Excelencias de la sotana


Esta breve colección de textos nos recuerda la importancia del "uniforme sacerdotal", la sotana o hábito talar. Valga otro tanto para el hábito religioso propio de las órdenes y congregaciones. En un mundo secularizado, no hay mejor testimonio cristiano de parte de los consagrados a Dios que la vestimenta sagrada en los sacerdotes y religiosos.


Siete excelencias de la sotana


"Fíjese si el impacto de la sotana es grande ante la sociedad, que muchos regímenes anticristianos la han prohibido expresamente. Esto debe decirnos algo. ¿Cómo es posible que ahora, hombres que se dicen de Iglesia desprecien su significado y se nieguen a usarla?"


Hoy en día son pocas las ocasiones en que podemos admirar a un sacerdote vistiendo su sotana. El uso de la sotana, una tradición que se remonta a tiempos antiquísimos, ha sido olvidado y a veces hasta despreciado en la Iglesia posconciliar. Pero esto no quiere decir que la sotana perdió su utilidad sino que la indisciplina y el relajamiento de las costumbres entre el clero en general es una triste realidad.La sotana fue instituida por la Iglesia a fines del siglo V con el propósito de darle a sus sacerdotes un modo de vestir serio, simple y austero. Recogiendo esta tradición, el Código de Derecho Canónico impone el hábito eclesiástico a todos los sacerdotes (canon 136). Contra la enseñanza perenne de la Iglesia está la opinión de círculos enemigos de la Tradición que tratan de hacernos creer que el hábito no hace al monje, que el sacerdocio se lleva dentro, que el vestir es lo de menos y que lo mismo se es sacerdote con sotana que de paisano.Sin embargo, la experiencia demuestra todo lo contrario, porque cuando hace más de 1.500 años la Iglesia decidió legislar sobre este asunto fue porque era y sigue siendo importante, ya que ella no se preocupa de niñerías.Seguidamente exponemos siete excelencias de la sotana condensadas de un escrito del ilustre Padre Jaime Tovar Patrón.


1º - El recuerdo constante del sacerdote


Ciertamente que, una vez recibido el orden sacerdotal, no se olvida fácilmente. Pero nunca viene mal un recordatorio: algo visible, un símbolo constante, un despertador sin ruido, una señal o bandera. El que va de paisano es uno de tantos, el que va con sotana, no. Es un sacerdote y él es el primer persuadido. No puede permanecer neutral, el traje lo delata. O se hace un mártir o un traidor, si llega el caso. Lo que no puede es quedar en el anonimato, como un cualquiera. Y luego... ¡Tanto hablar de compromiso! No hay compromiso cuando exteriormente nada dice lo que se es. Cuando se desprecia el uniforme, se desprecia la categoría o clase que éste representa.


2º - Presencia de lo sobrenatural en el mundo

No cabe duda que los símbolos nos rodean por todas partes: señales, banderas, insignias, uniformes... Uno de los que más influjo produce es el uniforme. Un policía, un guardián, no hace falta que actúe, detenga, ponga multas, etc. Su simple presencia influye en los demás: conforta, da seguridad, irrita o pone nervioso, según sean las intenciones y conducta de los ciudadanos.Una sotana siempre suscita algo en los que nos rodean. Despierta el sentido de lo sobrenatural. No hace falta predicar, ni siquiera abrir los labios. Al que está a bien con Dios le da ánimo, al que tiene enredada la conciencia le avisa, al que vive apartado de Dios le produce remordimiento.Las relaciones del alma con Dios no son exclusivas del templo. Mucha, muchísima gente no pisa la Iglesia. Para estas personas, ¿qué mejor forma de llevarles el mensaje de Cristo que dejándoles ver a un sacerdote consagrado vistiendo su sotana? Los fieles han levantando lamentaciones sobre la desacralización y sus devastadores efectos. Los modernistas claman contra el supuesto triunfalismo, se quitan los hábitos, rechazan la corona pontificia, las tradiciones de siempre y después se quejan de seminarios vacíos; de falta de vocaciones. Apagan el fuego y luego se quejan de frío. No hay que dudarlo: la desotanización lleva a la desacralización.


3º - Es de gran utilidad para los fieles


El sacerdote lo es, no sólo cuando está en el templo administrando los sacramentos, sino las veinticuatro horas del día. El sacerdocio no es una profesión, con un horario marcado; es una vida, una entrega total y sin reservas a Dios. El pueblo de Dios tiene derecho a que lo asista el sacerdote. Esto se les facilita si pueden reconocer al sacerdote de entre las demás personas; si éste lleva un signo externo. El que desea trabajar como sacerdote de Cristo debe poder ser identificado como tal para el beneficio de los fieles y el mejor desempeño de su misión.


4º - Sirve para preservar de muchos peligros


¡A cuántas cosas se atreverán los clérigos y religiosos si no fuera por el hábito! Esta advertencia, que era sólo teórica cuando la escribía el ejemplar religioso P. Eduardo F. Regatillo, S. I., es hoy una terrible realidad.

Primero, fueron cosas de poco bulto: entrar en bares, sitios de recreo, alternar con seglares, pero poco a poco se ha ido cada vez a más.

Los modernistas quieren hacernos creer que la sotana es un obstáculo para que el mensaje de Cristo entre en el mundo. Pero, al suprimirla, han desaparecido las credenciales y el mismo mensaje.

De tal modo, que ya muchos piensan que al primero que hay que salvar es al mismo sacerdote que se despojó de la sotana supuestamente para salvar a otros.

Hay que reconocer que la sotana fortalece la vocación y disminuye lasocasiones de pecar para el que la viste y los que lo rodean. De los miles que han abandonado el sacerdocio después del Concilio Vaticano II, prácticamente ninguno abandonó la sotana el día antes de irse: lo habían hecho ya mucho antes.



5º - Ayuda desinteresada a los demás



El pueblo cristiano ve en el sacerdote el hombre de Dios, que no busca su bien particular sino el de sus feligreses. La gente abre de par en par las puertas del corazón para escuchar al padre que es común del pobre y del poderoso. Las puertas de las oficinas y de los despachos por altos que sean se abren ante las sotanas y los hábitos religiosos. ¿Quién le niega a una monjita el pan que pide para sus pobres o sus ancianitos? Todo esto viene tradicionalmente unido a unos hábitos. Este prestigio de la sotana se ha ido acumulando a base de tiempo, de sacrificios, de abnegación. Y ahora, ¿se desprenden de ella como si se tratara de un estorbo?


6º - Impone la moderación en el vestir


La Iglesia preservó siempre a sus sacerdotes del vicio de aparentar más de lo que se es y de la ostentación dándoles un hábito sencillo en que no caben los lujos. La sotana es de una pieza (desde el cuello hasta los pies), de un color (negro) y de una forma (saco).

Los armiños y ornamentos ricos se dejan para el templo, pues esas distinciones no adornan a la persona sino al ministro de Dios para que dé realce a las ceremonias sagradas de la Iglesia.Pero, vistiendo de paisano, le acosa al sacerdote la vanidad como a cualquier mortal: las marcas, calidades de telas, de tejidos, colores, etc.

Ya no está todo tapado y justificado por el humilde sayal. Al ponerse al nivel del mundo, éste lo zarandeará, a merced de sus gustos y caprichos. Habrá de ir con la moda y su voz ya no se dejará oír como la del que clamaba en el desierto cubierto por el palio del profeta tejido con pelos de camello.


7º - Ejemplo de obediencia al espíritu y legislación de la Iglesia


Como uno que comparte el Santo Sacerdocio de Cristo, el sacerdote debe ser ejemplo de la humildad, la obediencia y la abnegación del Salvador. La sotana le ayuda a practicar la pobreza, la humildad en el vestuario, la obediencia a la disciplina de la Iglesia y el desprecio a las cosas del mundo. Vistiendo la sotana, difícilmente se olvidará el sacerdote de su papel importante y su misión sagrada o confundirá su traje y su vida con la del mundo.

Estas siete excelencias de la sotana podrán ser aumentadas con otras que le vengan a la mente a usted. Pero, sean las que sean, la sotana por siempre será el símbolo inconfundible del sacerdocio porque así la Iglesia, en su inmensa sabiduría, lo dispuso y ha dado maravillosos frutos a través de los siglos.


Notas


- El autor: El Padre Jaime Tovar Patrón, coronel capellán, ocupó importantes responsabilidades en el Vicariato Castrense. Oriundo de Extremadura, España, fue rotundo orador sacro. Autor del libro Los curas de la Cruzada, auténtica enciclopedia de los heróicos sacerdotes que desarrollaron su labor pastoral entre los combatientes de la gloriosa Cruzada de 1936. Es además, una historia del sacerdocio castrense. Falleció en enero del 2004.


- Código de Derecho Canónico (1983): Título III. De los ministros sagrados o clérigos 284 Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar. 285. 1. Absténganse los clérigos por completo de todo aquello que desdiga de su estado, según las prescripciones del derecho particular. 2. Los clérigos han de evitar aquellas cosas que, aun no siendo indecorosas, son extrañas al estado clerical.


- CONVIENE RECORDAR: Muchos sacerdotes y religiosos mártires han pagado con su sangre el odio a la fe y a la Iglesia desatado en las terribles persecuciones religiosas de los últimos siglos. Muchos fueron asesinados sencillamente por vestir la sotana. El sacerdote que viste su sotana es para todos un modelo de coherencia con los ideales que profesa, a la vez que honra el cargo que ocupa en la sociedad cristiana.

Si bien es cierto que el hábito no hace al monje, también es cierto que el monje viste hábito y lo viste con honor. ¿Qué podemos pensar del militar que desprecia su uniforme? ¡Lo mismo que del cura que desprecia su sotana!


# Año Sacerdotal 2009-2010


Hilarión Alféyev obispo ortodoxo ruso a favor de la Tradición apostólica


Un personaje distinto y distinguido. No hace mucho estuvo reunido con S.S. Benedicto XVI y las entrevistas dan mucho que hablar, sobre todo cuando se ve que estamos muy cerca de la "plana comunión" tocante a artículos tan fundamentales de la Eclesiología como el Primado del Papa, histórica piedra de escándalo para las Iglesias ortodoxas de la tradición bizantina. Respecto a otros particulares del dogma, también recuerdo haber leído algunas opiniones de Alfeyev sobre algunos puntos de Escatología (Purgatorio etc.) que se distancian de lo que confiesa y enseña la Iglesia Católica. Son las naturales (sobrenaturales!) distancias; comprensibles a pesar de no ser aceptables.

Pero cuando aparece un personaje como Hilarión Alfeyev parece como si el milenio que separa a la Rusia cristiana de la Roma Eterna se acortara. Por comprensión, por sintonía, con esperanza.

Admiro la cultura rusa, la historia de Rusia, y a la Iglesia Ortodoxa rusa desde niño. Por una atracción que primero fue "visual-estética". Admiré todo el rutilante mundo de belleza formal-espiritual en que se desenvolvía la liturgia ortodoxa rusa; precisamente cuando nosotros mismos hemos sido testigos del despojamiento y aniquilación de nuestra Liturgia Romana, bajo el insuficiente pretexto de la "simplificación" y la "renovación" que encubría una aberrante desacralización, acompañada la mayoría de las veces por un vacío de fe y una devaluación cultural y que gracias a Dios se está recuperando y volviendo a su uso en muchas parroquias que antes no se celebraba...


Las notas de las agencias de noticias comentaban la "sintonía" cordial entre dos hombres de Iglesia (salvando las distancias) que además comparten su amor/vocación también musical. Seguro que fue una entrevista digna de ser compartida en directo.


Yo me quedo con una frase de Hilarión Alfeyev recogida en una entrevista que le hicieron con motivo de ese encuentro con el Papa:

"A los quince años, entré por primera vez en el santuario del Señor, el Santo de los Santos de la Iglesia ortodoxa. Pero fue solo después de mi entrada en el altar cuando comenzaron la 'teourgia', el misterio que continúa hasta el día de hoy"..."Después de mi ordenación, ví mi destino y mi principal llamada al servicio de la Liturgia Divina. De hecho, todo lo demás, como los sermones, la atención pastoral y la erudición teológica, se centra en el punto de interés principal de mi vida, la liturgia".










" Crean Bateria Nuclear en miniatura "

___Las baterías siempre han sido el talón de Aquiles de los dispositivos móviles. Los diseñadores de aparatos electrónicos de consumo masivo, como ordenadores portátiles o reproductores de medios, a menudo utilizan pantallas más pequeñas o menos brillantes para economizar la escasa cantidad de energía que almacenan sus baterías. La solución a este problema podría ser una nueva clase de batería

El porqué de la Misa católica con el Misal de S.S. SAN PÍO V


La misa católica fue codificada por S.S. San Pío V en el año de 1570, esto significa que este Pontífice no inventó un rito sino que estableció la estructura de la misa respetando la Tradición ininterrumpida de Cristo, de los apóstoles, de los Santos Padres, de los primeros siglos del cristianismo y de los Pontífices anteriores. Al tener sus orígenes en los mismos apóstoles también es conocida como misa apostólica o misa tridentina por ser esa labor de codificación resultado de un ordenamiento del Concilio dogmático de Trento.

Todos los sacerdotes católicos del rito latino que hayan sido ordenados hace más de treinta años han celebrado el Santo Sacrificio de la Misa con este misal, hasta por lo menos a finales de la década de los años sesenta, fecha en que se efectuó la reforma litúrgica. Esta misa ha estado vigente durante muchos siglos en la Iglesia Católica y ha producido grandes santos y enormes frutos en la historia de la cristiandad.


ESTE RITO ESTÁ VIGENTE


Este rito, contra lo que algunos mal informados pudieran pensar, está vigente por su antigüedad multisecular conforme al canon 28 del Nuevo Código (canon 30 del Código anterior) que señala que una nueva ley no revoca las costumbres centenarias o inmemoriables a no ser que se les cite EXPRESAMENTE. Al no haber sido explícitamente abrogado en la Constitución Apostólica Missale Romanum de S.S. Pablo VI, el rito tradicional –alabado por el propio Pablo VI- continúa vigente. Por otra parte, S.S. San Pío V en su bula QUO PRIMUM decreta a perpetuidad que puede ser utilizado para siempre en la Iglesia y que por lo tanto ningún sacerdote podrá –en ningún tiempo- ser sancionado por su uso. Esta bula se localiza fácilmente al principio de todos los misales que los sacerdotes han utilizado para celebrar este rito. Confirmando su plena vigencia, S.S. Benedicto XVI ha publicado su motu proprio Summorum Pontificum, el 7 de julio de 2007, a fin de despejar cualquier duda preexistente. Incluso, el cardenal Castrillón como Presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, ha dicho que los deseos del Papa son que sea celebrada en todas las parroquias del mundo y esto ya se ha iniciado en la básilica romana de San Juan de Letrán por parte del cardenal Cañizares.


EXPRESA CLARA Y MAJESTUOSAMENTE LA DOCTRINA CATÓLICA


El rito, conforme al misal promulgado por San Pío V, ha demostrado, en el transcurso de los siglos, ser un dique contra las deformaciones doctrinales pues expresa con toda claridad y belleza la doctrina católica de la misa:· Es el mismo e idéntico sacrificio del calvario, celebrado de manera incruenta (sin derramamiento de sangre), para aplicar su virtud salvadora a la remisión de nuestros pecados. No es una simple conmemoración de la pasión y muerte de N. S. Jesucristo sino que es un sacrificio propio y verdadero.· Es el mismo sacerdote Jesucristo, representado por su ministro que por su ordenación sacerdotal, obra en la persona del mismo Cristo. En cierta forma “presta a Cristo su lengua, le ofrece su mano”· Es la misma víctima del Calvario: el Divino Redentor, Jesucristo. Por medio de la doble consagración se representa la mística separación del Cuerpo y la Sangre de Cristo, estando todo Él con su divinidad, su alma, su sangre y su cuerpo realmente presente en las especies consagradas. No es pues, una simple presencia espiritual.Son los mismos fines:


1) Adorar y glorificar a Dios


2) Dar gracias a Dios


3) Expiación y Propiciación (Cristo se ha inmolado como víctima propiciatoria para satisfacer por nuestros pecados. En la misa se aplican los frutos de su redención).


4) Impetración (pedir gracias, favores y bendiciones a Dios).


Toda esta doctrina definida infaliblemente y custodiada por la Iglesia Católica se encuentra de una manera clarísima y majestuosamente expresada en la liturgia codificada por S.S. San Pío V que con sus rúbricas ha sido secularmente un dique contra el error y la anarquía en la celebración del Santo Sacrificio de la Misa.


EL USO DEL LATÍN: SIGNO DE UNIDAD


La utilización del latín se efectúa siguiendo el idioma oficial de la Iglesia, mismo que el Papa emplea en Roma y que representa un signo de unidad entre los católicos. Es falso que su abolición haya sido decretada por el Vaticano II que sólo recomendaba el uso de la lengua vernácula en ciertas partes de la liturgia, siendo muy útil en las lecturas de la epístola y el evangelio. Hoy que el latín prácticamente ha caído abusivamente en desuso, el pueblo católico –contra lo que se pretendía- no conoce lo que es la misa. Basta preguntarle a los fieles cuál es su definición y cuáles son sus fines para constatar la tremenda ignorancia que existe. Cuando en todas partes del mundo se empleaba el latín cualquier extranjero no se sentía extraño en Misa, el pueblo fiel aprendía y entendía el ritual por medio de misales bilingües y existía uniformidad entre el clero de todo el mundo, además que no se presentaban los graves problemas y errores en las traducciones.


MODO DE RECIBIR LA COMUNIÓN:


-En gracia santificante, por medio de la confesión sacramental


-Siendo miembro del cuerpo de la Iglesia Católica


-Honestamente vestidos


-De rodillas y en la boca.


En esta misa se recibe a Cristo -en la comunión- de rodillas, puesto que si la Sagrada Escritura prescribe que a su nombre se doble toda rodilla, es claro que cuando se recibe su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, ésta es la posición exterior piadosa más conforme con una actitud interna de adoración y es la misma que señala Cristo en la parábola del fariseo que oraba orgullosamente de pie y del publicano que de manera humilde, interna y externamente, rezaba arrodillado. Éste último, enseña Cristo, fue el que salió justificado del templo. Por otra parte, el fiel –modestamente vestido y limpio de todo pecado mortal por la confesión sacramental- recibe con respeto en la boca la sagrada forma por no tener las manos consagradas como el sacerdote; además al no tomarla con la mano se evita, así, la caída de partículas consagradas (en las que Cristo está realmente presente) al suelo o cualquier posible profanación.


ESTE RITO EVITA LA ANARQUÍA LITÚRGICA


Hoy que la anarquía litúrgica es claramente constatada por el pueblo católico, donde cada sacerdote y en cada templo se le añaden o quitan preces al arbitrio de cada cual, ahora que la doctrina del mismo sacrificio es negada y se nos enfatiza lo secundario para acallar o negar lo fundamental de la doctrina del Santo Sacrificio, hoy que se nos dice que la misa es sólo un memorial, un recuerdo, una simple cena, una mera asamblea más precedida por un ministro, nuestra conciencia católica nos exige proclamar la verdadera y eterna doctrina definida infaliblemente por la Iglesia, así como el debido respeto y devoción que debe existir en la liturgia, haciendo uso de este multisecular rito que ha probado su eficacia en la historia para dar frutos de santidad y evitar de este modo la anarquía litúrgica que lamentablemente padecemos. Nos basamos en la autoridad de la Iglesia Católica y del Romano Pontífice que ha permitido y promulgado este rito católico a perpetuidad.


MUCHOS SACERDOTES CELEBRAN CON EL MISAL DE SAN PIO V


Por último, es importante considerar que no sólo en el transcurso de los siglos ha sido utilizado con grandes frutos y que la mayoría de los santos canonizados por la Iglesia Católica celebraron con él o asistieron a este rito, sino que incluso después de la reforma litúrgica sigue siendo utilizado en casi todos los países por muchos sacerdotes católicos.


Así, por ejemplo, podemos citar el caso famosísimo del Padre Pío que en vida manifestó en su cuerpo las mismas llagas de la pasión de N.S. Jesucristo y que en la década de los sesentas, cuando se implantaron los antecedentes de la reforma litúrgica, al advertir los peligros que hoy se constatan, mantuvo el uso del misal de San Pío V. Este sacerdote reconocido durante toda su vida por su santidad, fue beatificado en 1999 por S.S. Juan Pablo II. Podríamos citar otros casos, pero sólo recordaremos que los Cardenales Bacci y Ottaviani no dejaron de utilizarlo, después de la reforma litúrgica, hasta el fin de sus vidas. El Cardenal Ottaviani –al que S.S. Paulo VI llamaba “mi maestro” y al que tanto elogió S.S. Juan Pablo II en la fecha de su muerte, al señalarlo como ejemplo de una "fidelidad ejemplar"(*)–, fue sumamente reconocido por su ciencia teológica y precisamente por esa fidelidad a la Iglesia y era, además, nada menos que el Prefecto de la Sagrada Congregación de la Fe, uno de los organismos más importante dentro del Vaticano (mismo que ocuparía, después, el cardenal Ratzinger). Estos eminentes cardenales vieron de manera clarividente todos los riesgos teológicos y litúrgicos que se avecinaban –y que hoy se manifiestan claramente- y así los consignaron en su ya célebre documento “Breve análisis crítico del Novus Ordo”.


CONCLUSIÓN:


Este rito plenamente católico, está reconocido por su antigüedad en la Iglesia, ya que respeta la Tradición ininterrumpida de Cristo, de los apóstoles, de los Santos Padres, de los primeros siglos del cristianismo y de los Pontífices Romanos. Su misal fue promulgado por un Papa como resultado de un Concilio y está plenamente vigente en la Iglesia Católica. Sus frutos de santidad están más que reconocidos: la mayoría de los santos canonizados celebraron con él –en caso de ser sacerdotes- o se santificaron por su medio al asistir al Santo Sacrificio de la Misa –en caso de los seglares-. Manifiesta de una manera clara e inequívoca la verdadera doctrina católica sobre la Santa Misa y ha probado su eficacia contra la anarquía, errores y abusos litúrgicos. Exige de los fieles el debido respeto y devoción por el mismo e idéntico sacrificio del Calvario que se celebra en el altar para aplicarnos los frutos de la redención de Cristo, quien está real y verdaderamente presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en las especies consagradas.

" Los Asesinatos de albinos Africanos "

. . .Ser albino en Tanzania te puede costar la vida. En los últimos meses docenas de ellos han sido asesinados y partes de sus cuerpos acaban en un macabro contrabando alimentado por el fetichismo y la superstición. Un total de 53 albinos, incluidos niños, fueron asesinados en los dos últimos años en este país, donde sus extremidades se venden por 3.000 dólares (unos 2.050 euros) en el

Modo de asistir a la Santa Misa


Obligación de oír la Misa. -Aunque atendida la excelencia del santo sacrificio de la Misa, para el cristiano no debía haber ocupación de más importancia que el oír la Misa, y toda tarea había de interrumpir para asistir diariamente a ella, la ignorancia de muchos católicos y su tibieza por las cosas de su alma hacen que olviden este divinísimo ejercicio del culto hasta el punto de no asistir a él sino a más no poder y sólo cuando los obliga la Iglesia bajo pecado mortal.

Esta obligación grave existe en todos y cada uno de los domingos del año y en las fiestas de Navidad (25 de diciembre), Circuncisión (1 de enero), Epifanía (6 de enero), Ascensión y Corpus; en las de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre) y Asunción (15 de agosto), y en los días de San José (19 de marzo); de San Pedro y San Pablo (29 de junio). En toda España obliga, además, la fiesta de Santiago el Mayor (25 de julio). En algunas diócesis y en otras regiones obligan también algunas fiestas propias de las mismas.


Modo de oír la Misa. -La Iglesia, no sólo nos manda asistir al santo sacrificio, oír la Misa; quiere, además, y nos prescribe, que tomemos parte activa en la misma. Esta participación activa en los divinos misterios es la fuente más fecunda de la piedad y de la vida cristiana. Durante la misma Misa, la liturgia la recuerda, la urge y nos excita a ella:

"Orad, hermanos, para que este sacrificio, que también es vuestro...", dice el Sacerdote. El cual añade en otra Oración:

"Aceptad, ¡Oh Trinidad Santa!, esta oblación que nosotros os ofrecemos... Nosotros te suplicamos..."" Y tantas otras fórmulas con que se invita a esta participación activa. Y es que en la Misa, Cristo, nuestra cabeza, es Sacerdote y víctima; nosotros, sus miembros, lo somos con Él. Cristo es el Sacerdote principal; nosotros, los Sacerdotes secundarios. Él es la víctima principal; nosotros, las víctimas secundarias. Jesús y nosotros somos el Sacerdote completo, la hostia completa. Por esto, para asistir bien a la Misa hay que unirse con la intención al Sacerdote, y por medio de él, a Jesucristo, y seguir atentamente y con espíritu de fe cuanto se hace en el altar, en especial durante las partes principales de la Misa.


Actitudes exteriores. -Esta participación activa en el sacrificio y esta unión espiritual con el Sacerdote requieren, a su vez, como mínimo, una actitud exterior reverente, y el acompañar con esta actitud los gestos rituales del sacrificio. La actitud del cuerpo durante la oración traduce los sentimientos del alma, y a su vez los excita y fomenta. Procura, pues, seguir al Sacerdote en las ceremonias que hace, santiguándote, arrodillándote, estando de pie o sentado, etc.

Según las rúbricas, los asistentes en las Misas rezadas deberían estar siempre de rodillas, aun durante el tiempo pascual, excepto a la lectura del Evangelio. La costumbre general ha mitigado esta disciplina, permitiendo el estar de pie o sentado en varias partes de la Misa. Conforme a esta costumbre, en lo que está ya generalmente admitida, en el Ordinario de la Misa se señalan las actitudes que deben observarse en cada parte de la Misa, así rezada como cantada y solemne.


Unión al Sacerdote. -Pero no debes contentarte con esta participación exterior; debes unirte al Sacerdote, siguiendo en todo el espíritu de la Misa. Y pues eres oferente con él, reza por el Misal las oraciones que él recita, y lee e instrúyete en las enseñanzas que Dios te da por medio de la Iglesia, en las lecturas del Misal, para vivir así de su espíritu y vivir siempre con la Iglesia, que será vivir con Jesucristo, como miembro de su Cuerpo místico.

Cuando no puedas seguir la Misa, por el Misal, únete al Sacerdote al principio de la Misa, renueva esa intención en los principales pasos de la misma. Y durante ella puedes meditar en la pasión del Señor, ya que la Misa es el sacrificio mismo de la Cruz. O bien, puedes ofrecerla según los cuatro fines por que fue instituída; desde el comienzo hasta el Ofertorio, adorarás a Dios (fin latréutico); desde el Ofertorio hasta la Consagración, agradecerás a Dios todos sus beneficios (fin eucarístico); desde la Consagración a la Comunión, pedirás perdón de tus pecados y penas temporales (fin propiciatorio), y de la Comunión al fin, implorarás nuevos beneficios (fin impetratorio) y la gracia de vivir santamente durante el día.

También, manteniendo habitualmente tu unión con el Sacerdote celebrante y para actuarla con mayor eficacia, puedes fomentar en tu mente los sentimientos correspondientes a las partes de la Misa, en esta forma: En la Preparación, excita en ti sentimientos de dolor y contrición de tus faltas y pecados. En la Misa de los catecúmenos, actos de súplica y de alabanza a Dios durante el rito deprecatorio; actos de viva fe a la palabra de Dios y de fervorosa adhesión a las enseñanzas de la Iglesia durante el rito catequístico. En la Misa de los fieles, actos de generosa oblación de ti mismo y de todas las obras del día durante el Ofertorio; afectos de alabanza al Prefacio; actos de adoración y de entrega total a Dios en unión de Jesucristo víctima durante el Canon; afectos de amor y deseo durante la Comunión; y desde ésta hasta su fin, actos de gratitud y ofrenda de las resoluciones para tu vida cristiana y piadosa.


Servir a la Misa. -Oficio excelente, propio de los Ángeles, y medio muy propio de participar más activamente en el sacrificio, es el ayudar a la Misa como Ministro o Acólito. El Acólito asiste al Sacerdote en el altar, al modo como los Ángeles asisten en el cielo ante el trono de Dios; representa a todos los fieles, en cuyo nombre responde al Celebrante, y mediante su oficio el Acólito está en contacto más íntimo con los sagrados misterios que se celebran.

A fin de que más fácilmente puedas hacer el oficio de Ministro en la Misa rezada, en el Ordinario se describen breve y concisamente las funciones que le corresponden.


***


¡Cristiano lector: fomenta más cada día tu devoción a la Santa Misa! "Oyendo una sola Misa -dice San Bernardo- puedes merecer más que empleando tu fortuna toda en aliviar la miseria de los pobres, más que yendo en peregrinación hasta las extremidades de la tierra, más que visitando con la mayor devoción los santuarios de Roma y de la Tierra Santa." Si alguien nos dijese: "Debajo de aquella iglesia parroquial se acaba de descubrir una mina de oro, cada mañana puede ir cualquiera a enriquecerse durante media hora a manos llenas, ¿qué feligrés dejaría de ir allí? Ahora bien, una sola Misa vale más que todo el oro del mundo. Y uno se pregunta, extrañado, cómo los cristianos, que esto saben, pueden ser tan inconsecuentes."

Pues por desgracia tenemos cristianos que no se dan cuenta o están mal informados de lo que es la Santa Misa y entonces no la pueden aprovechar adecuadamente y con la mayor devoción posible, desperdiciando así su tiempo, incluso su vida en otras cosas mundanas e impidiendo que Dios entre en su vida y pueda llegar a salvar su alma y muchas otras almas.

Nociones acerca de la Santa Misa


La Santa Misa. -Jesucristo es el supremo don del amor de Dios al hombre, y la Misa la renovación y continuación de aquel acto de caridad infinita con que Jesús, Dios y Hombre, se inmoló en la cruz para la rendención del hombre a la justicia y misericordia del Eterno Padre. El sacrificio de la Misa es el mismo sacrificio de la Cruz. En ambos es el mismo el Sacerdote y la ofrenda; solamente hay diferencia en el modo de ofrecer el sacrificio.

En la Santa Misa, el Sacerdote principal y verdadero es Jesucristo en persona, que se ofrece y sacrifica al Eterno Padre. El Sacerdote que ves en el altar, que toma en sus manos el pan y el cáliz con el vino, es un ministro, representante e instrumento, que presta sus manos y boca a Cristo. La víctima que se inmola es Jesucristo, que en el Calvario derramó real y cruentamente su sangre por nuestra redención, y en el altar nos la aplica.

Principal oferente en la Misa es Jesucristo; ministro secundario es el Sacerdote. Pero no sólo él, sino con él, y por medio de él, todos los asistentes, que en cierto modo hacen el oficio de sacerdotes, y por lo mismo, deben tomar parte activa en ella.


Sus fines y frutos. -Siendo la Santa Misa el mismo sacrificio de la Cruz, es de un valor y de una excelencia infinitos.

Por medio de la Misa damos a Dios un honor infinito, mucho mayor que si se le ofrecieran las vidas de todos los hombres y de todos los Ángeles. Por ello le damos una satisfacción completa por todos los pecados de los hombres, y en particular de los asistentes, a quienes se aplica la misma divina sangre con que en el Calvario fue redimido el género humano. Con ello damos gracias a Dios dignamente por todos los beneficios que nos ha hecho. Finalmente, por medio de la Misa podemos alcanzar todas las gracias y favores que deseemos para nosotros y para los demás. Son los cuatro fines por los cuales se ofrece el sacrificio de la Misa, que por ellos se dice ser un sacrificio latréutico, propiciatorio, eucarístico e impetratorio.

Su eficacia proviene de que quien en la Misa adora a Dios, le da gracias, le desagravia e intercede por nosotros es el mismo Jesucristo. Es una plegaria divina la del que oye devotamente la Misa, pues con la suya va unida la plegaria del mismo Jesucristo. Por eso decía San Francisco de Sales que el santo sacrificio de la Misa es el sol de los ejércitos espirituales, el corazón de la devoción, el alma de la piedad y el centro de la religión.


Su liturgia. -El santo sacrificio de la Misa representa y renueva el del Calvario, pero de una manera mística e incruenta; y así lo hace conforme al rito con que Nuestro Señor celebró la última Cena al instituir la Eucaristía, que es, a la vez, sacramento y sacrificio. Las tres acciones principales, que de Jesucristo nos refiere el Evangelio, que "tomó en sus santas manos el pan y el cáliz, los bendijo, los partió y distribuyó entre los discípulos", son las que renueva el Sacerdote en la Misa; las cuales, ampliadas y desarrolladas con fórmulas apropiadas y con ceremonias simbólicas y santas forman las tres partes principales de la Misa: el Ofertorio, la Consagración y la Comunión. A ellas, desde tiempos antiquísimos, se añadieron otras, ya como preparación del sacrificio, ya como conclusión del mismo. Todo este conjunto admirable de fórmulas, lecturas, oraciones, ceremonias y ritos constituye la actual liturgia de la Misa, la que, asistida por el Espíritu Santo, emplea la Iglesia en la celebración de los divinos misterios. Con ella habla a la vez a la inteligencia, al corazón y a los sentidos de los fieles, adoctrinándolos, excitando su piedad y moviendo su voluntad a la adoración y amor a Dios y a la observancia de su ley santa.


Sus partes. -En la Misa pueden distinguirse éstas:


I. PREPARACIÓN, que comprende las preces que el Sacerdote dice en la sacristía y al pie del altar hasta el Introito, y tienen por objetivo disponer los ánimos del celebrante y de los asistentes para el sacrificio.

II. MISA DE LOS CATECÚMENOS, desde el Introito hasta el Credo, compuesta de un doble rito: 1º Desprecatorio, integrado por varias preces que disponen el corazón y hacen a Dios propicio; 2º Catequístico, desde la Epístola al Credo, o sea lecturas e instrucciones que disponen la inteligencia. El Credo, acto de fe a esta instrucción dada por Dios, abre la puerta del sacrificio, o sea, de la:

III. MISA DE LOS FIELES, la cual a su vez comprende tres secciones principales: 1ª Ofertorio, o preparación inmediata de la materia del sacrificio; 2ª Consagración, o realización del sacrificio; 3ª Comunión, o sea, consumación del sacrificio, con la acción de gracias.

IV. CONCLUSIÓN. Comprende las preces finales, con que se despide a la asamblea y se da gracias a Dios.


Sus elementos. -Estas partes se constituyen inmediatamente de ceremonias y fórmulas litúrgicas, o sea, oraciones, versículos, lecturas, etc...que forman el Introito, la Colecta, Epístola, Gradual, etc...como los trae el Ordinario de la Misa.

Atendiendo a estos elementos, las partes de la Misa son variables e invariables. Las invariables contienen todas en el Ordinario, y son aquellas que cuando se rezan se dicen siempre las mismas. Las variables varían o son distintas según fuere la Misa que se dice; y ellas, a su vez, son propias y peculiares de cada Misa, que se hallan en el propio del Misal Romano, o comunes, que conforme a la calidad de la Misa, han de tomarse de uno u otro Común.

Las partes variables son las siguientes: Introito, Oración, Epístola, Gradual, Tracto, Aleluya, Evangelio, Ofertorio, Secreta, Prefacio, Comunión y Poscomunión.


Clases de Misas. -Aunque en el fondo la Misa es siempre la misma, y esencialmente siempre es suma su excelencia, dignidad y eficacia, con todo, atendiendo a diversas consideraciones, son varias sus clases. Así, por la solemnidad externa con que se celebra la Misa, es rezada o privada, cantada y solemne; ésta última con Ministros sagrados, incensación y canto; la cantada, con canto, pero sin Ministros sagrados e incensación.

Por el objeto de que se dice, la Misa es del día cuando se celebra del Oficio rezado en el día, o sea del Señor, de la Virgen, de Santo, de domínica o de feria; o votiva, cuando no se dice del Oficio del día, sino a devoción del Sacerdote o por petición y voto de los fieles; o de Requiem, cuando se celebra por los difuntos, con ornamentos negros.


Prelación de las Misas. -Es principio general que cuando en un mismo día coinciden dos fiestas distintas, prevalece la Misa del Oficio, que litúrgicamente es más principal y noble. De dicha fiesta prevalente se celebra la Misa del día, y la otra se traslada a otro día, o de ella se hace conmemoración en la del día, según determinan las rúbricas para cada caso. Gozan de esta preferencia litúrgica sobre todas las demás, las fiestas de primera clase primarias de la Iglesia universal.