movido a estas religiosas; muy decepcionadas por las decisiones de la Iglesia Episcopal de ordenar mujeres sacerdotes, consagrar un obispo gay y diversas confusiones en temas morales. Las religiosas mantendrán el uso litúrgico anglicano dentro del catolicismo, y han manifestado un gran afecto por Benedicto XVI.

La crisis postconciliar


Habían anunciado una primavera y sobrevino un riguroso invierno. El cardenal König, miembro de la comisión preparatoria dijo: "Un número considerable de obispos romanos con visiones estrictamente tradicionales estaban decididos a impedir cualquier paso que supusiera un avance. No estaban interesados en el aggiornamento (la puesta al día) porque lo consideraban peligroso para la fe".

Los frutos amargos producidos durante y después del concilio dieron ampliamente razón a estos obispos entre los cuales se encontraban el cardenal Ottaviani y Mons. Lefebvre. Es muy posible que el comienzo de la crisis no fuera exactamente postconciliar, pues se ha puesto justamente de relieve que los primeros síntomas aparecieron ya antes de que el concilio concluyera sus trabajos. Pero es también indudable que fue una vez concluido el Vaticano II y a lo largo de los años que siguieron cuando la crisis alcanzó extraordinaria amplitud, abusando incluso en la liturgia y despreciando los hábitos y sotanas, y esto pasó a convertirse en un fenómeno que afectó a la Iglesia universal".

Hicieron un concilio ¿para provocar la crisis de la fe en toda la Iglesia; una crisis para perder almas; un cisma al que condenan y llaman Lefebvrista?

Los modernistas, progresistas y liberales quisieron adaptar la Iglesia al tiempo actual prometiendo que iban a provocar una primavera en la Iglesia, un Nuevo Pentecostés; y ¿qué pasó? La Iglesia en los cinco continentes fue afectada en su fe, en su moral, en su disciplina, en su culto, en su prestigio, en todo, sin excepción. Pero los frutos prometidos nunca aparecieron. Nuestro Señor Jesucristo dijo "por el fruto se conoce el árbol" (Mt.12, 33). ¿Qué tipo de árbol es el concilio vaticano II? Si el concilio no contiene graves errores, ni ambigüedades, entonces ¿por qué provocó una crisis general? Si fue mal aplicado ¿por qué el Vaticano no condenó, o excomulgó a las autoridades de las ruinas? ¿Por qué las autoridades del Vaticano condenaron únicamente a los obispos y sacerdotes que querían permanecer fieles a la fe íntegra de 2.000 años?

La degollación de San Juan Bautista


Hay un trayecto que sigue al cumplimiento de un juramento, fruto de un baile que agradó mucho al rey y a sus invitados. Desde la mesa del banquete, preparado para celebrar el cumpleaños del rey Herodes, donde Salomé había pedido la cabeza del Bautista, por instigación de su madre, se baja a la cárcel donde se está llevando a cabo la orden dada por el monarca, en presencia de la muchacha, hasta el momento en que, subiendo, de nuevo alrededor de aquella mesa, se trae como un trofeo la cabeza cortada del Bautista.

Lejos de los palacios del rey y de su vida mundana se desarrolló la vida de este profeta. En las prisiones de esos palacios y durante sus fiestas finalizó la vida de este profeta. En el desierto, con su predicación, él preparó el camino para el Mesías; en la cárcel, con el eco de las obras y de la respuesta de Jesús, Juan se preparó para el encuentro con el Esposo.

Con el agua del Jordán bautizó a aquel por quien él deseaba ser bautizado. Con su sangre, que se derramaba desde una bandeja, fue bautizado en presencia de aquel que vino después de él. Juan había dado saltos de gozo, al escuchar el saludo de María, cuando aún se encontraba en el seno de Isabel. Ahora, para completo gozo suyo, allá en la cárcel y sobre aquella bandeja: Cristo estaba creciendo y él, en cambio, estaba disminuyendo.

Y Herodes lo mandó detener, lo encadenó y lo metió en una prisión, pero sin atreverse precisamente a matar y eliminar a la "Palabra profética" (2Pe 1,19). En cambio, la mujer del rey de la Troconítida, que era la personificación de una opinión pérfida y de una perversa enseñanza, parió una hija de nombre semejante al suyo. Sus movimientos, aparentemente armoniosos, agradaron mucho a Herodes, a quien gustaban las realidades de aquella generación. Y fueron causa de que el pueblo, a partir de entonces, no tuviera ya una destacada figura profética. Y llegó la cosa hasta tal punto que los movimientos del pueblo de los judíos, que aparentemente se ajustaban a la Ley, no fueran sino los movimientos de la hija de Herodías. Pero el baile de Herodías era lo opuesto a una danza sagrada, y los que lo bailan, serán reprobados y escucharán que se les dice: "Os hemos tocado la flauta y no habéis bailado" (Mt 11,17).

Ellos bailan para celebrar el cumpleaños del monarca, mientras reina sobre ellos una doctrina impía, que complace sus movimientos...

Así y todo hay que dar gracias a Dios, porque, aunque la gracia profética le haya sido quitada al pueblo, una gracia más grande que toda gracia profética se ha derramado sobre las naciones por medio de nuestro Salvador Jesús, "que llegó a ser libre de entre los muertos" (Sal 87, 6). "En efecto, él fue crucificado en razón de su flaqueza, pero ahora vive por el poder de Dios" (2Cor 13, 4).

Considera, además, a aquel pueblo, en el que se determinaran cuáles son los alimentos puros y los impuros, y se desprecia a la profecía, ofrecida en un plato como si fuera un manjar. Los judíos ya no tienen al jefe de la profecía por haber renegado de Cristo Jesús, el punto capital de toda profecía.

El profeta es decapitado a causa de un juramento que habría sido mejor violarlo que mantenerlo. En efecto, no se podía colocar al mismo novel la culpa de hacer juramentos a la ligera, y el hecho de violarlos por haber sido hechos a la ligera. No se puede parangonar el delito de eliminar a un profeta con la obligación de mantenerse fiel a un juramento.

Además, debemos prestar atención al hecho de que Herodes no manda dar muerte a Juan a la luz del sol, sino que lo hace a escondidas y en la prisión. En realidad, el actual pueblo de los judíos no reniega abiertamente de las profecías, pero reniega de ellas como puede y a ocultas, y su incredulidad queda desenmascarada por este hecho. En efecto, así como habrían creído en Jesús si hubieran creido en Moisés, de la misma manera si hubieran creído en los profetas, habrían creído también en Aquel de quien los profetas habían profetizado. Pero, al no creer en él, no creen tampoco en los profetas, y metiendo en prisión a la "Palabra profética", la mutilan. Poseen esa Palabra muerta, mutilada, sin ninguna parte sana, porque no la comprenden. Nosotros, en cambio, habiéndose cumplido la profecía que dice de él: "No le quebrarán hueso alguno" (Jn 19, 36).


Orígenes, Comentario al Evangelio de Mateo.
ORACIÓN:
Haced, os lo suplicamos, Señor,
que la piadosa solemnidad del
bienaventurado Juan Bautista,
vuestro precursor y mártir, nos
obtenga gracias eficaces de salvación.
Vos que, siendo Dios, vivís y reináis
en unidad con el Padre y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos. Amén.