Modificar nuestros hábitos alimenticios: una cuestión de supervivencia para la humanidad

Por el doctor Jacques Lacaze, 12 de enero de 2011

El problema de los recursos naturales y de la salud de la población del planeta se planteó con fuerza una vez más en los estudios de un gran Instituto público. La pregunta que surge sobre el actual sistema: ¿ la globalización capitalista ultraliberal ( buscar por todos los medios disponibles la obtención de exhorbitantes ganacias inmediatas) que afecta a todos los ámbitos de la vida ( agricultura, medicamentos, transporte…) es compatible con un verdadero desarrollo sostenible, un genuino sistema de asistencia sanitaria al que se enfrenta la humanidad a día de hoy, que nos permita sobrevivir?

Bajo el título “Para preservar el planeta, el hombre debe cambiar su dieta”, el diario Le Monde (lemonde.fr) conjuntamente con la AFP, con fecha 12 de enero de 2011, ha publicado un informe realizado por investigadores del INRA.

Como la dieta se caracteriza por un alto contenido en calorías de origen animal, la presión que se ejerce sobre los recursos naturales es muy importante”, dicen los investigadores del INRA ( Instituto Nacional de Investigación Agronómica).

Según el Informe, los países ricos deben consumir menos carne en su dieta y poner fin al caos que puede suponer alimentar a 9.000 millones de personas en el año 2050, preservando los recursos del planeta.

Examinando la cuestión de la subsistencia de los seres humanos en el año 2050, el informe “Agrimonde”, fruto del trabajado iniciado en 2006, responde a dos escenarios: el bienestar inmediato y el desarrollo sostenible. Se trata de un verdadero avance, dice el estudio realizado por el INRA y el Centro Internacional de Investigación Agronómica para el Desarrollo (CIRAD)

Obviamente, no es porque se vaya a comer menos que alguien que vive en el Sahel se vaya a comer mejor”, matiza Sandrine Paillard, directora de la Unidad de Estudios Prospectivos del INRA, “pero está claro que si todo el mundo sigue comiendo tanta carne, la presión sobre los recursos naturales no van a poder sostenerse”. Por promedio, una persona consume unas 3.000 kilocalorías por día. Sin embargo, las diferencias son muy grandes, pues se pueden alcanzar las 4000 en los países ricos de la OCDE, 4500 en los Estados Unidos, frente a sólo 2.300 en el África subsahariana.

Reducir el consumo de carne

El estudio se centra en el desarrollo sostenible, estimando los investigadores que las 3000 kilocalorías por día deben ser distribuidas de un modo más equitativo en el mundo. Se puede postular que “no se debe aumentar aún más la presión sobre los recursos naturales”. En el Norte, se trataría de reducir la ingesta de calorías en un 25%. “Esto es muy importante”, dijo Sandrine Paillard.

Los medios para lograr esto son múltiples e involucran a toda la cadena de producción y consumo. En primer lugar, se deben reducir “las pérdidas en el consumo”, que pueden elevarse hasta el 30% en los países ricos. En el punto de mira están los residuos, incluidos los alimentos desechados por haber caducado su fecha de consumo óptimo, a menudo confundida con la fecha de caducidad. “La industria alimentaria también se protege, ya que la fecha de caducidad no refleja necesariamente la realidad de la seguridad alimentaria”, sugiere la investigadora.

Este escenario también supone una nueva política de salud pública “más ambiciosa” , que luche contra el exceso de comida y las enfermedades relacionadas, se indica en el informe. En el año 2003, 1,3 mil millones de adultos de todo el mundo presentaban sobrepeso, incluyéndose 400 millones de obesos. Por lo tanto, no sólo hay que comer menos, sino comer de una forma diferente, y en particular, limitar el consumo de carne: la producción de rumiantes se ha incrementado en un 40% entre 1970 y 1995. Un escenario sostenible supone que la proporción de calorías provenientes de vegetales debe ser de 2500 kilocalorías, frente a las 3000 de hoy en día.

… La sra. Paillard recuerda que el agua necesaria para producir un kilo de patatas es de 100 litros, pero para producir un kilo de carne de vacuno se precisan 13.000 litros de agua.

Este esfuerzo se podría hacer casi sin darnos cuenta. En el año 2050, las personas con más de 60 años representarán el 20% de la población mundial, frente al 10% de la actualidad. “ Las necesidades calóricas para estas personas es menor, de modo que el envejecimiento de la población puede contribuir a hacer posible una reducción del consumo medio de alimentos en los países ricos”, se escribe en el informe.

Para saber más, visite www.cirad.fr

http://www.jacques-lacaze.com/article-lutter-pour-survivre-64836573.html

Las Guerras Secretas de Fidel Castro

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Las Guerras Secretas de Fidel Castro -

OGM: mitos, falsedades, supersticiones

Por la Dra. Vandana Shiva, 10 de enero de 2011

En el mes de febrero, el Ministro de Medio Ambiente de la India, Jairam Ramesh, impuso una moratoria sobre la berenjena Bt. Ahora está favoreciendo los ensayos con caucho modificado genéticamente en Kerala. Un Estado libre de transgénicos. El jefe de Gobierno de Kerala, V.S. Achutnandan y el Ministro de Agricultura de Kerala, Ratnakaran Mullakkara, también reiteraron su compromiso de mantener a Kerala libre de transgénicos.

El Sr. Jairam Ramesh ha declarado que el caucho GM no es transgénico, es decir, que no tiene genes de especies no relacionadas. Esto es totalmente falso. Mientras que el gen MnSOD procede del caucho, el MnSOD ha sido obtenido mediante modificación genética. Contiene el CaMV35S, un virus que se utiliza como propulsor, un marcador de la resistencia a los antibióticos NPT II (kanamicina) y un gen transmisor de la CUS de las bacterias (E.Coli). Colocar virus y bacterias en una planta es una modificación genética. El Ministro de Medio Ambiente no debe engañar al país sobre la cuestión de los organismos modificados genéticamente, que tienen profundas consecuencias.

El caucho modificado genéticamente se está desarrollando para difundir el cultivo de caucho más allá de Kerala, siendo resistente a la sequía. Sin embargo, la resistencia a la sequía mediante ingeniería genética produce un efecto pleiotrópico, lo que significa que un sólo cambio genético puede causar efectos fisiológicos no deseados a través de la planta.

Investigadores que intentaban desarrollar una planta tolerante a la sequía, han descubierto que la expresión de un gen tolerante a la sequía puede tener efectos impredecibles y no deseados en otras características, incluyendo el rendimiento y la calidad. Al igual que un equipo informático sobrecargado de información se vuelve lento, los genes asociados con la tolerancia a la sequía frenen el desarrollo de la planta, dando lugar a plantas más pequeñas y a una floración tardía. Según un informe elaborado por Australia’s Grain Research & Development Corporation, “Las consecuencias son indeseables. Esto equivale a una pérdida de rendimiento por una posible sequía en los años favorables” (Ref._ Informe ETC).

Los investigadores del Centro Internacional de Investigaciones de Cultivos para las Zonas Climáticas Semiáridas (ICRISAT) de la India, también señalaron el inconveniente de trabajar con genes de respuesta al estrés en los cultivos transgénicos. En un artículo del año 2007, escriben: “ El control de las plantas transgénicas en condiciones de estrés, y la comprensión de los efectos fisiológicos de los genes insertados en la planta, siguen siendo retos importantes a superar. La ingeniería genética no es, pues, una tecnología fiable en cuanto a la tolerancia a la sequía”.

Además de los riesgos ecológicos de la adición de virus y bacterias en las plantas, el caucho modificado genéticamente promueve el monocultivo y elimina la biodiversidad. Mediante la sustitución de los cultivos para alimentación en otras regiones, se va agravando la crisis alimentaria en la India, que ha privado a la mitad de los niños y un tercio de los adultos a obtener su cuota adecuada de alimentos, sanos y nutritivos.

Otra controversia sobre los OGM se ha producido por las declaraciones del miembro del CPM Politburo, S. Ramachandran Pillai, quien en un seminario en Kerala dijo que es una superstición oponerse a las semillas transgénicas. El Sr. Pillai argumentaba que las semillas transgénicas permiten aumentar la productividad y evitan la malnutrición, y que no se debe estar ciegamente en contra de la ciencia y la tecnología.

La ciega aceptación de los organismos modificados genéticamente como una solución para el hambre sí que es real, porque la superstición en la ingeniería genética no aumenta el rendimiento de los cultivos. Se trata de una herramienta burda sobre la base de una ciencia reducionista que ignora las últimas novedades en los campos de la ecología genética, la epigenética y la economía agrícola. La Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (IAASTD), llevada a cabo por más de 400 científicos durante más de 4 años, han afirmado categóricamente que el futuro de la seguridad alimentaria no se encuentra en la ingeniería genética. Ésta es la más reciente evaluación de la ingeniería genética disponible en la comunidad científica. La ingeniería genética es una tecnología imprevisible, ya que se basa en malas prácticas científicas, reducionista y mecanicista, que no tiene en cuenta la complejidad y la autoorganización de los seres vivos.

Como dice el Manifiesto del Conocimiento de la Asociación Internacional sobre el Futuro de la Alimentación y la Agricultura, los siguientes principios son generalmente aceptados por la comunidad científica:

1.- La vida y los sistemas no vivos están interconectados de forma dinámica, de tal manera que cualquier cambio en un elemento necesariamente conduce a consecuencias no predecibles en otras parte de la red;

2.- La variabilidad es la base del cambio y la adaptación, mientras que su ausencia conduce inevitablemente a la muerte;

3.- Los sistemas vivos interactúan de manera recíproca con el medio ambiente.

Un ejemplo de este enfoque reducionista es el llamado “Enviropigs”, que han sido diseñados con genes de ratones y de la bacteria E. Coli para excretar menos fósforo. El problema no es, por supuesto, el propio fósforo. El fósforo es un nutriente que las plantas necesitan. Sin embargo, la cría intensiva de decenas de miles de cerdos convierten este nutriente en un contaminante. El exceso de fósforo escurre hacia las aguas superficiales, produciéndose el crecimiento de algas, que impiden que la luz solar alcance los niveles más profundos, consumiendo el oxígeno disuelto, matando peces y otros organismos. Enviropigs no es una solución verde. Mantiene un sistema violento que tortura a los animales, mantiene un sistema de fábricas contaminantes y desarrolla una agricultura no sostenible, que utiliza diez veces más proteínas del grano utilizado como alimento que las obtenidas de la carne que produce. Esto sí que contribuye a una crisis alimentaria.

Es hora de abandonar las anteojeras reducionistas que permiten a la ingeniería genética ser vista como una solución sostenible y segura contra el hambre. Necesitamos una ciencia real y una sostenibilidad real, no una pseudo ciencia y una pseudo sostenibilidad ofrecidas por las empresas y los científicos al servicio de las multinacionales. La alternativa a un cerdo modificado genéticamente es un cerdo criado en libertad. La alternativa a los monocultivos de caucho modificado genéticamente extendido por todo el país es promover la producción basada en la biodiversidad ecológica para promover la seguridad alimentaria a través de un aumento de la producción, así como la adaptación al cambio climático.

Las herramientas de la agroindustria corporativa son herramientas para el lucro. No pueden ser consideradas como la medida de la ciencia. La adopción de herramientas y paradigmas de la ciencia social es la presa de las supersticiones corporativas.

Como dijo Einstein, los problemas no pueden resolverse con la misma mentalidad de quienes los creó.

Tenemos que ir más allá de los monocultivos de la mente y de la crudeza del reducionismo mecanicista, en el que se basan las supersticiones de las falsas soluciones de la ingeniería genética.

http://foodfreedom.wordpress.com/2011/01/10/gmos-myths-falsehoods-superstitions/

Comprar, tirar, comprar

Ayer domingo, la cadena 2 de RTVE emitió el documental “Comprar, tirar, comprar”, sobre la obsolescencia programada, o lo que es lo mismo, la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar el consumo.

El documental ya se puede ver en la web de RTVE:

Baterías que se ‘mueren’ a los 18 meses de ser estrenadas, impresoras que se bloquean al llegar a un número determinado de impresiones, bombillas que se funden a las mil horas… ¿Por qué, pese a los avances tecnológicos, los productos de consumo duran cada vez menos?

La 2 de Televisión Española emitió el pasado domingo en prime time “Comprar, tirar, comprar” un documental que nos revela el secreto: obsolescencia programada, el motor de la economía moderna.

Rodado en Catalunya, Francia, Alemania, Estados Unidos y Ghana, Comprar, tirar, comprar, hace un recorrido por la historia de una práctica empresarial que consiste en la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo porque, como ya publicaba en 1928 una influyente revista de publicidad norteamericana, “un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios”.

El documental, dirigido por Cosima Dannoritzer y coproducido por Televisión Española, es el resultado de tres años de investigación, hace uso de imágenes de archivo poco conocidas; aporta pruebas documentales y muestra las desastrosas consecuencias medioambientales que se derivan de esta práctica. También presenta diversos ejemplos del espíritu de resistencia que está creciendo entre los consumidores y recoge el análisis y la opinión de economistas, diseñadores e intelectuales que proponen vías alternativas para salvar economía y medio ambiente
Una bombilla en el origen de la obsolescencia programada

Edison puso a la venta su primera bombilla en 1881. Duraba 1500 horas. En 1911 un anuncio en prensa española destacaba las bondades de una marca de bombillas con una duración certificada de 2500 horas. Pero, tal y como se revela en el documental, en 1924 un cártel que agrupaba a los principales fabricantes de Europa y Estados Unidos pactó limitar la vida útil de las bombillas eléctricas a 1000 horas. Este cártel se llamó Phoebus y oficialmente nunca existió pero en Comprar, tirar, comprar se nos muestra el documento que supone el punto de partida de la obsolescencia programada, que se aplica hoy a productos electrónicos de última generación como impresoras o iPods y que se aplicó también en la industria textil con la consiguiente desaparición de las medias a prueba de carreras.
Consumidores rebeldes en la era de Internet

A través de la historia de la caducidad programada, el documental pinta también un fresco de la historia de la Economía de los últimos cien años y aporta un dato interesante: el cambio de actitud en los consumidores gracias al uso de las redes sociales e Internet. El caso de los hermanos Neistat, el del programador informático Vitaly Kiselev o el catalán Marcos López, dan buena cuenta de ello.
África, vertedero electrónico del primer mundo

Este usar y tirar constante tiene graves consecuencias ambientales. Tal y como vemos en el reportaje, países como Ghana se están convirtiendo en el basurero electrónico del primer mundo. Hasta allí llegan periódicamente cientos de contenedores cargados de residuos bajo la etiqueta de ‘material de segunda mano’ y el paraguas de una aportación para reducir la brecha digital y acaban ocupando el espacio de los ríos o los campos de juego de los niños.

Más allá de la denuncia, el documental trata de dar visibilidad a emprendedores que ponen en práctica nuevos modelos de negocio y escucha las alternativas propuestas por intelectuales como Serge Latouche, que habla emprender la revolución del ‘decrecimiento’, la de la reducción del consumo y la producción para liberar tiempo y desarrollar otras forma de riqueza, como la amistad o el conocimiento, que no se agotan al usarlas.

Fuente: Ecologistas en Acción

Víctimas de Mazorra esperan por justicia

Hospital Psiquiátrico de La Habana.

(Martí Noticias, 10/01/11) - Un año después de la muerte de 26 pacientes ocurrida en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, conocido popularmente como Mazorra, las autoridades cubanas no han revelado el resultado de las investigaciones ni el enjuiciamiento de los responsables, como prometieron.

La tragedia se produjo un día como hoy, 10 de enero, aunque no fue hasta días después que, obligado por las denuncias de activistas de derechos humanos, el gobierno tuvo que reconocer lo ocurrido.
"Se reportan 26 fallecidos. Estos hechos están vinculados con las bajas temperaturas de carácter prolongado que se han presentado, de hasta 3,6 grados centígrados, y a factores de riesgo propio de los pacientes con enfermedades psiquiátricas", según reveló una nota del Ministerio de Salud difundida en los medios oficiales.
El comunicado dijo entonces que una comisión de investigación que creó el Ministerio de Salud identificó "varias deficiencias relacionadas con la no adopción oportuna de medidas" en el hospital para proteger a los pacientes, todos ancianos."Los principales responsables de estos hechos serán sometidos a los tribunales correspondientes", subrayó la nota.
Desde entonces, las autoridades no han hecho ninguna mención al resultado de las investigaciones.