Perla Szuchmacher comenzó con Ariel Bufano y Hugo Midón, además de trabajar en TV en el recordado Este es mi mundo
Por Juan Garff
La obra teatral de Perla Szuchmacher, la actriz y directora argentina fallecida esta semana en México, supo dirigirse al público infantil -y a los padres que lo suelen acompañar- con una feliz combinación de humor, sutileza y franqueza en el tratamiento de temáticas que muchos suponían vedadas para su representación frente a los niños.
Perla Szuchmacher tuvo buena cuna para las artes escénicas dedicadas a los chicos: después de una infancia de juegos teatrales, compartida con su hermano Rubén, en la que ofrecían abundante vestuario para la fantasía -los retazos de tela del taller de confección de sus padres-, estudió expresión corporal con Patricia Stokoe en la época dorada del Collegium Musicum, cuando se contaban entre sus pedagogos artistas de la talla de Violeta Gainza, Marga Grajer y María Teresa Corral. Y se formó como actriz en el Instituto de Teatro de la Universidad de Buenos Aires, dirigido -hasta La Noche de los Bastones Largos- por Oscar Fessler, de donde salió para formar parte del elenco de Los caprichos del invierno , en 1967, dirigida por Ariel Bufano.
Uno de sus compañeros de elenco en esa obra, también egresado del Instituto de Teatro de la UBA, fue Hugo Midón, quien la incluyó como actriz en su primer estreno, la mítica La vuelta manzana , en 1970. Pasó también por la televisión en la mejor compañía, como una de las animadoras, junto con la debutante Julieta Magaña, de Este es mi mundo , dirigida y producida por María Inés Andrés, entre 1974 y 1976.
El golpe militar significó el despido en el canal y poco después la salida del país, a México, con una valiosa experiencia a cuestas, pero sin la posibilidad inmediata de insertarla en una plaza que entonces tenía un escaso desarrollo en el teatro para chicos. Su primer abordaje fue la enseñanza de expresión corporal, recién en 1990 volvió plenamente al teatro, al formar con Larry Silberman, otro argentino radicado en México, el Grupo 55, al que se integró más tarde el escenógrafo Jorge Ferro.
Después de una etapa inicial de "importación" de textos teatrales de autores argentinos, como Manuel González Gil y Héctor Presa, comenzó a escribir sus propias obras, que tomaron desde el vamos un perfil de franqueza despojada de prejuicios para poner en escena los conflictos que viven los niños, tanto los propios de su edad como los que los afectan desde su entorno. El desempleo de los padres, los silencios incómodos que rodean algunas situaciones, las discriminaciones de género fueron algunas de las temáticas desplegadas por Perla Szuchmacher en una dramaturgia que alcanzó notable reconocimiento público en su patria adoptiva.
Recién en los últimos años, le llegó ese reconocimiento de su país de origen. En 2000, participó con Inútil presentarse sin cumplir los requisitos en el Festival del Mercosur en Córdoba y retornó a la Argentina en 2003 con una puesta en escena de Malas palabras para el primer Festival de Atina en Buenos Aires.
Esta visita sirvió ante todo para generar el encuentro con quienes habían seguido desarrollos similares en la Argentina y también en otras latitudes. A la par de la globalización del gran espectáculo, que sale en giras mundiales con shows multitudinarios y multimillonarios, se produjo una de directores y dramaturgos independientes que comenzaron a tejer una red internacional cada vez más consistente. Perla Szuchmacher fue parte de este movimiento, que tiene por otros interlocutores a la prestigiosa dramaturga Suzanne Lebeau, en Canadá; al director argentino Marcelo Díaz, primero en Alemania y en Suiza, y ahora en España; así como a la autora María Inés Falconi, en la Argentina, entre otros. Un ejemplo de esta interacción fructífera fue el taller sobre temas tabú en el teatro para niños dado por Szuchmacher en 2008 junto con el sueco Robert Sjöblom en Caracas para artistas teatrales de toda Iberoamérica, organizado desde Buenos Aires y financiado desde Escandinavia.
Fuente: La Nación