Bono casi le disputa la vicepresidencia al compañero Sting
La idea surgió en medio de la parrillada que se estaban manducando los integrantes de la agrupación musical U2 en San Telmo, justo en el preciso momento en que The Edge, el guitarrista, le preguntaba a Bono, el cantante, si quería cambiar los chinchu que ya tenía medio duros en el plato por los que recién había traído el mozo, que estaban más calentitos.
De pronto, Bono, el cantante, encargado de velar por la paz y el amor mundial, tuvo una visión de las responsabilidades que el Planeta Tierra le estaba encomendando en ese momento, y se pudo ver atravesado por torbellinos de estrellas que pasaban a la velocidad de la luz, mientras el tiempo se detenía a su alrededor y veía que a The Egde, el guitarrista, le saltaba el juguito hirviendo en su camisa negra mientras pinchaba los chinchu sobre la tabla de madera, y a Larry Mullen, el baterista, que tenía la morcilla suspendida a medio camino de la boca, comenzaba a caérsele inevitablemente entre sus piernas.
También se vio unirse a la masa de gente que levantaba carteles pintados de celeste y blanco con su nombre, en medio de un Parlamento repleto, y de fondo un coro de ángeles le hacía la segunda en los palcos con los cantitos de cancha, mientras desempataba sesiones en favor de la humanidad y hacía sueltas de pingüinos despetrolados. También pudo verse cerrando la central de energía atómica de Atucha y a los vecinos de la localidad de Lima que lo alzaban en sus hombros; impedía todo tipo de piquetes y bloqueos mientras los tacheros que pasaban a su lado agitaban banderitas con su cara por afuera de la ventanilla.
La visión continuó. Pero pronto comenzó a desconfiar porque se vio en el panel de 678 siendo entrevistado por Lucha Galende, al tiempo que Cabito le hacía chistes por sus anteojos; o entregándole premios a Hugo Chávez junto al Pibe Esteche y Milagro Sala; también percibió interminables discusiones con gobernadores representantes de la megaminería, y las peleas con el líder del gremio de camioneros por la contaminación ambiental que provocan todos sus vehículos.
Por primera vez en su vida supo que el mandato que el Planeta Tierra le encargaba era una reverenda porquería. Decidió dejar pasar la oportunidad de disputarle el segundo lugar en la fórmula presidencial al compañero Sting, y prefirió seguir apadrinado vacunas contra la miseria y entrarle duro y parejo a los choricines que se enfriaban.