La Trastienda domingo 16/5 a las 21 horas
Referente del soul y del funk, el músico carioca se declara fan del rock argentino y del Flaco en particular. En su nueva visita a Buenos Aires, presentará su CD Piquenique, que implica su regreso al pop y a la pista de baile.
Por Yumber Vera Rojas
Aunque la Biblia le estampó una connotación maligna, el seis es el número del equilibrio. O por lo menos así lo creyeron el matemático griego Euclides, quien lo supuso como perfecto por ser igual a la suma de sus divisores; la Cábala, debido a que le adjudicó el podio de la belleza; y hasta San Ambrosio, que lo convirtió en el símbolo de la armonía sublime. No obstante, el escéptico y el supersticioso, aparte de la tribu funky porteña, tendrán esta noche a las 21 la chance de comprobar el carácter eurítmico y cadencioso del guarismo una vez que Ed Motta suba al escenario de La Trastienda, ya que concretará su sexta actuación en Buenos Aires.
Luego de enumerar sus incursiones porteñas y de recordar los escenarios en los que se presentó, el cantautor brasileño se jacta de su estrecha relación con la Argentina. “Mi primer recital fue en 1995, en un espacio del Hotel Bauen llamado Oliverio Always”, evoca. “Desde entonces, mi conexión con la cultura local ha sido muy estrecha, principalmente con la música. Me gusta desde el jazz que se hace allá y que siempre coleccioné, hasta el rock argentino, que es el más interesante de América latina.”
Esto último podría quedarse en el mero y convencional piropo si no fuera porque Motta ostenta una colección de 30 mil discos. “Te mentiría si te dijera cuál es mi disco favorito de entre todos los que atesoro, mas sí puedo destacar algunas rarezas argentinas que conservo como, los primeros álbumes solistas del bajista Alfredo Remus o el segundo trabajo de Pescado Rabioso”, afirma esta figura insigne del soul, del funk y del jazz que se cultiva en el vecino país. “En realidad, de Spinetta tengo todo. Almendra, Invisible y Spinetta Jade, que es la etapa que más me gusta.” Pero su devoción por el Flaco es tan magnánima que no encuentra parangón en la inmensa iconografía musical de Brasil. “No existe nadie igual acá”, se lamenta. “Sería culturalmente muy bueno para nosotros que tuviéramos un Spinetta. Si bien es inconfundible su personalidad lírica, musicalmente es muy rico. Lo que más recuerdo de mi último recital en Argentina fue mi necesidad de conocerlo. El también tocó en el mismo Personal Fest en el que yo actué (2007), y fui hasta su camarín para saludarlo. Es lejos uno de los grandes artistas de América latina. De México para abajo el asunto es con él.”
Desde su Río de Janeiro natal, en el departamento que alberga el espeso muestrario de títulos que apenas le permite tener una televisión y un sofá, Ed Motta atiende esta entrevista. En realidad, se trata de una suerte de oficina. Al mismo tiempo que se desarrolla la tertulia telefónica, en su hogar se encuentra su esposa, la caricaturista Edna Lopes (autora del fantástico libro de comics Amanha ao Deus dará), quien coescribió las letras de las canciones del nuevo disco del exponente carioca, Piquenique (2009), que expone a la audiencia local (el primer show en La Trastienda fue anoche y hoy repite). El dato curioso es que la química compositiva entre la pareja surgió tras 20 años de matrimonio. “A pesar de que nunca lo hicimos, surgió espontáneamente. Comenzó como una broma mientras estábamos en casa tomando vino. Ella fue una gran influencia en este álbum.” Y es que los temas emanan esa sensación de historietas. “Considero mis discos como películas. Puedo hacer uno ambientado en una época, otro de investigación científica, de drama o incluso un western. Tengo un sentido bien cinematográfico de la música. Este trabajo es una oda a la alegría, un disco de música claramente pop y encarado concienzudamente de esa manera.”
Tras editar el acústico Chapter 9 (2008), Piquenique denota el regreso de Ed al pop y a la pista de baile. Fue recibido con tanta alegría en Brasil que su vigor fue comparado con el de Manual pratico para festas, bailes e afins, Vol. 1 (1997), considerada su mejor producción. “Manual pratico... fue mi disco más vendido. Sin embargo, Dwitza (2002) y Aystelum (2005) son los álbumes que mejor trato tuvieron por parte de la crítica europea, estadounidense y japonesa. De hecho, el último de éstos fue estudiado en la Universidad de Los Angeles. Sucede que la prensa brasileña les da más importancia a mis trabajos comerciales y la extranjera a los conceptuales.” Esta décima entrega discográfica, que tiene a Rita Lee como coautora en el tema “Nefertiti” (título elegido para tributar al homónimo clásico del jazz de Miles Davis, publicado en 1967) y donde deslumbran duetos junto a María Rita y Mayra Bravo, simboliza la insaciable curiosidad sonora de este cantautor del “gigante del Sur”. “Ya yo hice muchas cosas diferentes: música para teatro y cine, discos inspirados en el free jazz y otros de pop y funk. Espero no haber agotado todo lo que me falta por descubrir musicalmente.”
Sobrino del legendario Tim Maia, Ed Motta se convirtió en uno de los seguidores de su legado al fundir, a través de una actitud lúdica y al mismo tiempo experimental, los géneros urbanos afroestadounidenses con el samba y la MPB. Este año, que se cumplen 25 del lanzamiento del volumen uno de Racional –una de las producciones más representativas del desaparecido iconoclasta de la música brasileña–, su sobrino lo recuerda. “Racional es un álbum que se hizo muy conocido gracias a los coleccionistas de todo el mundo. Creo que la rareza de sus letras, el enfoque con el que se encaró, la secta que lo inspiró y todo lo extramusical que lo envuelve fue lo que le dio ese status de disco de culto. Pero sonoramente no es el más simbólico. El mejor trabajo de Tim fue uno homónimo que hizo en inglés en 1976.” A pesar del heraldo que legó Maia en las nuevas generaciones de músicos brasileños, a Ed no le interesan los sucesores. “Acompaño poco y nada la escena actual. No me inquieta lo que está pasando en Nueva York o Buenos Aires en este momento. Me interesan más Crucis o La Máquina de Hacer Pájaros. Prefiero escuchar lo que se generó en los sesenta y setenta.”
Músico de hard rock devenido hacia la mixtura groovera, el cantautor carioca no sólo es indiferente a los flamantes sonidos sino a las manifestaciones artísticas actuales. “El arte en estos días es un reflejo de nuestro mundo”, ajusticia. “Estamos desprovistos de valores intelectuales tanto en la música como en el cine. No me interesa mucho el pensamiento contemporáneo, por eso siempre me pregunto cómo puedo vivir en el Brasil de hoy. Básicamente, sobrevivo (ríe).” Crítico gastronómico solícito (se lo puede leer usualmente en varias revistas brasileñas), Motta suspira porque en esta visita no podrá hacerse de un asadito. “Infelizmente, desde hace dos años no como carne de res. Estoy cumpliendo una promesa, así que sólo consumo pato, pollo y pescados. Lo que adoré, mientras logré probarlo, fue la molleja. Además me volvía loco con el chinchulín.” Lo que sí se permitirá en esta oportunidad es el armado de un set que hará vibrar hasta al más apático. “El recital que presentaré creo que es el más bailable que llevé para allá. Los otros tuvieron una mayor influencia del jazz. Estoy seguro de que a la nación funky porteña le encantará."
Fuente: Página 12