Desnudando la vida como un bergante y soñando que un día serás poeta

Hace unos años tenía la costumbre de quitarme el reloj al llegar y guardarlo en la maleta, no salía de ahí hasta que volvía a Madrid. Era algo así como un ritual cargado de simbolismo. Ahora no llevo reloj, aunque soy más esclava que nunca del tiempo.
Ahora el ritual comienza antes, cuando bajo la tapa del portátil y devoro kilómetros con música de fondo. Allí todo adquiere una dimensión diferente, tomas distancia y ves las cosas en su justa medida, de repente de preocupas sólo de lo importante. Cada cosa en su sitio.

Me voy destino a las estrellas resplandecientes, al lugar donde no tienes que imaginártelas. A alejarme un poco de la realidad, al sitio donde no ves las noticias ni para escuchar el tiempo porque a nadie le importa lo que dica Maldonado, todo el mundo sabe que si quieres saber si lloverá (que es lo más probable) sólo tienes que preguntar a algún paisano que te lo dirá basándose en la dirección que llevan las nubes.

Soltar todo y largarse, ¡qué maravilla!
atesorando sólo huesos nutrientes
y lanzarse al camino pisando arcilla,
destino a las estrellas resplandecientes.

Pantalones raídos, zapatos viejos,
sombrero de ventisca, ojo de garra
escudriñando enigmas en los espejos
y aprendiendo conciertos de las cigarras.
Silvio Rodríguez

Me encanta lo de aprendiendo conciertos de las cigarras.




PostPost: Ya sabes que hay cosas que no me gustaría soltar.