Viaje por Baviera (7): Zoiglstube Gänstaller Drei Kronen.


Hoy vuelvo a la carga con los post de Alemania (ya quedan muy pocos…) y esta vez el protagonista es uno de esos locales que entran directos a mi lista de las mejores experiencias vividas alrededor de la cerveza.

Todo empezó varios meses antes del viaje, cuando estábamos planeando la visita a Bamberg. Sabíamos que nos íbamos a tener que quedar allí a dormir sí o sí ya que por un lado el kilometraje que nos separaba de vuelta en coche hasta Munich en condiciones no muy adecuadas lo recomendaban, y por otro eso nos permitiría disfrutar más tiempo de la ciudad y de sus numerosos encantos. Pero cual fue nuestra sorpresa cuando vi que en Ratebeer ponían un brewpub llamado Zoiglstube Gänstaller Drei Kronen como el mejor destino de toda Baviera, algo sorprendente por estar situado en un pueblito minúsculo de algo más de 500 habitantes llamado Schesslitz-Strassgiech y a pocos kilómetros de Bamberg cuyo nombre, estaréis conmigo, no es precisamente famoso. Extrañados y tras leer algunas referencias muy positivas sobre el lugar no dudamos en cuadrar horarios, reservar hotel cerca y esperar la llegada del día de la visita.

Pero en realidad no diría toda la verdad al afirmar que el nombre de Gänstaller me pillaba completamente por sorpresa ya que existe una rauchbier que tenía fichada de haberla visto en varios libros y sobretodo en numerosas webs donde acapara numerosos elogios. Hablo de Affumicator, elaborada por Gänstaller en exclusiva para un templo como es el Ma Che Siete Venutti a Fà de Roma. Así que si uno de los mejores bares del mundo tenía alguna relación con esta cervecera alemana poco conocida debía ser por alguna razón…

Llegamos a Schesslitz-Strassgiech (o eso decía el GPS, porque ni el nombre ni la pinta de barrio periférico daban ninguna certeza de ello…) sobre las 19h tras la jornada maratoniana en Bamberg que relaté en el post anterior. Tras descargar los bártulos en una acogedora pensión muy cercana al local nos fuimos sin muchos rodeos a ver qué nos deparaba la cervecera de “las tres coronas”.


Fue cruzar la puerta principal y rápidamente supimos que no íbamos a vivir una jornada cualquiera. El local rebosaba calidez y encanto, con mucha madera en el suelo, las paredes, el techo y todo el mobiliario, bañado por una luz tenue proveniente de algunas velas en las mesas y algunas lámparas en el techo, y en cuanto a los parroquianos todo era gente mayor, alemanes auténticos y no como en otros sitios clásicos en los que los turistas abarrotan las mesas. De verdad, un sitio con un encanto especial y en el que podrías estar simplemente sentado sin hacer nada más que admirar la postal que desfila ante tus ojos.


Al poco de sentarnos vino Andreas, con quien había compartido un par de mails para evitar la más mínima posibilidad de encontrarnos las puertas del local cerradas. Ya entonces me pareció un tipo de pocas palabras aunque en el cara a cara coincidí con Rosana en que se trataba de ese tipo de gente que no necesita de palabras para hacerte sentir como en casa, de hecho tuvimos esa extraña sensación que ocurre con aquella gente que tienes la impresión de conocer de toda la vida con un primer encuentro, que transmite mucho afecto y muy buen rollo con una simple mirada y una sonrisa. Tras hablar con él y explicarle qué hacíamos en aquel pequeño pueblo nos dejó con su mujer, mucho más parlanchina y tratando de hacer lo imposible por explicarse en un inglés que no terminaba de dominar.

En cuanto a cervezas empezamos eligiendo la Zoigl y la Kellerbier. La Zoigl estaba alucinantemente fresca, con mucho lúpulo, floral, cítrico y herbal, que descansaba sobre una base muy cerealosa que a su vez compensaba un final seco y amargo. ¡Tremenda! En cuanto a la Kellerbier tenía poco cuerpo, era muy bebible y refrescante y tenía al cereal como principal protagonista aunque acompañado por un lúpulo suave, cítrico y herbal, y también una ligera acidez.


Tras terminar la primera ronda nos animamos con otra pero esta vez para acompañar la cena. En este punto he de reconocer que se me pasó apuntar lo que comimos y tras seis meses no consigo recordar mucho más que un pincho de cordero con una salsita muy rica y por otro algo parecido (si no era directamente eso) a un schnitzel… Aún así entre mi libreta he encontrado la frase “comida sublime” lo cual creo es suficientemente ilustrativo… ;).


Aunque las fotos dejan mucho que desear, son lo mejor que pude sacar…


Gozando entre excelente comida y cerveza, y en un ambiente, repito, inmejorable, fue terminarnos la comida y volvió Andreas pero esta vez con una sorpresita en forma de dos botellas entre las manos. La primera, Kultura Scura, elaborada para el citado Manuele de Ma Che Siete Venuti A fà en Roma, muy bebible pese a ser bastante maltosa, con caramelo, recuerdos a frutos secos, un punto ahumado ligerísimo y con un final lupulado. La segunda nos dejó sin palabras, una colaboración con De Molen, Närke y Jacobus, una doppelbock llamada Europa-Bier Elevator que bien podría pasar por una imperial stout por el color, el elevado amargor, las notas a café, torrefactos y chocolate, y un marcado toque herbal tan propio de algunas De Molen… ¡Magnífica!


Foto pésima, botella sin etiquetar…
Todo compensado por un contenido sublime…

En ese momento una pareja con ropa de ciclista se unió a la mesa al escuchar que no éramos alemanes. Nos contaron que ellos también eran tenían un blog y que venían desde Praga en bici y, casualidades de la vida, también conocían a Max (el filósofo). Entre pintas terminamos charlando de lo humano y lo divino hasta las tantas, y cuando llegó la hora de despedirnos nos soltaron que no tenían donde dormir pero que no les preocupaba, que alguna solución encontrarían… (según me dice el amigo Google Translate al traducir su post, un arroyo fue su cama…). En fin, sin palabras. Y así, con esta curiosa situación que un amigo de Madrid hubiera firmado con uno de sus famosos arqueamientos de cejas dimos por terminada una jornada que empezó en Bamberg (sí, aunque parezca increíble) y que finalizó en una taberna celestial hablando con unos checos ciclistas en plena madrugada. Lo que consigue la cerveza desde luego no lo hace nada más…

Y para cerrar el post lo lógico hubiera sido recomendar que no os perdierais este auténtico templo escondido en la Franconia más profunda ya que sin duda fue una de las mejores experiencias del viaje, pero cual fue mi sorpresa cuando buscando el enlace de Ratebeer para adjuntarlo en este post vi que lejos de aparecer entre los mejores destinos de Baviera lo que había hecho es cerrar, concretamente el pasado 4 de enero. Según parece por lo dicho en su Facebook el cierre del restaurante es temporal y mientras la cervecera continuará elaborando. Esperemos que vuelvan a abrir porque sin duda es uno de los mejores sitios en los que he tenido el placer de disfrutar de buena cerveza, buena comida y también buena compañía.

Microtecnología aplicada a la clasificación y reconocimiento de cervezas.


Hace unos días me topé con un artículo bastante interesante llevado a cabo por un grupo de investigadores de la Universitat Autònoma de Barcelona y publicado en la revista Food Chemistry en el que se explicaba un método para identificar y/o clasificar cervezas según su estilo.

El experimento se basa en algo a lo que llaman “lenguas electrónicas” y que en realidad son diferentes electrodos selectivos para un tipo concreto de iones del mismo modo que funcionan las papilas gustativas de la lengua. En concreto se utilizaron 21 electrodos diferentes para aniones y cationes característicos de la cerveza (amonio, sodio, nitrato, cloro...) y antes de introducirse en las diferentes muestras las cervezas analizadas fueron sometidas a un agitador magnético para eliminar la espuma de las muestras y facilitar así su detección.

Foto de Manel del Valle (c).

Tras obtener los datos y aplicar un nuevo mecanismo de análisis de sistemas el mecanismo fue capaz de acertar en un 82% de precisión las marcas comerciales para las que había sido "entrenado".

Según afirman, con este mecanismo podrían entrenarse robots con una especie de "sentido del gusto" y así poder suplantar al personal encargado de catar en la industria alimentaria y así mejorar la calidad y fiabilidad de los productos aptos para el consumo. También podrían utilizarse para discriminar diferentes estilos de cervezas o marcas comerciales, siempre que hayan sido entrenados para ello.

Para quien quiera más información el artículo original es "Beer classification by means of a potentiometric electronic tongue", y está escrito por Xavier Cetó, Manuel Gutiérrez-Capitán, Daniel Calvo y  Manel del Valle.

El fuego que mece la cuna de la cerveza por estos lares o estoy hasta las narices de todo…


Entre el gripazo que pillé a mediados de la semana pasada y que llevo un par de semanas mascando varios post que no termino de rematar lo cierto es que el blog se me ha quedado un tanto abandonado pero hoy vuelvo de nuevo con las pilas bien cargadas dispuesto a dar salida a unas cuantas reflexiones que se me han amontonado en la cabeza después de haber quedado algo molesto por demasiados comentarios desafortunados o directamente salidas de tono tanto en blogs como también en las redes sociales.

No me voy a andar con muchos rodeos… ¿De verdad y como decía un amigo asturiano nos estamos volviendo todos locos con esto de la cerveza?

Por ejemplo, con la famosa y fatigosa definición de cerveza artesana¿Tantas horas de debate, tantos post y tan importante debería ser el definir o rebatir su definición, excluyendo y separando en grupitos y tachando de buenos y malos a unos u otros en lugar de bastarnos si su contenido es o no de calidad? ¿A caso alguien duda de la calidad de Nøgne o Goose Island aunque hayan sido compradas por grandes corporaciones? ¿O Sierra Nevada o Samuel Adams producen cervezas menos buenas por mucho que sus infraestructuras sean tan grandes como algunas macros? Por Dios… dejémonos de tanta semántica…

Otra polémica y en este caso de hace tan solo unos días y por las redes sociales… Alguien compartió su gozo porque dos bares de Barcelona apostaban por el producto de aquí con dos propuestas atractivas y no tardaron en llegar algunos echando pestes y armando bulla tratando de exigir su medallita de pionero… ¿De verdad es necesario ponerse a lloriquear queriendo demostrar quien la tiene más larga (o más vieja en este caso…)? ¿Y tan mal estamos que nos tenemos que quejar hasta cuando alguien tiene una buena iniciativa aunque no sea el primero en hacerlo? Lo cierto es que un amigo ayer mismo me decía: “¿cómo estarán los grandes partiéndose el culo al ver cómo nos quitamos la piel a tiras?”… Pues eso…

Pero también en fin de semana y en Facebook, esta vez por parte de un blogger, ¿realmente era necesario tal ensañamiento y crear tanta polémica con un elaborador sin conocerle y sin haber probado su cerveza después de leer una entrevista en la que ese cervecero simplemente contaba que se había lanzado a vender su producto sin tener experiencia previa sobrada? ¿A caso es una novedad que un homebrewer se pase a productor con licencia del día a la noche? Y más importante aún, ¿ello debería ser un verdadero problema si su cerveza merece la pena?

¿Y los “debates”, palabra tan puesta de moda últimamente en algún blog que vilipendia su significado con titulares salsarosaque perfectamente podrían estar sacados de la prensa más sensacionalista y camorrista como por ejemplo “Pecados artesanales” u “Ocultación de información”? ¿Realmente debatir es polemizar de forma tan barata?

Y es que también las hay para los blogs… ¿De verdad soy el único que está harto de que se hable mal y de forma generalizada de los blogs de cerveza porque haya unos pocos que levanten polvareda y toda su mierda salpique a quienes con más o menos acierto intentamos entretener o informar o trasmitir nuestra pasión con humildad y respeto? Y no es que me crea mejor que nadie, ni mucho menos, pero siempre me he sentido orgulloso de un colectivo que ama la cerveza y le encanta compartir su pasión con los demás y que desgraciadamente a día de hoy se aleja muy mucho de aquello que me hizo empezar a escribir. Intercambiar experiencias, conocer gente apasionada por algo tan interesante, comentar en los blogs de los demás haciendo todo esto más interactivo y divertido, aprender disfrutando de la cerveza… ¿Dónde ha quedado todo eso? Aunque pueda ser tachado de abuelo cebolleta, hace cuatro o cinco años sobraba ilusión, ganas de compartir, interaccionar y divertirse y en cambio ahora lo que sobran son entendidos de etiqueta y con muchas ganas de autobombo y protagonismo, sobra tanto insulto y polemizar por polemizar sin más fondo que el de hacer ruido como sea, y también sobran maestros expertos en disciplinas tan variadas como el control de calidad, la mercadotecnia o la semántica… En cambio escasea muchísima más humildad, respeto y cuidar las formas… Pero por supuesto que no son pocas las excepciones a eso y que quede claro que cuatro comentarios desafortunados no deben llevar a creer a la gente (como he leído por algún blog amante de la polémica) que todos somos iguales. O al menos así lo veo yo. Pero algo sí está claro, y es que si la gente generaliza es que algo falla y eso nos salpica a todos…

Pero no quiero centrarme en debates aislados ni dar la sensación de que esto son rencillas personales, ¿de verdad, siendo realistas, no creéis que andamos con excesivas ganas de broncas absurdas e innecesarias últimamente? Que sí, que una cosa es que el consumidor tenga que hacer valer su opinión y no menos importante es dar salida a esa manida libertad de expresión que algunos creen ejercer por el simple hecho de pegar cuatro voces, y puede que mucha culpa de ello la tengan esos políticos que últimamente nos tienen encendidos hundiendo y precarizando el trabajo, la sanidad y la educación, ¿pero de verdad la cerveza también tiene que ser otra razón de broncas y debates encendidos? ¿El insulto gratuito con palabras como “bodrio” para definir una cerveza, o “estafa”, “engaño”, “mentira”… entre otros adjetivos, deben ser pronunciados con tanto libertinaje como los usa algún adalid de la verdad? Desde luego cuando llego a casa después de trabajar y me siento en el sofá a beberme una buena cerveza lo que menos me apetece es leer algunas de las broncas y riñas tremendas que he visto en algunos blogs y redes sociales y en las que la cerveza ha sido la triste protagonista.

Quizás sea un atributo derivado de toda moda (porque aunque tiene toda la pinta que la cerveza ha venido para quedarse, a día de hoy no deja de ser una moda, lo quieran creer algunos o no…) y quizás eso explique la necesidad de tener que hablar de lo que sea, para estar ahí, en la cresta de la ola, para exigir el trozo de tarta correspondiente, muchas veces gritando, ametrallando al personal a todas horas con su verdad absoluta, criticando, cuando no insultando, o haciendo demagogia barata adulando a sus “followers” (otro de los términos que tanto daño ha hecho no solo a la cerveza sino al mundo en general), y en ocasiones también haciéndose la víctima esperando reconocimientos… ¿Pero qué narices es esto? Claro que los debates (así como las críticas positivas y negativas) pueden ser constructivos y deben ser necesarios para crecer y mejorar, pero me da la impresión de que a día de hoy (y cada vez más) eso es lo menos importante y lo único que prima es vender un producto o directamente venderse a uno mismo sea como sea y le pese a quien le pese…

De verdad, hay días que me planteo por qué narices leo ciertas cosas que me ponen tantas ganas de mandar todo esto al garete y pasarme al bitter kas, también amargo y gasificado como la cerveza… Por dios, dejémonos de tantas tonterías, curremos, quejémonos menos, y sobretodo disfrutemos de la cerveza relativizando todo mucho más, que ya hay suficientes razones para estar de mala ostia solo viendo como están las calles como para buscar también brega en la cerveza…

Salut i bona birra!


Viaje por Baviera (6): Bamberg.


Cada vez son menos las balas que me quedan en la recámara del viaje que disfrutamos el pasado verano por Alemania y la de hoy es sin duda una de la que más ganas tenía de disparar. Hablo de la crónica de nuestra visita a una de las ciudades más míticas del planeta cerveza como es Bamberg, mundialmente conocida por una de sus cerveceras, Schlenkerla, pero con una oferta mucho más amplia. Sin más dilación vamos con la ruta que nos marcamos a lo largo de un día.

No podía fallar la típica foto...

Salimos de buena mañana de Munich en coche y tras dejarlo en uno de los baratos y bien comunicados Park & Ride a las afueras de Bamberg nos fuimos escopetados hacia el centro y más concretamente hasta una parada muy, pero que muy clara. ¿Alguien intuye cual? Exacto, ni turisteo ni atracciones varias como callejear más allá de lo que íbamos viendo sobre la marcha ya que no queríamos que la estrella, la visita a la mítica Schlenkerla (o Brauerei Heller, que es como realmente se llama), se hiciera esperar.

Cerveza y arte juntos de la mano...

Así que podéis imaginar nuestro desconcierto al ver que recién cumplido el mediodía, el local, laberíntico como pocos que haya conocido con infinidad de rincones interiores y exteriores, estaba abarrotado, sin un solo sitio libre en el que poderse sentar. Así que muy a nuestro pesar y tras pensarlo muy mucho decidimos volver a salir y dejar la visita para más tarde, temiendo que el remedio fuera peor que la enfermedad.


La elección fue un brewpub situado tres casas más allá, el Ambräusianum, y así podíamos ver lo que se cocía en un local menos clásico al tiempo que hacíamos tiempo para volver a lo que verdaderamente nos interesaba.



Como se ve en la foto, el local tenía un aire bastante moderno, aunque sin que se echara en falta la típica calidez de los locales germanos, con mucha madera clara y las instalaciones del brewpub visibles a la entrada. Para beber nos pedimos la estacional Sommer (verano en alemán), muy turbia y cerealosa con una marcada acidez, bastante refrescante; y una Dunkel bastante carbonatada, un poco plana y en la cual destacaban unos agradables toques a toffee y caramelo pero que no escondían un final agrio no muy agradable. Una visita quizás prescindible por sus cervezas pero interesante para ir más allá del sota-caballo-rey que conforman los locales más conocidos de la ciudad.


Tras terminarnos las cervezas, he de reconocer que con bastante celeridad, volvimos de nuevo a Schlenkerla esta vez con un nudo en la garganta por si lejos de mejorar el panorama seguía igual. Pero fue plantarnos en medio de la puerta principal y como si un tsunami hubiera arrastrado la casi la totalidad del gentío que antes abarrotaba el local tanto de pie como sentados, ahora el panorama era completamente distinto, respirándose un silencio y una calma sobrecogedora visto lo anterior, lo cual nos hizo sospechar que incluso iban a cerrar a mediodía. Pero lejos de cumplirse esos cantos agoreros nos dieron paso a uno de los cálidos y acogedores comedores rebosantes de madera oscura en los que entramos dispuestos a disfrutar. Un sueño hecho realidad y solo de pensar en aquel momento se me eriza el vello...


Nada más sentarnos en la mesa nos atendió una camarera poco versada en inglés y sin mucha conversación a la que pedimos dos medias maß de Schlenkerla Kräusen, una cerveza de temporada servida por gravedad directamente de una barrica de madera y que solo está disponible durante los meses de verano. Mezcla de la cerveza aún verde con la madura, lo cierto es que este elixir tan ligero como refrescante, sin mucha carbonatación y con un suave toque ahumado, a un precio tan alucinante como 2,5€ por los 50cl… Sin duda nos encandiló.

Schlenkerla kräusen: un elixir de dioses...

Íbamos con retraso con respecto al planning previsto de antemano pero tras el susto inicial que hizo temer nuestra estancia en este local decidimos disfrutar del momento y por ello quedarnos a comer aquí. Pedimos las famosas bamberger zwiebeln, un plato tradicional de Franconia consistente en cebollas al horno rellenas de carne salseada con rauchbier, y por otro lado el tipiquísimo eisbeino codillo asado de cerdo (creo que fue el único de todo el viaje), acompañado de las famosas y en este caso muy ricas kloß (unas bolitas de patata rellenas). Para beber esta vez pedimos una ronda de su excelente Märzen, también maravillosa.


Schlenkerla Märzen.

Tras terminar el festín y con el cuerpo entonado y listo para continuar la visita, de repente empezó a caer uno de los típicos aguaceros veraniegos bávaros que dejó las calles completamente vacías. Había que encontrar refugio y la más cercana e interesante propuesta, próxima al puente más fotografiado de la ciudad (el de la primera foto del post), fue Klosterbräu, fundada en 1533 (se dice pronto…).


El local estaba completamente vacío cuando llegamos, cosa que la lluvia se encargó de solucionar en pocos minutos. Lo interiores en este caso eran más elegantes, con aspecto más de restaurante que de taberna como en el caso de Schlenkerla, pero otra vez con el encanto y calidez propia de cualquier local germano.

Para beber en este caso nos decantamos por su Schwärzla (suave, de trago fácil, torrefacta y con un ligero final metálico) y Braunbier (una especialidad de la casa, de aspecto ambarino, con recuerdos acaramelados, a pan y muy bebible).


Tampoco queríamos alargar mucho más la estancia ya que nos aguardaban bastantes locales más así que decidimos continuar con nuestra ruta. Eso sí, para quienes visitéis este local os recomiendo muy mucho el minúsculo pero muy cuidado biergarten con jardín en el que disfrutar de las cervezas si el tiempo lo permite.

La lluvia, lejos de amainar, ahora iba asociada a una terrible tormenta eléctrica impidiendo no solo disfrutar de la ciudad sino también movernos a cualquier sitio así que decidimos ir a Brauerei Spezialpara así refugiarnos y que de mojarse algo fueran nuestras entrañas. Una curiosidad sobre esta cervecera es que junto con Schlenkerla son las dos únicas de la ciudad que siguen elaborando el característico estilo rauchbier en su ciudad de origen, un tipo de cerveza con carácter ahumado debido al secado de la malta sobre madera de haya.


En cuanto al local era pequeño pero muy acogedor y con muchísimo encanto, sobrado de madera y con unas banquetas comunales en las que se mezclaban desde viejetes jugando a cartas mientras tomaban su pinta ahumada, el clásico turista que viaja solo, los ubicuos japos y sus Nikon… De verdad un ambiente envidiable.


Ya se lo que quiero ser de mayor...

Aquí tomamos la Ungespundete (una de las mayores sorpresas de todo el viaje, muy lupulada tanto en nariz como en boca con recuerdos leñosos y herbales de lúpulos nobles, muy ligera y tremendamente bebible) y la Rauchbier Lager (muy equilibrada, con un suave ahumado y nada cansino, también muy bebible). Enormes cervezas en un local imprescindible si visitas Bamberg, en mi opinión de hecho el mejor de la ciudad.


Justo enfrente de Spezial se encuentra la Brauerei Fässla, un local peculiar, con un beergarten interior menos acogedor que los de Spezial o Schlenkerla, con un personal bastante áspero con los extranjeros (algo, por otro lado, bastante habitual en la mayoría de locales de Bamberg). De hecho al preguntarle por las cervezas que tenían se hicieron los suecos y nos sirvieron lo primero que pillaron, cosa sorprendente conociendo la enorme variedad de esta cervecera. Incluso los parroquianos no parecían muy felices de vernos por allí, y concretamente un grupo se quedó mirándome con cara de bastante malas pulgas por estar haciendo unas fotos del local... Pero centrándonos en la cerveza, lo cierto es que su Lagerbier nos encandiló, con un toque suave a cereal, ligeramente lupulada y, cómo no, muy bebible gracias a una carbonatación muy bien integrada.


Eran casi las seis de la tarde y el cuerpo no estaba para muchos más trotes (pensad que no tomamos nada en cantidades inferiores a 50cl) así que muy a nuestro pesar, con varios locales más pendientes, entre ellos el Café Abseits (según parece, de lo mejor de la ciudad), nos planteamos dar por cerrada la jornada. Además aún nos esperaba una excursión a un lugar no muy lejos de Bamberg en la que a la postre disfrutaríamos de una de las mejores experiencias del viaje. Pero de esto último ya os hablaré en otra ocasión... ;).

Así que resumiendo, la conclusión extraída de Bamberg es que se trata de un auténtico vergel cervecero, de los mejores destinos a los que alguien que ama la cerveza puede viajar por sus numerosos locales, pero dejando la cerveza a un lado creo que aún siendo muy bonita creo que hay otros destinos infravalorados cuyo conjunto está como poco al mismo nivel, sin ir más lejos Nürnberg.

Precioso lüftlmalerei.

Está claro que el mal tiempo y el bullicioso turismo de la mañana que deslucieron en gran parte nuestra visita son fácilmente subsanables en ambos casos evitando viajar aquí durante el verano, pero otra de las razones de que no disfrutásemos tanto como esperábamos fue la falta de la calidez humana presente en otras partes de Baviera. Quizás la explicación sea la barrera idiomática ya que aquí pocos hablan inglés (o no quieren hablarlo), cosa que más hacia el sur es completamente impensable vayas donde vayas. O bien se deba a que como leí por alguna parte en Franconia son muy suyos, no se si me explico… Lo cierto es que siempre hay gente que se muestra predispuesta a ayudar pero en general la impresión fue de que la gente era mucho más reservada con los extranjeros y en varios locales nos encontramos un trato dejémoslo en poco agradable. Pero como siempre, se trata de una experiencia personal y no se pueden sacar conclusiones de una sola visita, así que si alguien viaja a este auténtico must cervecero ya nos contará…

Mis mejores 50 cervezas del 2013 (2/2).


Después de presentar la primera mitad el pasado lunes hoy vamos con las cervezas que completan el listado de las 50 mejores cervezas que disfrutamos a lo largo del 2013.


26. Huppendorfer Zwickel (Alemania). Una de las mejores franconas que pudimos disfrutar en botella en Nürnberg, producida por una de tantas cerveceras franconas minúsculas cuya producción no alcanza para verlas siquiera en el resto de Baviera. Un dueto alucinante entre el cereal y la levadura, nada más y nada menos. Una delicia.

Huppendorfer es la situada a la derecha.

27. La Cumbre Elevated IPA (USA). Sin ningún tipo de duda la mejor IPA que he probado este año, a años luz de cualquier otra, muy refrescante y bebible, con todos los elementos (pero especialmente el lúpulo) maravillosamente atados. Pocas veces he estado tan de acuerdo con Ratebeer: un 100 en el global y como estilo. Merecidísimos.


28. La Pirata Black Block (Catalunya). La demostración de que por estos lares se están haciendo algunas cervezas de calidad enorme. Esta imperial stout es sencillamente brutal.


29. Laugar Aupa Tovarisch de barril (País Vasco). En la última edición de Mediona hubo varias cervezas que gustaron bastante pero esta bomba de relojería fue una de las que más elogios se llevó. Y con razón. ¡Aupa Tovarisch!


30. Magic Rock Cannonball (UK). Si en 2012 la cervecera inglesa que más me sorprendió fue The Kernel, este 2013 la cosa anda repartida entre Magic Rock, Siren y Beavertown, con grandes cervezas en cada caso, pero entre todas hay una que merece un puesto de honor en esta lista y esa es Cannonball, una explosión de lúpulo resinoso. Bestial.


31. Mikkeller Mielcke & Hurtigkarl (Dinamarca). Una fusión magistral entre cerveza y vino gracias al envejecimiento con barricas de Château d’Yquem. Dulce, corpulenta, rebosante a fruta y confitura. Deliciosa.


32. Naparbier Hop Doom (Navarra). He tenido serias dudas de si poner 3 o 4 elaboraciones de Napar en este listado por el nivelazo general que ofrecen estos navarros. Pumpkin Tzar y The Beast 666 me parecen auténticas obras de ingeniería pero cuando reprobé hace pocas semanas la última modificación de Hop Doom me enamoró perdidamente. Arrolladora pero con un equilibrio digno de elogio que la hacen más próxima a una Barley Wine que a una Imperial IPA. Bendita "condena lupulada"…

33. Naparbier Sai (Navarra). Si el nivelón de las cervezas corpulentas de Naparbier plantea un verdadero problema a la hora de elegir una sola representante, con las “ligeritas” no se me presentan menos dudas. ZZ+ o Pils son magníficas, pero me tira mucho el estilo saison y esta obra de arte en la cual la levadura me encandiló con su carácter y las cortezas de limón, naranja y lima redondearon la fiesta, merece una mención importante. Sin duda un barrilete de 5L de esta cerveza para el verano sería la repera. ¡Tomad nota, navarricos!


34. Närke Stormaktsporter Konjaks (Suecia). La base de esta cerveza, la esquiva Stormaksporter, es considerada por muchos una de las mejores Imperial Stout del mundo, así que poder probar la Stormaktsporter en su versión envejecida es, como podréis imaginar, una auténtica gozada. Envejecida durante 10 meses en barrica el aroma es para perderse en ella durante horas… chocolate, madera, cognac, vainilla… ¡Deliciosa! Nuevamente mil gracias a la gente del Biercab por la oportunidad.


35. Nogne / St. Germain - Rub IPA (Noruega / Francia). Un regalo de la Reina Lúpula para mi cumpleaños que me dejó sin palabras ya sin abrirla por lo curioso que es ver una colaboración entre una consagrada como Nogne con la francesa Brasserie St. Germain y que además la elaboración sea una IPA con ruibarbo. Superado el shockinicial lo cierto es que más que una IPA se trataba de una especie de sour muy cítrica y peculiar, con recuerdos a una saison terrosa y afrutada, muy refrescante. Curiosa pero muy, muy rica.


36. Popaire Treumal (Catalunya). He de reconocer que cuando probé esta delicia en Mediona me quedé sin palabras. Elaborada con naranja y pomelo, con mucho cuerpo y para tomar lentamente disfrutando de cada sorbo. Maravillosa.


37. Schlenkerla Kräusen de barril (Alemania). Únicamente disponible en la fábrica entre junio y agosto, servida por gravedad directamente de la barrica. Kräusen hace referencia a un proceso de adición de cerveza joven (aún verde) a otra ya madura, lo que le confiere un carácter muy refrescante, un cuerpo ligero y, cómo no, el maravilloso toque (en este caso suave) ahumado de la casa. Para beber miles de litros en verano.


38. Schneider TAP 5 Hopfenweisse de barril (Alemania). No por conocida (en botella) dejó de sorprendernos esta weizen lupulada al más puro estilo yanquie. Ella sola se deshizo de un contundente y grasoso ágape bávaro con sobrada maestría. Una buena demostración de porque la experiencia es un grado y en esto los alemanes van sobrados…


39. Siren Half Mast QIPA de barril y en botella (UK). Aunque hay varias Siren que me han gustado mucho, esta “light” de barril es una verdadera maravilla ya que encuentra equilibrio a una cantidad escandalosa de lúpulo con muy poco cuerpo y alcohol (2,8%). Tremendamente bebible y equilibrada.


40. Son / La Pirata – Mayo 15:37(Barcelona / Granada). Esta saison cítrica, levadurosa, seca y sobretodo muy refrescante me dejó descolocado en una maravillosa y calurosa tarde disfrutada con el amigo Jose Teddy en Torrevieja. Amo el estilo y esta, con un lifting yanquie, es una grandísima representante.


41. Spezial Ungespundet de barril (Alemania). Los que seáis seguidores de webs como Ratebeer sabréis que las alemanas en general (doppelbocks a parte) tienen calificaciones muy bajas por lo que si esta humilde y poco conocida joyita sin filtrar tiene un notón (93) no debe ser moco de pavo. Rebosante a lúpulo alemán, poco carbonatada y, como todas las franconas, tremendamente bebible. Sin ninguna duda una de las tres mejores cervezas que bebimos en el viaje del pasado verano.

La de la derecha es la "Ungespundet".

42. Stronzo 1000 EBC (Dinamarca). En el diccionario la palabra “petróleo” debería ir acompañada de la etiqueta de esta cerveza. Densa como ella sola, sabrosísima y complejísima. Todo llevado al extremo. Una barbaridad.


43. The Alchemist Heady Topper (USA). A día de hoy esta Imperial IPA es un auténtico mito viviente y doy fe que merece todos los buenos calificativos y muchísimos más. En su día pude disfrutar de la también mítica Pliny the Elder pero si la comparo con esta Heady Topper, probada muy fresca, no estaría seguro de cual saldría victoriosa. Para todos los que digan que los americanos se lo cargan todo con lúpulo, deberían probar esta cerveza. Una obra de arte. Un 10 sobre 10. ¡Ah, y para incrédulos con el vil metal, al igual que La Cumbre citada más arriba, nada de botella, sólo en lata…


44. The Bruery White Oak (USA). Hasta el momento todas las cervezas que he probado de estos estadounidenses han sido auténticas delicias (Fruet es de las mejores cervezas que he tomado nunca) y esta barleywine con trigo (o “wheatwine” como he visto escrito por alguna parte), envejecida en barrica de roble blanco, es una maravilla cuyos matices puedes estar disfrutándolos infinitamente.


45. Three Floyds Panzer Wolf (USA). La etiqueta anticipa el contenido: heavy metal hecho lúpulo o viceversa, con el equilibrio de las mejores Imperial IPA yanquies. Brutal.


46. Three Floyds Zombie Dust (USA). Gracias a los buenos de Ximo y Ana pude probar esta APA, según Ratebeer la mejor del mundo, muy pero que muy fresca antes de que el tiempo haga mella en ella. No hay duda que es asombrosa, para beber a litros si es que el tiempo dedicado a disfrutar de lo maravillosamente bien hecha que está no te entretiene como ocurrió en mi caso.


47. Toccalmatto Grand Cru (Italia). Una de las cervezas más curiosas que he tomado en todo el año, con un marcado sabor a fresa y a yogur de fresa. Lo curioso es que cuando la probamos ninguno de los que compartíamos mesa y cervezas nos dimos cuenta del fresón que es en realidad su etiqueta y por ello aún nos sorprendió más. Un trabajo con las levaduras realmente exquisito.


48. Weltenburger Asam Bock de barril (Alemania). Hablar de Weltenburg es hacerlo de lagers inconmensurables. Esta doppelbock, muy buena en botella pero portentosa de barril, es para caerse de espaldas, y tomada en la propia abadía disfrutando de un almuerzo dominical con el buenazo de Diego, aún mejor.

Asam Bock es la de la derecha.

49. Westmalle Extra (Bélgica). Si hay una cerveza que cumple como pocas la definición de pan líquido esa es la Westmalle Extra. Si además la tomas en una situación tan cómica como la que solo cuatro de quienes estáis leyendo esto sabéis (y no debéis revelar…), aún el placer es mayor. Gracias por el momentazo, R., A., J. y J.M..


50. Wichert Landbier Dunkel (Alemania). La definición de una cerveza francona para mí es la sencillez hecha perfección: tremendamente bebible, equilibrada, sin que se le eche nada en falta y además en este caso con un toque ahumado delicioso. Ni barricas, ni lúpulos extraños, ni artificios varios, maravillosamente sencilla o sencillamente maravillosa.



Y con esta última francona doy por terminada esta bacanal de los placeres. Para los curiosos que gustéis de estadísticas, el país más representado ha sido Estados Unidos con 9; también con 9 está Bélgica gracias a las dos colaboraciones hechas con fábricas estadounidenses; ya con 8 representantes está Alemania; las micros de aquí alcanzan la cifra de 7 representantes; Dinamarca tiene 4; Reino Unido 3; Italia y Holanda 2; y por último Canadá, Francia, Suecia y Suiza un único representante.

Para cerrar aquí dejo unas cuantas referencias más que perfectamente podrían estar en el listado pero que o bien están un escalafón por debajo aún siendo cervezas enormes o bien no las querido meter para así dar oportunidad a un mayor número de cerveceras distintas. Son estas: BrewFist 2 Late IPA (Italia), De Struise Kabert (Bélgica), Dieu Du Ciel Péché Mortel (Canadá), Haandbryggeriet Oddin's Tipple barril (Noruega), Mike’s Organic IPA (Nueva Zelanda), Naparbier The Beast 666 y Pumpkin Tzar (Navarra), Popaire Tramuntana Cuvée (Catalunya), St. Bernardus Tokyo (Bélgica), Tegernsee Hell (Alemania).


Y esto ha sido todo por este año. Lo suyo es desear que el 2014 sea como poco igual de intenso, no? Complicado lo veo, veremos lo que nos depara… ¡Salut y buena cerveza para todos!