" Generando electricidad a partir de Tornados "

. .Algo que puede sonar a locura de la peor, es si alguien dice que quiere crear tornados para usarlos como fuente de energía y generar electricidad, ¿No? Bueno, alguien quiere hacerlo.Louis Michaud puede crear tornados. Por lo menos pequeños tornados, pero si pudiese hacer uno de un metro de altura que produzca un exceso de energía, él está seguro que podría crear uno que tuviese “veinte

El Santo Rosario


Ejemplos de gracias concedidas a los apóstoles y devotos del Rosario


"Santo Domingo en nada puso durante su vida tanto entusiasmo como en alabar a la Santísima Virgen, predicar sus grandezas y animar a todo el mundo a honrarla por medio del Rosario. La poderosa reina del Cielo, a su vez, no cesó de derramar sobre Santo Domingo bendiciones a manos llenas; coronó sus trabajos con mil prodigios y milagros, nada pidió éste a Dios que no obtuviera por intercesión de la Santísima Virgen, y -para colmo de favores- Ella le sacó victorioso de la herejía de los albigenses y lo hizo padre y patriarca de una gran orden religiosa, llamada Dominicos.


¿Qué decir del Beato Alano de la Roche, restaurador de dicha devoción?


Varias veces la Santísima Virgen le honró con su visita, a fin de instruirlo acerca de los medios para salvarse, de ser un buen sacerdote, perfecto religioso e imitador de Jesucristo. Le enseñó el método de rezar el Rosario, sus excelencias y sus frutos. (...)

Después de atraer para la cofradía del Rosario más de 100.000 almas, murió el Beato Alano de la Roche en Zunolle, Flandes, el 8 de septiembre de 1475.

La Santísima Virgen no favorece sólo a los predicadores del Rosario. Recompensa igualmente a aquellos que, por su ejemplo, atraen a otros a esta devoción.

A Alfonso IX, rey de León y Galicia, que deseaba que todos sus criados honrasen a la Santísima Virgen con el Santo Rosario, se le ocurrió, para animarlos con su ejemplo, llevar ostensiblemente un gran rosario, aunque sin rezarlo, lo que inducía a todos los cortesanos a recitarlo devotamente.

El rey cayó gravemente enfermo, y cuando lo creían muerto, fue transportado en espíritu al tribunal de Jesucristo. Vio allí a los demonios que le acusaban de todos los crímenes que había cometido y cuando iba a ser condenado a las penas eternas, se presentó a su favor la Santísima Virgen delante de su Divino Hijo; se trajo entonces una balanza, se colocaron todos los pecados del rey en uno de los platos y en el otro Nuestra Señora colocó el gran rosario que Alfonso había elevado en su honor, junto con aquellos que, gracias a su ejemplo, habían rezado otras personas, y esto pesó más que todos sus pecados. Enseguida, mirando al rey con compasión, la Santísima Virgen le dijo: 'He obtenido de mi Hijo, en recompensa por el pequeño servicio que me hiciste llevando contigo el rosario, la prolongación de tu vida por algunos años. Empléalos bien y haz penitencia'.

Volviendo de su éxtasis, el rey exclamó: '¡Bendito el Rosario de la Santísima Virgen, por el cual fui liberado de la condenación eterna!'

Después de recuperar la salud, Alfonso pasó el resto de su vida en la devoción al Santo Rosario, recitándolo todos los días.

Que los devotos de María traten de ganar cuantas almas puedan para esta práctica del Rosario, a ejemplo de estos santos y este rey. Habrán asegurado así la vida eterna".


Beneficios del Rosario


Para animarnos aún más a esta devoción de las almas grandes, San Luis Grignion añade que el Rosario, rezado con la meditación de los Misterios:


1) Nos eleva sin darnos cuenta al perfecto conocimiento de Jesucristo.

2) Purifica nuestras almas del pecado.

3) Nos permite vencer a los enemigos de nuestra alma.

4) Nos facilita la práctica de las virtudes.

5) Nos abrasa de amor por Jesucristo.

6) Nos enriquece de gracias y de méritos.

7) Nos proporciona con qué pagar todas las deudas que tenemos con Dios y con los hombres.

8) Por último, nos obtiene de Dios toda especie de gracias.


Pero asegura, junto con el Beato Alano de la Roche, que el Rosario es un manantial y depósito de toda especie de bienes: "Los pecadores obtienen el perdón; las almas sedientas se sacian; los que lloran, encuentran la alegría; los que son tentados, la tranquilidad; los pobres, socorridos; los religiosos, enfervorizados; los ignorantes, instruidos; los vivos vencen la vanidad, y las almas del purgatorio encuentran su alivio".

El Rosario enaltecido y aconsejado por los Sumos Pontífices





Beato Pío IX: "Así como Santo Domingo se valió del Rosario como de una espada para destruir la nefasta herejía de los albigenses, así también hoy los fieles diestros en el uso de este arma -que es el rezo cotidiano del Rosario- conseguirán fácilmente destruir los monstruosos errores e impiedades que por todas partes se levantan" (Encíclica Egregiis de 3 de diciembre de 1856).

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León XIII: Escribió doce encíclicas sobre el Rosario, destacamos el siguiente trecho: "¡Es nuestro ardiente deseo que esta devoción retome por todas partes su antiguo puesto de honor! En la ciudad y en los pueblos, en las familias y en los lugares de trabajo, junto a las élites y entre los humildes, sea el Rosario amado y venerado como insigne divisa de la fe cristiana y el auxilio más eficaz para obtener la misericordia divina" (Encíclica Iucunda semper, 8 de septiembre de 1894).

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San Pío X: "El Rosario es la más bella y preciosa de todas las oraciones a la Medianera de todas las gracias: es la oración que más conmueve el corazón de la Madre de Dios. Rezadlo todos los días".

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Benedicto XV: "No obstante, Aquella a quien la Iglesia tiene la costumbre de saludar como 'Madre de la Gracia y Madre de la Misericordia', se ha revelado siempre como tal, sobre todo cuando se ha recurrido al Santo Rosario y, por ello, los Romanos pontífices no dejaron pasar ninguna ocasión de exaltar con grandísimos elogios el Rosario de la Santísima Virgen y de enriquecerlo con los tesoros de la Indulgencia Apostólica" (Encíclica Fausto Appetente, 29 de junio de 1921).

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Pío XI: "El Rosario es un arma potentísima para poner en fuga a los demonios (...). El Rosario mariano, además, no sólo sirve especialmente para debelar a los enemigos de Dios y de la Religión, sino que también aviva las virtudes cristianas, las fomenta y pacifica los ánimos" (Encíclica Ingravescentibus males, 29 de septiembre de 1937).

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Pío XII: "En vano, se busca llevar remedio a la situación decadente de la vida civil, si la sociedad doméstica, principio y fundamento del consorcio humano, no es diligentemente reconducida a las normas del Evangelio. Para realizar un deber tan arduo, Nos afirmamos que la recitación del Santo Rosario en familia es el medio más eficaz (...). No dudamos, pues, en afirmar de nuevo públicamente que es grande la esperanza colocada por Nos en el Rosario de Nuestra Señora, para sanar los males que afligen nuestros tiempos" (Encíclica Ingruentium malorum, 15 de septiembre de 1951).

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Beato Juan XXIII: "El Rosario, como ejercicio de devoción cristiana entre los fieles del rito latino (...) toma su lugar, para los eclesiásticos, después de la Santa Misa y el Breviario, y, para los seglares, después de la participación en los Sacramentos" (Carta Apostólica Il religioso convegno, 29 de septiembre de 1961).

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Pablo VI: "No dejéis de inculcar con todo cuidado la práctica del Santo Rosario, la oración tan querida por la Virgen Madre de Dios y tan recomendada por los Romanos Pontífices, por medio de la cual los fieles están en condiciones de poner en práctica, de la manera más suave y eficaz, el mandato del Divino Maestro: Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá" (Mt 7, 7) (Encíclica Mense maio, 29 de abril de 1965).

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Juan Pablo II: "El Rosario es mi oración predilecta. ¡Plegaria maravillosa! Maravillosa en su sencillez y en su profundidad. (...) Recitar el Rosario, en efecto, es en realidad contemplar con María el rostro de Cristo. (...) Hoy estamos ante nuevos desafíos. ¿Por qué no volver a tomar en la mano las cuentas del Rosario con la fe de quienes nos han precedido?

El Rosario conserva toda su fuerza y sigue siendo un recurso importante en el bagaje pastoral de todo buen evangelizador (Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, 16 de octubre de 2002).

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Benedicto XVI: "Singular oración contemplativa con la que, guiados por la Madre celestial del Señor, fijamos nuestra mirada en el rostro del Redentor, para ser configurados con su misterio de alegría, de luz, de dolor y de gloria. Esta antigua oración está experimentando un nuevo florecimiento providencial, también gracias al ejemplo y a la enseñanza del amado Papa Juan Pablo II. Os invito a releer su carta apostólica 'Rosarium Virginis Mariae' y poner en práctica sus indicaciones en el ámbito personal, familiar y comunitario.
"El Rosario es una oración contemplativa y cristocéntrica, inseparable de la meditación de la Sagrada Escritura. Es la plegaria del cristiano que avanza en la peregrinación de la fe, siguiendo a Jesús, precedido por María" (Ángelus, plaza de San Pedro, 2 de octubre de 2005).





El Papa invitó a todos a rezar este mes el Rosario "en familia, en las comunidades y en las parroquias por las intenciones del Papa, por la misión de la Iglesia y por la paz en el mundo".












" Impuesto sobre la contaminación "

. .El impuesto sobre la contaminación y los electrodomésticos que consumen más energía es una realidad en varios países. Ahora se prevé que en Francia también lo sea a partir de principios de 2010. La medida afectaría tanto a profesionales como a particulares, pagando cada uno de ellos 32 euros por cada tonelada de CO2 que emitan. Con ello se busca potenciar el uso de productos respetuosos con

Los Siete Dolores de la Santísima Virgen María


Era menester que el Cristo padeciese y así entrase en la gloria. (Lucas, 24, 26).



Esta fiesta la celebraban con gran devoción los Servitas ya en el siglo XVII y fue extendida por el Papa Pío VII en 1817 a toda la Iglesia, en memoria de los sufrimientos infligidos a la Iglesia y a su jefe visible por Napoleón I, y en acción de gracias a la Madre de Dios, cuya intercesión les había dado fin. El Evangelio de la misa nos recuerda el momento más doloroso de la vida de María, así como su inquebrantable firmeza: junto a la cruz de Jesús está de pie María, su Madre.






MEDITACIÓN - LA VISTA DE LA CRUZ ES EL CONSUELO DEL CRISTIANO






I. Nada hay más consolador para un cristiano que poner sus ojos en la cruz; ella es quien le enseña a sufrir todo, a ejemplo de Jesucristo. Esta cruz anima su fe, fortifica su esperanza y abrasa su corazón de amor divino. Los sufrimientos, las calumnias, la pobreza, las humillaciones parecen agradables a quien contempla a Jesucristo en la cruz. La vista de la serpiente de bronce sanaba a los israelitas en el desierto, y la vista de vuestra cruz, oh mi divino Maestro, calma nuestros dolores. No pienses en tus aflicciones ni en lo que sufres, sino en lo que ha sufrido Jesús. (San Bernardo).

II. ¡Qué dulce debe ser para un cristiano, en el trance de la muerte, tomar entre sus manos el crucifijo y morir contemplándolo! ¡Qué gozo no tendré, entonces, si he imitado a mi Salvador crucificado, viendo que todos mis sufrimientos han pasado! ¡Qué confianza no tendré en la cruz y en la sangre que Jesucristo ha derramado por mi amor! ¡Qué dulce es morir besando la cruz! El que contempla a Jesús inmolado en la cruz, debe despreciar la muerte.
(San Cipriano).

III. Qué consuelo para los justos, cuando vean la señal de la cruz en el cielo, en el día del juicio y qué dolor, en cambio, para los impíos que habrán sido sus enemigos. Penetra los sentimientos de unos y otros. Que pesar para los malos por no haber querido, durante los breves instantes que han pasado en la tierra, llevar una cruz ligera que les hubiera procurado una gloria inmortal, y estar ahora obligados, en el infierno, a llevar una cruz agobiadora, sin esperanza de ver alguna vez el fin de sus sufrimientos.



El amor a la cruz - Orad por la conversión de los infieles.



ORACIÓN



Oh Dios, durante cuya Pasión, según la profecía de Simeón, una espada de dolor atravesó el alma dulcísima de la gloriosa Virgen y Madre, concédenos, al venerar sus dolores, que consigamos los bienaventurados efectos de vuestra Pasión. Vos que con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.