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Carta de un empleado de GSK recién jubilado

“He dedicado toda mi vida profesional a trabajar para GlaxoSmithKline y he terminado “asqueado” de los medios que utilizan para vender sus cartera de productos y de la hipocresía de sus discursos. Esta empresa tiene una doble moral, me imagino que como otras. Los tiempos han cambiado mucho, y ahora se han vestido de túnicas blancas para esconder de cara a la sociedad los mismos métodos que siempre han utilizado, la mentira, la manipulación y el soborno.

Hace años, todo era “muy descarado”, ahora estos mismos hechos se disfrazan con facturas falsas, todo amañado como de si reuniones científicas se tratara, “tenemos que tener las espaldas cubiertas”, eran frases frecuentes del Jefe de Zona.

Recuerdo los años dónde se le daba dinero contante y sonante a los médicos porque recetaran, en el 2010, no ha cambiado tanto la cosa, se cumple el dicho de que “hecha la ley, hecha la trampa”.

Con el fin de realizar estudios científicos, GSK ha regalado a muchos médicos sin escrúpulos, ordenadores portátiles de última generación, algo realmente atractivo para profesionales que además dicen estar “quemados por la administración”, algunos de ellos ahora ostentan cargos administrativos importantes y en su dia, fueron médicos comprados.

Todavía recuerdo aquella sesión plenaria dónde Rodrigo Becker, presidente de GSK, se dirigía a mas de 1000 empleados y hablaba de “tolerancia cero” frente a actos no contemplados en el código ético. Pero luego, hay que enfrentarse a la presión incesante de cubrir los presupuestos de ventas de cada producto. Lo importante es conseguir vender, entre otras cosas, porque si no lo haces, tu puesto de trabajo está seriamente comprometido, y claro, todos tenemos una familia, una hipoteca y necesitamos esos jugosos incentivos para llegar a final de mes. En definitiva, busca la manera de que todo parezca legal, y si no se te ocurre nada, para eso están tus jefes que te darán las pistas de cómo hacer las cosas sin que te pillen y que todo parezca legal.

Cada año recibía mas de 20.000 euros para gastar, eso sin contar aquellas acciones que venían directamente del departamento de marketing, que podían alcanzar los 10000 euros, en definitiva, casi 30000 euros para “invertir” en los médicos de mi zona y conseguir que Seretide, Bonviva, Avidart etc, alcanzasen la cifra de ventas asignada para cada “vendedor”, porque así es cómo nos llaman en la empresa, eso de “delegado científico”, es una etiqueta de cara a la galería, “somos vendedores”, igual que el que vende planchas por los comercios, pero con la diferencia de que quién paga la factura es el estado, osea, todos nosotros.

Cuando habían transcurrido algunos meses y no se gastaba lo suficiente, te daban un tirón de orejas, el dinero había que gastarlo como sea, siempre ha estado muy mal visto, ser el que menos gastaba de tu zona. A veces había que salir a la calle desesperadamente a buscar médicos que dejaran comprar su voluntad.

¿ Como hacerlo y justificarlo legalmente ? Hay muchas formas. La Ley dice que sólo se puede gastar en “formación para los médicos”, no hay ningún problema, se gasta en formación.

Podemos regalar libros médicos. Si le compro al médico sobornado, los libros de arquitectura que necesita su hijo para la universidad y en la librería me hacen una factura de un “Harrison”, todo se convierte en legal ¿ verdad ?

Si un restaurante amigo me hace una factura de 400 euros como importe de una comida de trabajo con médicos, y GSK me la abona y con este dinero le compro al médico una bicicleta de montaña, todo se convierte en legal ¿no?

Si compro un talonario de “Bancohotel” para asistir a un Congreso Médico y el galeno se va con quién el quiera a un balneario a relajarse, todo legal ¿no?

Si le pago a un médico unos honorarios por una conferencia que descompuestamente ha dado a sus compañeros del centro de salud, todo legal ¿no?, incluso de cara a hacienda, con su retención de irpf y todo.

Podía relatar muchas mas cosas, pero ustedes creo que ya me entienden, hecha la ley, hecha la trampa.
Quiero romper una lanza en favor de la clase médica decente, pues afortunadamente, la mayoría son auténticos profesionales y no entran en este juego, pero comprendo que a veces es difícil resistirse a que te pongan a diario una bandeja de caramelos y no coger uno.

No digamos nada de la información que a diario se le proporciona a la clase médica. En nuestra reuniones se analizaban minuciosamente los estudios clínicos, había muchos que nos negábamos a entregar porque dejaban en entredicho la eficacia y seguridad de los fármacos. Aún recuerdo el caso “Avandia”, teníamos la sensación de vender “humo”, y el tiempo ha puesto el producto en su sitio, es sabido por los medios de comunicación, que Glaxo ocultó información vital sobre la seguridad del producto.

GlaxoSmithKline fué uno de los impulsores de la puesta en práctica del código ético. No tuvo mas remedio después del escándalo que surgió en Italia en 2004, dónde se le acusó de sobornar a mas de 4000 médicos. Saltaron las alarmas, pues lo que se hacía en Italia, se hacía igualmente en España, había que cortar por lo sano, pero lo que ocurre es con con las manos vacías es muy difícil “vender”, gastemos el dinero de manera que todo parezca ético.

Al margen de esto, GSK, empresa que quiere ser modelo de austeridad y estar limpia de cualquier sospecha, salta cada día a la palestra por hechos muy graves. Recientemente en los medios de comunicación se informaba de los lazos financieros que unían a algunos expertos de la OMS con esta multinacional que facturó millones de libras con la vacuna de la gripe A.

En las semanas pasadas pagó mas de 700 millones de dólares de multa por fabricar medicamentos adulterados. Son también varios los casos dónde se le ha relacionado con experimentos y muertes en niños por poner en marcha estudios clínicos con vacunas infantiles. Tan sólo basta con hacer una simple búsqueda en Google y nos enteraríamos de la misa la mitad.

El visitador médico es una “victima” de esta maquinaria tan poderosa. Son padres y madres de familia que tienen que comer, la gran mayoría de ellos licenciados en farmacia, química, biología etc, que la única salida laboral a su carrera universitaria que han tenido ha sido esta, que por otro lado suele estar muy bien pagada. Pocos pensarían cuando se preparaban los difíciles exámenes de su licenciatura, que terminarían siendo meros papagayos, repitiendo dia a dia un guión diseñado milímetro a milímetro para conseguir que el médico prescriba sus productos, pero una vez que se entra, es difícil salir, pues te quedas descolgado de tu verdadera profesión y no encuentras otro camino, a pesar de que tu psiquis termine machacado por tanta presión, por tanta amenaza.

http://www.casmadrid.org/index.php?idsecc=noticias&id=2336&titulo=NOTICIAS

¿Y quién vigila a las farmacéuticas?




Guzmán Sánchez
Periodismo Humano


En artículos anteriores hemos repasado las características de la industria farmacéutica en la sociedad actual, cómo se relaciona con los médicos y el fenómeno cada vez más común de la promoción de enfermedades.

[Puedes leer la serie de reportajes realizados por Periodismo Humano sobre las farmacéuticas en: Farmacéuticas: razones para el escepticismo]

Si las farmacéuticas actúan en ocasiones de forma abusiva, como comenta Marcia Angell, profesora de Salud Pública de la Universidad de Harvard, es porque nadie se lo impide. A estas alturas de la película nadie se sorprenderá del legítimo afán de maximizar beneficios que tiene cualquier empresa, ya sea farmacéutica o de otro tipo. Por tanto, en este negocio especialmente delicado, la regulación por parte de administraciones, estados y agencias internacionales adquiere un carácter imperativo.

Agencias reguladoras

La aprobación y supervisión de medicamentos corre a cargo, mayoritariamente, de la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) y de la Food and Drug Administration (FDA) americana . Se calcula que estas agencias reciben de la industria farmacéutica en torno a un 70% de sus fondos en concepto de tasas, lo cual plantea dudas sobre su capacidad para actuar de manera independiente (1). Es también significativo que la EMEA forma parte de la Comisión de Empresa e Industria de la Unión Europea cuando lo esperable sería que perteneciera a la de Sanidad y Consumidores. Estos organismos son la última barrera, y por tanto la más exigente, que deben superar los fármacos antes de ser distribuidos al general de la población. Lamentablemente, hay casos en los que la actuación de las agencias ha puesto en entredicho su función.
Uno de los ejemplos más significativos de fármacos tóxicos es el de Vioxx (Rolecoxib), de la compañía Merck, que fue retirado en 2004 tras haber causado hasta 139.000 afecciones cardíacas durante sus 5 años de comercialización como tratamiento para la artritis. El analgésico Vioxx salió al mercado en 1999 como un fármaco estrella por ser la alternativa a los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), que causan hemorragias intestinales, y se acabó convirtiendo en uno de los mayores escándalos públicos en Estados Unidos. La alarma fue levantada por David Graham, director asociado de la Oficina de seguridad farmacéutica de la FDA, que compareció ante el senado americano para hacer públicos unos estudios realizados dentro de la propia agencia en los que mostraba un aumento de riesgo cardiovascular relacionado con Vioxx.

Merck, tras cruces de acusaciones y una negación de lo evidente que duró un año, se vio obligada a retirar el medicamento y a pagar 4.850 millones de dólares en compensaciones a los afectados. Todavía en la actualidad siguen saliendo a la luz datos del escándalo. Recientemente un artículo que analiza exhaustivamente los ensayos clínicos de Vioxx apunta que Merck, y por extensión la FDA, ya conocían del riesgo asociado al medicamento antes incluso de su salida al mercado en 1999(2).

En 2002, unos años antes del revuelo mundial, Joan Ramón Laporte, catedrático de farmacología de la Universidad Autónoma de Barcelona, ya había señalado en una publicación médica los peligros de usar inhibidores de la enzima COX-2 como Vioxx (3), a lo cual respondió Merck con una querella por escribir “falsedades” que dañaban su imagen y exigiendo una rectificación. Un movimiento bastante común de la industria, con su tendencia a “transferir al mundo judicial las disputas científicas” como comenta el médico Juan Gérvas en su artículo “Merk contra Laporte ó el derecho recíproco de réplica” (4). No solo las evidencias darían la razón a Laporte sino que el juicio se resolvió a su favor, sentando un precedente en la lucha por la información independiente sobre medicamentos y terapéutica.

Recientemente se ha cerrado otro caso de toxicidad, el de Avandia, un medicamento empleado en el tratamiento de la diabetes. El escándalo se destapó en 2007 cuando Steve Nissen, miembro prominente de New England Journal of Medicine, publicó un artículo en el que sugería que Avandia, producida por GlaxoSmithKline (GSK), aumentaba el riesgo de sufrir infarto de miocardio. El medicamento, que hasta entonces era de los más vendidos en el mundo (sólo en 2006 las ventas ascendieron a 2.250 millones de euros) se desplomó en el mercado tras las evidencias. Sin embargo, las agencias reguladoras permitieron que el fármaco se siguiera recetando a pesar de disponer de datos preocupantes: según unos documentos confidenciales filtrados al New York Times, la FDA estimaba que se podrían haber evitado hasta 700 crisis cardíacas cada mes de haberse suspendido el tratamiento, un riesgo que la compañía conocía desde 1999. El propio senado de los EEUU configuró una comisión para estudiar el caso, cuyas conclusiones, muy críticas con GSK, consideraban que la compañía había “fallado a los pacientes” por no advertir de los riesgos (no especificados en el prospecto) y además había “tratado de intimidar a médicos independientes”. Hace unas semanas, tres años después de las primeras alarmas, el fármaco ha sido retirado en Europa mientras que en Estados Unidos su uso ha quedado restringido a casos extremos.

Los casos de toxicidad suelen ir asociados de un intenso debate en la comunidad científica. En abril del pasado año se publicó un análisis de más de 200 artículos científicos que trataban específicamente sobre Avandia y el riesgo cardiovascular (6). El estudio encontró que el 94% de los autores que se expresaban positivamente acerca de Avandia tenían lazos económicos con compañías farmacéuticas relacionadas con diabetes y el 87% específicamente con GSK, productora de Avandia.

Sorprendentemente, de los 29 artículos que recomendaban el cambio al fármaco rival Actos, de Lilly, 25 tenían relaciones comerciales con esta compañía. Los autores del estudio se preguntan: “en medio de la controversia por Avandia, pacientes y médicos se ven expuestos a todo tipo de argumentos. ¿Cómo es posible que el análisis de los mismos resultados lleve a adoptar posiciones tan pasionales y disparatadamente enfrentadas? Nosotros tratamos de determinar si los conflictos de interés económicos con la industria farmacéutica podría estar avivando el fuego. Según los resultados, parece que la respuesta es afirmativa.” La cobertura del artículo por el diario británico The Independent fue bastante extensa, llevando la noticia a portada. Sin embargo, al día siguiente de su publicación el artículo desapareció de la red durante las semanas siguientes y cuando volvió a estar disponible, apareció acompañado de una nota en la que aclaraba que en su artículo no trataba de acusar a GSK de estar manipulando a la comunidad científica y que estaban “contentos de afirmar que la compañía está muy comprometida con la transparencia”. GSK es una de las mayores empresas farmaceúticas del mundo y tiene su base en el Reino Unido, al igual que el periódico The Independent.

Los casos de Avandia y especialmente de Vioxx han dejado en evidencia a las agencias reguladoras por reaccionar con demasiada lentitud ante las alarmas de toxicidad, fracasando en el seguimiento postventa de medicamentos. Un editorial publicado hace unos años en The Lancet critica la inoperancia de la FDA que, “según está configurada, ve a la industria farmacéutica como a un cliente – una fuente vital de financiación para sus actividades – y no como un sector que necesita ser fuertemente regulado”(5).
Organización Mundial de la salud

La Organización Mundial de la Salud (OMS) es un organismo dependiente de la ONU para la coordinación de acciones sanitarias. Recientemente la imagen pública de la OMS ha sufrido un notable deterioro tras la gestión del caso de la gripe A. En enero de este año, el presidente de la Comisión de Salud del Consejo de Europa, Wolfgang Wodarg, acusaba a la organización de haber cedido a las presiones de la industria farmacéutica en la declaración de pandemia por Gripe A. Además el Consejo de Europa aprobó por unanimidad una resolución en la que “deplora seriamente” la reticencia de la OMS a compartir datos de la gestión de la gripe A y critica la actitud “altamente defensiva” y la falta de transparencia de la organización. El efecto de estas sospechas se hace patente en una encuesta publicada por Scientific American en octubre: sólo un 31% de los europeos considera fiable la opinión de los científicos sobre la pandemia.

En medio de todo este revuelo la OMS aún defiende que sus asesores puedan ser parcialmente financiados por las empresas farmacéuticas. Un artículo y un pequeño documental publicados en BMJ el pasado mes de junio estudia la aprobación de un famoso informe de la OMS en el que se recomendaba a los estados la adquisición masiva de antivirales para la prevención de posibles pandemias por gripe. Siguiendo las pautas de este documento publicado en 2004, estados de todo el mundo adquirieron millones de dosis de antivirales como Tamiflu (Roche) ó Relenza, fármaco rival de GSK, cuyas ventas se han disparado desde entonces.

El artículo, firmado por BMJ y The Bureau of Investigative Journalism, desvela que tres eminentes científicos en cuya opinión se basó la recomendación de la OMS tenían relevantes lazos económicos con la industria. Frederick Hayden, de la Universidad de Virginia (EEUU), había ejercido de consultor y conferenciante especializado para Roche, además de recibir fondos para proyectos científicos de la misma compañía. Karl Nicholson, de la Universidad de Leicester (Reino Unido), no solo era consultor de Roche y GSK, a la que aconsejó en la fabricación de Relenza, sino que aparecía como experto autorizado en los primeros panfletos publicitarios de Tamiflu. Arnold Monto, de la Universidad de Michigan (EEUU), también declaraba sus lazos con farmaceúticas, Roche entre otras. A pesar de conocer estos datos, la OMS decidió no hacerlos públicos. A día de hoy, la organización se sigue resistiendo a hacer públicas las declaraciones de conflictos de interés que debieron haber firmado los expertos. Sir Iain Chalmers, reputado médico inglés, expresa su preocupación en el vídeo de BMJ: “Como paciente, si no conozco los intereses que influyeron las recomendaciones de la OMS no sirve de nada que lo sepa Margaret Chan [directora de la OMS]. Soy yo el que debe disponer de la información, como cliente de sus productos”.

Gobiernos y farmacéuticas

Los encuentros y desencuentros de la industria no acaban con las agencias o la OMS. También los estados han tratado de actuar en ocasiones contra determinados abusos. El gobierno francés se enfrentó a Pfizer en 2002 por los precios abusivos de determinados medicamentos, lo que desencadenó una disputa que acabó con la amenaza del gigante farmacéutico de abandonar el país. El gobierno francés se tuvo que retractar (7), lo que da una idea del inmenso poder de las corporaciones.
Un final algo distinto tuvo la demanda presentada por el gobierno nigeriano contra, otra vez, Pfizer. En medio de la crisis médica por meningitis que sufrió el país africano en 1996, la farmacéutica organizó unos ensayos clínicos ilegales al lado del centro médico gestionado por Médicos sin Fronteras, y captaron a 200 niños bajo la promesa de que los curarían. El resultado fue que 11 niños murieron y muchos más sufrieron efectos secundarios muy graves como lesiones cerebrales. En cuestión de dos semanas no había rastro de los trabajadores de Pfizer en el país. Trece años después de lo sucedido, en 2009, el gobierno nigeriano y la compañía llegaron a un acuerdo extrajudicial para indemnizar a las familias. Sin responsabilidades penales. Esta historia inspiró a John LeCarre a escribir la novela El Jardinero Fiel. Conclusiones La desprotección de la ciudadanía frente al poder de la industria es un fenómeno generalizado que ha sido denunciado desde las más diversas plataformas. Una comisión de expertos del Parlamento Inglés redactó un dossier hace unos años en el que admitía que los intereses de la industria y la población no coinciden, y proponía “poner en marcha un régimen regulador eficaz que consiga que la industria farmacéutica no perjudique el bien común”.

La necesidad de que la sociedad disponga de una industria farmacéutica es tan innegable como la urgencia de reconducir el sector hacia los principios que lo fundaron. Simplemente, producir medicamentos útiles y beneficiosos para los pacientes. Pero la realidad es muy distinta. La consideración de que los medicamentos son meros bienes de consumo implica que su uso esté cada vez más determinado por la oferta que por la demanda y se aleje de satisfacer las necesidades reales de la población. Así, un sistema de salud manejado por sociedades utilitaristas, que priman el fin por encima de los medios, dista de ser saludable. La búsqueda de un nuevo marco ético que rija las actuaciones y las relaciones de la industria farmacéutica con la sociedad constituye un fin en sí mismo.
Referencias:

1. Laporte, R. 2005. Prólogo para el libro de Jorg Blech “Los inventores de enfermedades”. http://www.osalde.org/drupal-5.1/files/boletines/opiniones/OPiniones_11-05.pdf

2. Woloshin S. 2009. Bringing the FDA´s information to market. Arch Intern Med. 169:1985-1987 http://archinte.ama-assn.org/cgi/content/extract/169/21/1985

3. Laporte, R. 2002. Las supuestas ventajas de Celecoxib y Rofecoxib: fraude científico. Butlletí Groc 15;4. http://www.icf.uab.es/informacion/boletines/bg/bg154.02e.pdf

4. Gérvas, J. 2004. Merk contra Laporte ó el derecho recíproco de réplica. Gac Med Bilbao 101: 71-72 http://www.gacetamedicabilbao.org/web/es/abstract.php?doi=040033jg

5. Horton, R. 2004. Vioxx, the implosion of Merck, and aftershocks at the FDA. Lancet 364:1995-6.http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(04)17523-5/fulltext

6. Wang, AT et al. 2010. Association between industry affiliation and position on cardiovascular risk with rosiglitazone: cross sectional systematic review. BMJ; 340:344 http://www.bmj.com/content/340/bmj.c1344.full

7. Pignarre, Philippe. El gran secreto de la industria farmacéutica. Barcelona: Gedisa, 2005. p.140 (citado en Forcades i Vila, T. 2006. Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas. Cuadernos CiJ. p.10)

Fuente: http://periodismohumano.com/sociedad/salud/%C2%BFy-quien-vigila-a-las-farmaceuticas.html

Vacuna N1H1: Las vacunas rechazadas por la población occidental son enviadas a África



Septiembre de 2010 - En Port-Bouët, Costa de Marfil, se ha iniciado una campaña de sensibilización por el adjunto del Ministro de Salud, el pasado 2 de septiembre.

Esta sensibilización consiste en engañar a la población y hacerla creer que la gripe N1N1 es muy peligrosa y agresiva para así proceder a su vacunación, utilizando para ello las vacunas desechadas por los países ricos.

En este reportaje reconocemos la impronta de la OMS (OMS/Unicef), se habla de ciertos rumores acerca de la calidad de la vacuna...

Los contratos por la compra de vacunas entre los países ricos ( Bélgica, Francia, España...) y las empresas farmacéuticas se hicieron en base a una no establecida todavía garantía de la vacuna por parte de los fabricantes. En países como Nepal también se pone en duda, habiéndose decidido suspender la importancias y administración de la vacuna H1N1 Pandemrix, de la empresa GSK (Glaxosmithkline).



Les vaccins H1N1 en surplus, liquidés en Afrique



http://www.internationalnews.fr/article-nouveau-scandale-du-vaccin-h1n1-les-vaccins-dont-personne-ne-veut-au-nord-refourguees-en-afrique-2-dossier-vaccin-h1n1-57910593.html

Mercado de pacientes



Publicado por Miguel Jara el 8 de Septiembre de 2010

¿Cómo se crea una enfermedad partiendo de un factor de riesgo? ¿Cómo se crea la necesidad de consumir un nuevo medicamento? Un ex empleado de uno de los laboratorios farmacéuticos más grandes cuenta algunas estrategias en las que ha participado.

Al hilo de lo publicado hace unos días sobre porqué las asociaciones de enfermos son un campo de inversión interesante para la industria farmacéutica, un ex empleado del laboratorio GlaxoSmithKline me cuenta que cuando esta farmacéutica lanzó Bonviva (ibandronato), un fármaco para tratar la osteoporosis, lo primero que hizo fue contactar con distintas asociaciones de enfermos, para ofrecerles su “apoyo”.

Para la lectura del artículo completo