Agricultura ecológica: vuelve la guerra de la ortiga


Por Philippe Chibani-Jacquot

Novethic

El estiércol líquido de ortiga, un producto natural utilizado en la agricultura ecológica para reforzar las defensas de la plantas, ha sido prohibida su comercialización en Francia. La causa, la legislación que impone a los productos fitosanitarios naturales las mismas obligaciones que a los plaguicidas de síntesis para su autorización en el mercado. Los agricultores perjudicados se están movilizando para denunciar la limitación en el uso de alternativas a los plaguicidas.


Si me declaro encubridora en el uso del estiércol de ortiga, me expongo a una pena de dos años de prisión y una multa de 70.000 euros”, declaró solemnemente Anny Poursinoff, diputada de las Yvelines, el pasado 8 de diciembre. Dos minutos más tarde, la diputada ecologista rociaba un arriate de flores delante del Ayuntamiento de Montreuil (Seine-Saint-Denis) con este producto, conocido por todos los jardineros y los agricultores ecológicos por sus virtudes fertilizantes y protectoras de las plantas. Este acto de desobediencia civil por seguido por otros perjudicados, que respondían a la invitación de una decena de asociaciones, decididas a volver a la guerra de la ortiga, empezada en el año 2006.

Este estiércol de ortiga, como todos los fungicidas e insecticidas naturales ( aceite de Neem, preparado sulfo-cálcico) están prohibidos por la ausencia de autorización para su comercialización en Francia. Todos estos productos, que pertenecen a la categoría de Productos Naturales poco preocupantes (PNPP), son denominados de bajo riesgo en las reglamentaciones europeas. Pero a pesar de esta denominación tranquilizadora, el derecho europeo impone un costoso registro (40.000 euros por el depósito del expediente) de su principio activo, en el ámbito de la reglamentación en el mercado de los productos fitofarmacéuticos.

Productos tradicionales

La ley nos exige el registro de los productos tradicionales como si se tratara de productos de síntesis, para los cuales es normal conocer sus efectos, ya que todavía son desconocidos”, dijo Guy Kasrtler, de la Asociación Nature et Progrès, que posee la marca de productos biológicos del mismo nombre. Más allá del coste técnico y financiero de esta reglamentación, los defensores de los productos naturales denuncian lo inadecuado de esta norma para productos que pertenecen al dominio público. No pueden ser objeto de una patente, que garantizaría una exclusiva comercial para la empresa productora.


Los defensores de estos productos no preocupantes dicen que lo que desean es confiscar un bien común, y entrar en el campo de la mercantilización de la naturaleza, insiste Gilles Clément, arquitecto paisajista. Celebre por la concepción del Parque de Villete o el Parque de André-Citroën en París, creó en 2007 un jardín de ortigas en Melle, en Deus-Sèvres, que produce estiércol líquido, que comercializa cada viernes en el mercado, con el fin de sensibilizar a la gente.

La guerra de la ortiga hizo furor en 2006, cuando se votó la Ley de Orientación Agrícola, que impone la autorización de los PNPP para su comercialización. Tres años más tarde, a finales de 2009 se publica un decreto de aplicación, en el que se recoge un procedimiento simplificado . “La administración cedió para que los Productos Naturales llegasen al usuario final”, no siendo posible su patente. Parecía que las cosas iban a quedar así, pero ahora el Gobierno vuelve a añadir la obligación de inscribir estos productos en la lista europea de materias activas”, dice Guy Kastler, viendo en todo ello la mano de la Industria Fitofarmacéutica.

Responder a los objetivos del Plan Ecophyto

El mercado de los productos fitosanitarios no puede competir con la fuerza disuasoria de industrias como Monsanto. El plan Ecophyto 2018, surgido del plan Grenelle sobre Medio Ambiente, pretende reducir por dos la cantidad de plaguicidas en Francia. Esta nueva orientación política se impone en el mercado. Los agricultores, pero también colectividades territoriales que tiene que acogerse a los objetivos de Ecophyto 2018 sobre sus espacios verdes, están buscando alternativas que ahora se convierten en ilegales. Resulta una paradoja, reforzada por el hecho de que el Reglamento Europeo sobre agricultura ecológica ( la marca Bio es oficial en la Unión Europea desde 2009) acepta la utilización del estiércol líquido de ortiga y otros Productos Naturales no preocupantes, como una forma de conseguir las normativa ecológica.

En otros países, como Alemania y España, la legislación ha sido adaptada de forma que se facilite el desarrollo de productos naturales, sin que ello suponga una menor protección de los consumidores. En Francia, el Ministerio de Medio Ambiente tiene ahora el expediente en sus manos. Si no se vuelve a poner en entredicho la legislación actual, a finales de noviembre se firmará un convenio con el Instituto Técnico de Agricultura Ecológica (ITAB), ayudando a los que lleven a cabo proyectos que conciernen a la utilización de Productos Naturales poco preocupantes, con el fin de que puedan realizar la inscripción de sustancias activas”.

  1. Asociación de promoción de los PNPP (ASPRO PNPP), Amigos de la tierra, Naturaleza y Progreso, Confederación campesina, Sindicato de los Simples, Kokopelli …

Fuente del artículo: http://www.novethic.fr/

http://www.internationalnews.fr/article-griculture-62792813.htm