Y la resta de los días fue sumando vida contra la ansiedad

El post de hoy va a ser un crónica, la crónica de un fin de semana raro. De una tarde de viernes contando minutos y de una noche de concierto teléfono en mano. De un sábado lleno de nervios y miedos y de horas eternas en una sala de espera, de una madrugada de sábado a domingo de llamadas telefónicas, mensajes y de carreras de 100 metros dignas de atletitas y, por fin, de un domingo de sonrisas y alguna que otra lágrima. 
Podría ser también la crónica de un mes que parece que viene pidiendo perdón, devolviendo dos años después lo que otro mes de Mayo nos robó.
Y mientras todas las miradas se fijan en un punto yo me disperso mirándote a ti, que estrenas ahora tu papel mientras los demás nos afianzamos en el nuestro, la abuela más abuela, las tías más tías, hasta tus papás son más papás, pero tú… tú te conviertes ahora en el hermano mayor y mí me fascina ver cómo te sienta. Me gustó darte la noticia, traducir el proceso a tu lenguaje y ver tu cara tratando de entender y me fastidió que se me escapara gritar que ya había nacido antes de mirarte a los ojos para ver la reacción.
Heredamos casi todo, supongo que la habilidad de ser hermanos mayores en cierto modo también, sé que lo harás bien, como tu madre lo hizo conmigo.


Repito canción, pero es que también repito sensaciones

La ilusión cumplió sus cuentas  
del latido a la caricia del dolor  
la mirada que despierta  
guarda en su inocencia todo lo que soy  
Pedro Guerra