Por Sandra Ammara, 29 de noviembre de 2010
Una investigación llevada a cabo entre la Universidad de Montreal y el Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA), ha puesto en evidencia la presencia en el estómago de las vacas de la bacteria E.Coli, responsable de una gastroenteritis fulminante.
Este descubrimiento abre la vía a algunos métodos para erradicar la bacteria y, consecuentemente, la enfermedad.
La enfermedad de la hamburguesa o SHU (Síndrome hemolítico y urémico) es una gastroenteritis que ataca a los riñones y que cada año afecta a más de 100 personas en Francia y de entre 2 a 4 personas de cada 100.000 en otras partes del mundo, principalmente a niños y personas mayores. Se trata de una enfermedad rara de origen alimentario, pero lo bastante grave como para que el Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) y la Universidad de Montreal se planteen esta cuestión.
Y esta colaboración ha logrado importantes descubrimientos: la bacteria E.Coli puede sobrevivir en el intestino de las vacas, asegurándose la exclusividad de las fuentes alimentarias específicas. Publicado en el número de octubre de la revista Environmental Microbiology y reseñado en Nature Reviews Microbiology, los resultados de este estudio podrían desembocar en el uso de métodos no médicos para erradicar la bacteria.
“Estudiamos la bacteria E.Coli O157:h7, la cepa bacteriana más frecuentemente asociada a las gastroenteritis de gran envergadura. Estos ataques resultan a menudo del contacto directo con un medio ambiente agrícola y del consumo de carne cruda o mal cocida, así como de leche cruda o productos lácteos no pasterizados. La reducción o erradicación de la cepa O157:H7 en las vacas podría reducir considerablemente el riesgo de contaminación alimentaria y, consecuentemente, de infecciones humanas, explica Josée Harel, coautora del estudio y directora del Grupo de Investigación de enfermedades infecciosas de la carne de cerdo en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Montreal.
E.coli O157:H7, una bacteria muy astuta
El intestino es un complejo medio colonizado por gran número y variedad de bacterias. La mayoría no representan ningún peligro y contribuyen al buen funcionamiento del aparato digestivo. Pero el intestino es también un escenario donde se llevan a cabo batallas entre estas bacterias, que se entregan a una despiadada lucha por captar el carbono, el nitrógeno y otras fuentes de energía que necesitan para vivir. Las que lo consiguen sobreviven y se multiplican, las otras desaparecen.
El profesor Harel y sus colaboradores del Instituto Nacional de Investigación Agronómica en Francia y Lallemand Animal Nutrition han demostrado que la cepa O157:H7 puede crecer en el intestino de los bovinos. Una vez establecida allí han podido determinar por qué coloniza de forma privilegiada el intestino de la vaca. Descubrieron que O157:H7 tiene la facultad de degradar enzimáticamente la etanolamina, una sustancia química presente en el intestino de la vaca. Esta reacción permite captar el nitrógeno de este compuesto. En la medida en que otras bacterias no pueden utilizar la etanolamina, E.Coli O157:H7 posee la exclusiva de este nutriente. La aptitud de E.Coli para utilizar la etanolamina como fuente de nitrógeno le confiere una ventaja nutritiva y la necesaria competencia para su supervivencia, según explica el profesor Harel.
Todo en los genes
La última etapa de la investigación llevada a cabo por el profesor Harel y sus colegas han determinado como E. Coli O157:H7 puede extraer el nitrógeno de la etanolamina. Los análisis genéticos han revelado que E.coli posee genes específicos que permiten su captura:
“Sabemos hoy que esta bacteria posee un programa genético que le permite utilizar la etanolamina, con lo que se asegura su supervivencia y su multiplicación de una forma ventajosa en el intestino, explica el profesor Harel. Estos conocimientos nos ayudarán a seleccionar la alimentación o los probióticos adecuados para privar a esta bacteria de su fuente vital de energía. Este método permite limitar la propagación de la bacteria en la cadena alimentaria.
Sandra AMMARA
29.11.2010
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