"La crisis postconciliar tuvo una serie de manifestaciones externas que se extendieron a diversos campos, desde el teológico al litúrgico, sin perdonar tampoco el del asociacionismo católico. Es preciso señalar algunas de esas manifestaciones, que hirieron especialmente a la sensibilidad religiosa de los fieles. La reforma de una Liturgia de la Iglesia, que permanecía prácticamente inalterada desde la época tridentina, abrió el camino a no pocas extravagancias, que desbordaron ampliamente los principios rectores de la legalización conciliar. El mayor margen dejado a la espontaneidad individual degeneró no pocas veces en anarquía litúrgica. Millones de católicos se retiraron de los templos y buscaron algo serio fuera de la Iglesia Católica ocupada por el modernismo triunfante apoyado por Pablo VI. Los sacerdotes perdieron su identidad y muchas veces su vocación".