Una ola de miedo azota a Buenos Aires
Luego de una semana cargadísima de victorias electorales intrascendentes y de políticos arrojados al vacío, de muertes evitables y automovilistas desinformados con cara de culo, de muchos tires y pocos aflojes, a nuestra encuestadora de cabecera, María Laura Excel, se le dio por medir el índice de cagazo de los porteños y salió en roller a recorrer las bicisendas de la Ciudad Autómata de Buenos Aires para llegar a descubrimientos insospechados.
Entre los datos duros que recogió se desprende que el 82% de los policías metropoles tienen un julepe bárbaro de que los manden a laburar por la misma guita a comunas diferentes de la 12 y la 15, mientras que otro 82%, pero de los policías federales, ya se ven los domingos custodiando heladeras para ver los partidos en directo desde la cocina de su casa.
Mientras que en un picado grueso de datos encuesteriles, el 33,76% de suegras, esposas e hijas del barrio de Belgrano temen por su vida y reclaman que Barreda se mude de inmediato a la zona sur; al tiempo que en ámbitos altamente culturales el 44% de los asistentes al Bafici están que se les frunce el tuje por miedo a que las películas que vayan a ver sean demasiado buenas, y en cuestiones deportivas, el 59,85% de hinchas de Boca Jrs. ven en el retiro de Martín Palermo la posibilidad concreta de que su equipo descienda en el próximo campeonato, a la vez que el 99.99% de heridos de bala temen ser rescatados por el SAME, y en especial por su director, Alberto Crecenti, que le da no sé qué ensuciar con barro las cubiertas de sus ambulancias.
Además nuestra encuestadora observa que el 120% de las planchitas con las que se hace alisar el pelo Nilda Garré tienen un cagasete tremendo de que la ministra se enoje por algún pelo descarriado y las convierta en rizadoras. En tanto que un 67,99% de los dueños de bares y restaurantes porteños están aterrorizados de quedarse sin provisiones con sólo pensar que se van a reunir Claudio Lozano y Graciela Ocaña para ultimar detalles de la campaña en sus locales.
Por último, ya con las rueditas de sus roller gastadísimas, María Laura Excel paró en el bar de la Facultad de Ingeniería a comerse un yogursito para el tránsito lento, y pudo constatar que el 99.85% de los estudiantes temen que el portazo dado al flamante y nunca mejor ignorado vicepresidente, Julio Ahora Qué Hago Cobos, por parte de sus correligionarios, repercuta en su casa de estudios cuando el maratonista tenga que empezar a ojear los clasificados después de octubre.