"Eva y Lola" de Sabrina Farji.

La verdad llega en tren

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

EVA Y LOLA, de Sabrina Farji.- Búsqueda de identidad. Hijos ajenos que llegan e hijos propios que se van. Y la verdad asomando siempre, como imperativo y desafío. Tema clave, si los hay, muy transitado con variada suerte por el cine nacional. Celeste Cid es Eva y Emme es Lola (aunque también será Eva, cuando todo se aclare). Son dos chicas que tiene un espectáculo de circo y que hacen equilibrio sobre el trapecio y la verdad: Eva habla por teléfono con el fantasma de su padre desaparecido; y Lola, en la otra orilla, se niega a conocer su pasado, prefiere ignorar su origen y seguir junto a esa familia apropiadora. El filme apela a algunas simplificaciones que le restan profundidad; deja cabos sueltos (¿qué fue de la madre de Eva?) y da la impresión, como mucho cine nacional, que son mediometrajes forzadamente alargados. Sabrina Farji ("Cielo azul negro" y "Cuando ella saltó") no se aparta del todo del nudo central, pero apela a personajes muy básicos a recursos pedestres y a subtramas algo laterales que no aportan demasiado. Pero hay al menos algunos apuntes valederos entre tanta escena sin imaginación ni fuerza. Es agradable la música, valen las actuaciones de Alejandro Awada y Juan Minujin, pero sobre todo brilla con luz propia la siempre refrescante Celeste Cid, una Eva entre inocente y confundida, tan linda como desamparada, que vive presa de un ayer que no la deja mirara hacia adelante.

El filme nos dice que a la verdad hay que llegar, como sea. Que su búsqueda es una exigencia que a veces duele pero que limpia el alma. Un tren eléctrico abre la película en esa casa donde hasta la enfermedad es encerada. Y un tren de verdad sella el encuentro de esa nieta restituida y su abuela. Son dos imágenes -el juguete y realidad- para un mismo viaje hacia la verdad. (** ½) Cinema City.

Fuente: El Día