Muchos dirán que estamos locos, y que somos sólo unos pocos los que no tenemos todas consigo de que los campos electromagnéticos (CEM) emitidos por las antenas de telefonía móvil pueden afectar de forma grave a nuestra salud. El tiempo lo dirá.
Mientras tanto, en Israel, en Beer Sheva, los vecinos de un edificio se dedicaron a destruir las tres antenas (Fuente: twoday.net) que la operadora Cellcom había instalado tras alquilar el tejado del octavo piso. En cuanto los vecinos se enteraron, pidieron que se desmantelaran las antenas, y al no hacerlo la operadora ni la administración (como siempre), y al comenzar a sufrir los vecinos fuertes dolores de cabeza, optaron por una vía poco cívica. "Es el único lenguaje que parece que entienden las operadoras" - dice un vecino implicado. La policía tuvo que intervenir para evitar enfrentamientos entre operarios de Cellcom y los vecinos, llegando a una solución parcial de que no se activen las antenas hasta que no se llegue a un acuerdo.
Por otra parte, en Inglaterra, muchos colegios han empezado a desinstalar los sistemas inalámbricos (WiFi o Wireless), volviendo a los sistemas tradicionales de cable, por el temor a que los estudiantes puedan producirles problemas de salud (Fuente: Times) , como ya lo demostraron los 56 estudios, desde 1993, que realizó el WTR, supervisado por el Colegio de Salud Pública de Harvard. Dichos resultados, nada saludables, fueron ratificados en el 2005 por el proyecto REFLEX. Los denomindados efectos genotóxicos, el aumento del riesgo de tumores (aparición de micronúcleos), derrames de moléculas de albúmina en el cerebro, etc. ya fue demostrado por el equipo dirigido por el Dr. George Carlo.