El Órden Sacerdotal


Aunque sabemos que todos los miembros de la Iglesia, fundada por Cristo, participan en virtud del Bautismo del Sacerdocio de Cristo, no hay que olvidar que el mismo Jesús escogió de entre el grupo de setenta discípulos que le seguían , a doce de ellos quienes fueron llamados APOSTOLES, es decir, enviados, encargados. Mt. 10, 1-4; Mc. 3, 13-19; Lc. 6, 12-16
Cristo pues eligió a doce:
Como patriarcas del nuevo Israel: Lc. 6, 12-16
Les trasmitió su propia misión, que el había recibido del Padre: Jn. 20, 21.
Les trasmitió el poder de celebrar la Eucaristía: Lc. 22, 19., 1 Cor. 11, 25 ss.
El poder de perdonar los pecados: Jn. 20, 22 ss.
Y de bautizar y de predicar: Mt. 28, 19 ss.
De esta manera todo hombre debe ver en el sacerdote "un servidor de Cristo y administrador de los misterios de Dios". 1 Cor. 4,1


Grados del Sacramento del Orden:

a) EL EPISCOPADO: o ministerio apostólico que se deriva directamente del ministerio de los apóstoles. El obispo es quien preside una comunidad de fieles, de la cual es también pastor. El posee el orden en toda su plenitud.
b) EL PRESBITERADO: este grado no llega a la cumbre del episcopado, sin embargo, los presbíteros (los que llamamos sacerdotes) están unidos a sus obispos en el sacerdocio, de ellos dependen en su ministerio y, en virtud del sacramento del orden, han sido consagrados como verdaderos sacerdotes participando, en su grado, del ministerio de Cristo, único mediador. 1 Tes. 2,5.
c)EL DIACONADO: es el grado inferior del orden sacerdotal. El diácono (que existe desde la Iglesia Apostólica) tiene las siguientes funciones:



  • Administrar solemnemente el sacramento del Bautismo.

  • Conservar y distribuir la Eucaristía.

  • Bendecir los matrimonios.

  • Llevar el viático a los enfermos.

  • Leer a los fieles la Sagrada Escritura.

  • Predicar.

  • Bendición e imposición de las cenizas.

  • Presidir los ritos funerales y sepelios (sin la celebración eucarística.

Un sacerdote es un hombre, elegido por Dios para servir a los hombres, en las cosas de Dios.


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El Matrimonio



  • El sacramento del matrimonio es la presencia de Cristo, presencia sacramental. Es decir siendo el matrimonio un sacramento, se convierte en un medio de comunicación de la gracia de Dios. Es un camino para la salvación de los que lo integran.

  • Como sacramento es un signo del amor y de la alianza de Cristo con su Iglesia.

  • La finalidad del sacramento del matrimonio es la santificación de los esposos mediante: la Unión y la procreación y educación de los hijos.

  • Es la manera de ayudarse mutuamente con la gracia de Dios en la realización de la propia vocación.

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La Eucaristía


La Eucaristía es la consagración del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre, renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la Cruz.
Por otra parte, la recepción de Jesucristo sacramentado bajo las especies de pan y vino en la sagrada Comunión significa y verifica el alimento espiritual del alma. Y así, en cuanto que en ella se da la gracia invisible bajo especies visibles, guarda razón de sacramento.
Tiene razón de sacrificio en cuanto se ofrece, y de sacramento en cuanto se recibe.
La Eucaristía es el sacramento en el cual, bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y substancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.
Es por eso, el más grande e importante de los sacramentos, de donde salen y hacia el que van todos los demás, centro de la vida litúrgica, expresión y alimento de la comunión cristiana.
La Eucaristía fue también preanunciada varias veces en el Antiguo Testamento.



  • Salomón en el libro de los Proverbios: "La Sabiduría se edificó una casa con siete columnas (los siete sacramentos), preparó una mesa y envió a sus criados a decir: " Venid, comed el pan y bebed el vino que os he preparado". (Prov. 9,1).

  • El profeta Malaquías, hablando de las impurezas de los sacrificios de la ley: "Desde donde sale el sol hasta el ocaso, grande es mi nombre entre las gentes, y en todo lugar se sacrifica y ofrece a mi nombre una oblación pura" (Mal. l,10ss).

La verdad de la presencia real, corporal y substancia de Jesús en la Eucaristía, fue profetizada por el mismo Señor antes de instituirla, durante el discurso que pronunció en la Sinagoga de Cafarnaúm, al día siguiente de haber hecho el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. "Yo soy el pan de la vida, si uno come de este pan vivirá para siempre, pues el pan que yo os daré es mi carne, para la vida del mundo" (Jn.6,32-34, 51).
El signo externo del sacramento, son la materia (pan y vino) y las palabras de la consagración (forma).
Confiere la gracia, como afirma el mismo Cristo: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna".(Jn 6,54), o sea, la gracia, que es prenda de vida eterna.
Fue instituido por Jesucristo en la Ultima Cena, como consta repetidamente en la escritura: "Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y dándoselo a los discípulos, dijo: "Tomad y comed, esto ES mi cuerpo". Y tomando el cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: "Bebed de el todos, que esta ES mi sangre del Nuevo Testamento; que será derramada por muchos para remisión de los pecados". (Mt.26,26-28).
La materia para la confección de la Eucaristía es el pan de trigo y el vino de la vid. Esta es una verdad de fe definida en el Concilio de Trento.


El recibir la Eucaristía produce en el alma los siguientes efectos:



  • Aumento de la gracia santificante.

  • Producción de gracia sacramental.

  • Perdón de los pecados veniales.

  • Es prenda de vida eterna.

Sabemos que el único sacramento absolutamente indispensable para salvarse es el bautismo: si un niño recién bautizado muere, se salva, aunque no haya comulgado. Sin embargo, para un bautizado que ha llegado al uso de razón, la Eucaristía resulta también requisito indispensable, según las palabras de Jesucristo: "Si no coméis la Carne del Hijo del Hombre y no bebéis su Sangre, no tendréis vida Eterna". (Jn.6,53).


No sería razonable que un hombre alcanzara la salvación que es unión con Dios, sin tener en la tierra al menos el deseo de la Eucaristía, que es también unión con Dios.


La iglesia ordena en su tercer Mandamiento de La Santa Madre Iglesia, que al menos una vez al año y por Pascua de Resurrección, todo cristiano con uso de razón debe recibir la Eucaristía. También hay que comulgar cuando se está en peligro de muerte.


Esto es lo que la Iglesia nos sugiere como mínimo, ya que desea que se reciba al Señor con frecuencia, incluso diariamente. Lo que se realiza, pues, en la Eucaristía es la conversión del pan y del vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo, que es lo que llamamos la transubstanciación.
Bajo cada una de las especies sacramentales (pan y vino), y bajo cada una de sus partes cuando se fraccionan, está contenido Jesucristo entero, con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.
Lo cual quiere decir que Cristo está presente hasta en una migajita de la hostia, por eso el sacerdote tiene mucho cuidado al dar la comunión de que no se caiga ningún pedacito al suelo.


A la Misa se le llama BANQUETE EUCARISTICO. ¿ Porqué se le ha dado este nombre de Banquete Eucarístico?



  • Jesús cuando hablaba del Reino de los Cielos lo comparaba con un banquete. Y su Ultima Cena que fuera como un banquete, como un festín, una comida entre amigos. Un banquete es una comida alegre. Se colocan los manteles mas bonitos, la mejor cristalería, luces y flores. Hay música y canciones. Los corazones están llenos de alegría. Así es la Misa.

  • Si hay un banquete es porque se celebra un acontecimiento importante. Por eso cada banquete es la celebración de un acontecimiento, en cada Misa se celebra el acontecimiento de nuestra salvación.

  • El banquete no lo hacemos solos. Nos encontramos con personas que llegan de otras partes, venidos de distintos sitios y condiciones, y allí nos sentimos unidos por nuestro común amor a Cristo y a su Iglesia. Sentimos comunión de unos para otros.

  • En un banquete nos alimentamos con manjares escogidos. En la Santa Misa Dios nos alimenta con el Pan bajado del cielo que es el cuerpo de Cristo, del cual dijo el mismo Jesús: "El que coma de este pan vivirá para siempre" (Jn 6).

¿ Es nuestra misa una fiesta? ¿Participamos en ella con alegría? ¿nos sentimos más hermanos en cada celebración? ¿Comemos el Pan Celestial comulgando? Sería muy triste que nos dijeran: "vengan a ver comer a los demás". Eso no sería un verdadero banquete para nosotros. Y si no comulgamos en la Misa nos quedaremos así: viendo comer a los demás mientras que nosotros seguimos desfallecidos de debilidad espiritual. Jesús dijo: "Tomad y comed" y no solamente " Tomad y mirad".
Quiere que nos alimentemos con su cuerpo en la Eucaristía. Nos preparemos lo mejor posible, pero no nos quedaremos sin comulgar.
¿ Qué responder a los que dicen: "yo no comulgo porque soy pecador?


San Francisco de Sales repondía así: Si eres débil debes comulgar para volverte fuerte. Si has pecado mucho te conviene comulgar (después de confesarte bien) para que la presencia de Jesucristo te traiga fuerzas para no seguir pecando tanto. Si te domina el mal genio, al recibir en la comunión al que es "manso y humilde de corazón", El te irá contagiando de su bondad y su buen genio. Si tienes inclinación a la impureza y al vicio, la presencia en tu alma de Cristo el Cordero Inmaculado que jamás tuvo la más mínima mancha de pecado, te irá dando fortaleza hacia todo lo que es impuro, y amor por la virtud. Si te vence el orgullo, Jesús que es humilde te irá haciendo semejante a El. No comulgas por que ya eres santo, sino porque deseas llegar a la santidad. Y sin comulgar no lo lograrías quizá jamás.