Elysian: 12 Beers of Apocalypse (II).



Si hacéis un poco de memoria, allá por el tórrido mes de agosto publicamos una entrada sobre un curioso proyecto de la gente estadounidense de Elysian. Para refrescarlo rápidamente en dos palabras, el proyecto 12 Beers of Apocalypse consistía en sacar una cerveza cada mes, allá por el día 21, hasta que llegara el pasado diciembre y el supuesto fin del mundo previsto por los Mayas (o más bien de todos esos interesados en hacer caja). Cómo el temido Armagedón finalmente no se consumó y dado que el resto de las interesantes cervezas fueron saliendo mes a mes, hoy os hablamos de todas aquellas de las que no lo hicimos.



Agosto: #8 Maelstrom. Elaborada con naranjas sanguinas, piel de naranja y lúpulos Northern Brewer alemanes, además de un dry-hopping final de Citra y Amarillo. 7,25% alcohol.



Septiembre: #9 Blight. Tratándose de Elysian, no podía faltar una pumpkin ale en esta serie, aunque en este caso aderezada con azúcar moreno y canela vietnamita Saigon. 7,4% de alcohol.



Octubre: #10 Omen. Una curiosa stout elaborada con frambuesas y levadura belga. 7,2% de alcohol.



Noviembre: #11 Mortis. En este caso nos encontramos con una cerveza pálida, con caquis Fuyu y fermentada completamente por Brettanomyces, con un punto de trigo y lúpulos Fuggles. 7,25% de alcohol.



Diciembre: #12 Doom. Y llegó el final, pero un final dulce, ya que se trata de una cerveza elaborada con avena y fermentada con uvas pasas y miel de caña. 7,4% de alcohol.



Y con esta última joya damos por cerrada ésta serie de elaboraciones verdaderamente curiosas e interesantes con sus respectivas y maravillosas etiquetas. Lo malo, como casi siempre que hablamos de elaboraciones del otro lado, es que más que posiblemente nos tengamos que conformar con verlas a través de nuestras pantallas…

Cerveza en barrica: más allá de la moda.



Hoy vamos a recuperar la sección de las Reflexiones de un Hophead mezclando la modernidad más rabiosa con las tradiciones más profundas, todo ello con un mismo hilo conductor: la madera y más concretamente la de las barricas. Y es que las cervezas añejadas en barrica se han puesto muy de moda en los últimos años, una corriente que, como tantas otras, se ha extendido desde los USA. Y ya se sabe que todo lo que tocan los yankies se convierte en oro, pero aunque suene a obviedad, ni la cerveza en barrica es un invento de los yankies ni tampoco es barrica todo lo que dice serlo.

Quizás uno de los que más provecho ha sacado al tema de las oak aged sea Mikkeller, con decenas de series con la única diferencia de un lavado de cara, o más bien de barrica, a una cerveza base: calvados, whisky (Peat, Bourbon, Islay, Speyside, Highlands…), tequila, cognac, ron, vino (tinto o blanco, Sauternes, Porto, Madeira, Jerez, ediciones con uva Chardonnay, e incluso, para rizar el rizo, hasta barricas que en su día contuvieron el reconocido vino bordelés Chatêau d’Yquem…). Una auténtica pasada.

 Arriba diferentes Mikkeller Black Hole (foto tomada de aquí)


Pero aunque suene a obviedad, no es barrica todo lo que reluce, o al menos no exactamente cómo algunos nos lo venden. Ni todo el mundo tiene acceso a tantos tipos de barricas como quisiera, ni puede permitirse sus elevados costes, tampoco hay que olvidar que su almacenaje es un incordio por el enorme espacio ocupado, la cantidad en litros de una barrica estándar (225 litros) es excesiva en algunos casos… Por todo ello y por otras tantas razones que no vienen al caso existen los chips o virutas de roble, los cuales añadidos a la cerveza (y también al vino) aporta a ésta complejidad y características propias del paso por barrica con un coste y tiempo mucho menor. ¿Es igual el producto final? Yo sin duda creo que no, pero hay tantos puntos de vista al respecto, tanto a favor como en contra, que no voy a entrar en esa discusión.

 Foto tomada de aquí.


Otro aspecto que me gustaría aclarar aunque sea obvio, es que no es lo mismo una Barrel-aged, que como bien reza su nombre debería ser una cerveza envejecida dentro de barricas (normalmente de roble), que una Wood-aged, denominación que debería utilizarse para aquellas cervezas sin paso por barrica y cuya "sensación de envejecimiento" proviene del contacto con madera, por ejemplo con las citadas virutas de roble (u otra madera) o, tal y cómo hacen algunas grandes cerveceras en USA, añadiendo tablones de madera dentro del mismo fermentador. Por tanto, el término Oak aged que tantas veces vemos en las etiquetas, no nos revela si ha habido envejecimiento en barrica u otro método, simplemente habla del contacto con roble de forma un tanto ambigua. Así que si alguien de vosotros elabora cerveza o conoce a alguien que lo haga, cuando haya madera de por medio, pensad dos segundos lo que pone en la etiqueta.

 Un etiquetado adecuado.


Pero tal y como empezaba el post, el uso de barricas en la elaboración de cerveza no es un invento de los microcerveceros yankies. Ya sabemos lo dados que son a creerse los pioneros en muchos temas, y en este sentido algunos comentan muy convencidos que antes de los años 90’ había pocas cerveceras que metieran cerveza en barricas sin que éstas estuvieran recubiertas interiormente con brea para impedir así su influencia en el producto final. Pero hay numerosas muestras de lo contrario, y abajo van no uno, sino tres botones.


En primer lugar tenemos las cervezas lámbicas, las auténticas y no esos batidos jarabeados matasanos nacidos en frías cubas metálicas de algunas grandes productoras belgas. No hay más que hacer una visita a la enorme sala de barricas que tiene Cantillon, por ejemplo, para darse cuenta de la importante influencia que tienen las barricas en la cerveza.

 Sala de barricas de Cantillon.

Las cervezas lámbicas o también las red flandes, por ejemplo, no se entenderían sin los microorganismos que viven en los poros existentes en las paredes de las barricas. Cerveceras como Rodenbach, además, raspan el interior de sus barricas a mano antes de rellenarlos con cerveza, o la citada Cantillon llena los barriles vacíos con agua caliente y los agitan mecánicamente antes de volverlos a rellenar. Así que eso de impedir el contacto madera con cerveza como decía más arriba, nada de nada.


Pero si hablamos de barricas tampoco podemos olvidarnos de U.K., ya que es aquí donde históricamente más estilos han estado ligados a las barricas (scotch ales, stouts, porters, old ales…). Un buen ejemplo son las cask ales, cervezas que por desgracia en la actualidad se venden mayoritariamente en recipientes de acero inoxidable o de aluminio, pero aunque sean muy fáciles de limpiar, muy ligeros y otras tantas razones a su favor, no tienen ese romanticismo de las barricas de madera usadas originalmente. En este sentido no me importaría trasladarme unos pocos siglos atrás para poder saborear la autenticidad de la “beer from the wood”.

BrewDog merecerá muchos apelativos, pero sus barricas Speyside son muy fotogénicas.


El tercer y último ejemplo que quería comentar es el de las rauchbier, ya que en este caso, además de servirlas directamente de los cask de madera por gravedad, éstas joyas ahumadas de Bamberg se elaboran secando la malta encima de madera de haya, otro ejemplo de la relación madera con cerveza.

 Schlenkerla tirada por gravedad directamente del cask.


Así que ya sabéis, las modas están muy bien y ciertamente existen auténticas joyas en este sentido elaboradas por muchas crafts que están en la cresta de la ola, pero ir con cuidado y que no os den gato por liebre al comprar alguna de las cervezas que lleven impresa la palabra madera en la etiqueta, ya que por desgracia frecuentemente es usada un tanto libremente y con un único objetivo: hacer sonar el famoso “ka-ching” de la caja registradora cuantas más veces mejor.


En éstos enlaces podéis leer algo más sobre el tema.

http://beersmith.com/blog/2012/02/20/oak-in-your-beer-oak-chips-and-barrel-aging/
http://realhomebrew.com/2012/03/22/wood-aged-vs-barrel-aged-beer/
http://www.themadfermentationist.com/2010/04/barrel-aged-beer-new-idea-rant.html
http://trappezepub.com/oak-aged-beer-is-it-a-fad/
http://aleheads.com/2012/04/20/barrels-vs-chips/

LA ESTUPIDEZ DE LOS PUEBLOS



La estupidez humana


 

Angélica Mora
Apuntes de una Periodista
Maule-Chile

Es cierto.
Necesito que alguien me explique el por qué de la estupidez de los pueblos.
Lo voy a decir de otro modo, para que no duela tanto:
El por qué de la ceguera de la gente, frente a los ídolos.
Ídolos que se presentan como redentores, otorgan  sus dádivas como regalos divinos y reciben el fervoroso agradecimiento, por los favores recibidos.
Dos ejemplos resaltantes: Fidel Castro y Hugo Chávez.
¿Será la necesidad extrema de las masas de sentirse hijos de alguien, además del progenitor sanguíneo? ¿ De creer en algo, aunque sea errado?
Hay quienes todavía esperan que las promesas de la Sierra Maestra se cumplan de alguna manera y si no se han llevado a cabo dicen han sido "por esas cosas que lo impiden". Cuando, a quien me envió ese comentario le pregunté, cuáles eran "esas cosas", se quedó callado y nunca más me siguió escribiendo. Creo haberle tocado un punto neurálgico.....
Con Hugo Chávez está pasando lo mismo.
El ex caudillo repartía lo que no era suyo para comprarse a los flojos que quieren todo hecho, sin moverse. El resto de sus seguidores está conformado por los que se beneficiaron con las prebendas, engordando desmesuradamente los bolsillos, ampliándose -gracias a ese flujo de dinero- las viviendas, los viajes, las cosas buenas de la vida,  en grandor y número.
¡Cómo no quererlo!
¡Cómo no temer su desaparición!
¡Cómo no llorarlo!  

#MCN2012: Mis Cervezas Navideñas.



Con los amigos Melchior, Gaspar y Baltasar algo lejanos ya, es hora de hacer balance de las cervezas navideñas/invernales que han caído hasta hoy para unirnos a otra interesante quedada virtual bloguera, esta vez venida de los compañeros de Observatorio Cervecero: el #MCN2012, o lo que es lo mismo, Mis Cervezas Navideñas 2012. Aunque aún no hemos probado ni la mitad de las que compramos (otra vez se nos fue de las manos…), el número es más que suficiente como para hacer un post resumen.

De las pocas belgas que conseguimos este año (esto si que es una excepción) claramente sobresalen dos nombres: Vicaris Winter y Struise Tsjeeses Reserva Bourbon. La primera porque aún estando muy cerca de una típica belga oscura subida de tono, no se encuentra descompensada en cuanto a carbonatación, alcohol, especias ni tampoco dulzor. Contundente, sí, pero muy bien hecha. La segunda es otro ejemplo, mejor ejecutado y redondeado aún, de que las belgas de navidad no son clones las unas de las otras. Muy golosa, rebosante de notas a azúcar candy, fruta madura y confitada, el lógico toque aportado por el paso por madera dando un punto de complejidad extra, y todo ello formando un conjunto cuyo equilibrio es digno de elogio.


Más típica la primera, más especial la segunda, pero excelentes las dos.



Una de las más gratas alegrías estas pasadas fiestas vino de la mano de la Samuel Smith Winter Welcome 2012-13, una británica estacional, sin el alcohol ni las especias por bandera, pero con un toque acaramelado, destellos de toffee y nueces, todo ello equilibrado por el inconfundible carácter de los lúpulos británicos, consiguiendo un trago sin excesivos alardes pero que engancha poco a poco hasta enamorarte. Muy recomendable (y si queréis maridaje aquí tenéis uno :P).



La siguiente es una de esas cervezas a la que le tenía muchas ganas desde hacía varios años, la Schlenkerla Eiche. Cómo se trata de una elaboración estacional (sale a principios de diciembre) que no la había visto por estos lares antes, nos armamos de valor e hicimos un pedido directamente a la fábrica. Se trata de una doppelbock ahumada sublime, en la que a diferencia de sus hermanas se usa roble en lugar de la aromática madera de haya. Con todo, se consigue una cerveza en la que el ahumado no es para nada estridente (si es que esas estridencias pueden ser consideradas como tales), aunque los recuerdos a madera, bacon y los toques ahumados siguen presentes. Un trago casi divino que la convierten en una de mis cervezas teutonas favoritas.



Otra elaboración que nos dejó gratamente sorprendidos, aunque a otros nivel, fue la canadiense Dieu Du Ciel Rescousse. Se trata de una Altbier de 5,3%, por lo que de navideña o invernal no tiene más que la etiqueta, pero su buena factura merece como mínimo que la mencione. Rebosantes notas cereales, un punto cítrico y frutos secos en nariz, y en boca tomando un mayor protagonismo el lúpulo, con notas herbales, hacen de ella una cerveza refrescante y ligera pero igualmente apetecible independientemente de la época del año.



Sin pensarlo mucho el apelativo de rareza de las navidades se lo lleva una tricolaboración entre la noruega Nogne Øy las estadounidenses Stone y Jolly Pumpkin, llamada Special Holiday Ale. La primera es conocida, entre otras cosas, por sus maravillosas imperial stouts y porters, el lúpulo es la seña de identidad de la segunda y finalmente las sour ales son las elaboraciones que dan más fama a la tercera, pero en este caso los ingredientes eran salvia, castañas y bayas de enebro, con lo que no sabía qué esperar. Servida en copa apareció un petróleo de color azabache profundo, con una sugerente espuma beige no excesivamente persistente. En nariz era una explosión herbal y medicinal, realmente peculiar, con recuerdos a melaza, romero y salvia, unos puntos balsámicos, enebro, algo de pimienta de Jamaica… En boca seguía igual, quizás con el añadido de un punto mentolado y a regaliz, así como tostados y cacao más de fondo. Una elaboración realmente compleja, sin estridencias pese a su peculiaridad, para tomar a pequeños sorbos, pero que seguramente generará tantas opiniones a favor como en contra. A nosotros sin duda nos maravilló.



Si la anterior era una elaboración distinta, la Haandbryggeriet Nissemor no se queda atrás. En copa muestra un precioso color marrón muy oscuro, casi opaco, y una bonita espuma de color beige intenso, burbuja pequeña y excelente retención. En nariz muestra un dueto muy marcado, por un lado frutas dulces y confitadas (orejones, dátiles, pasas…) y más en el fondo aparecen notas torrefactas y a café. En boca entra dulzona, otra vez las citadas frutas, que rápidamente se ven cortadas por el lúpulo herbal y la malta torrefacta, dejando una sensación seca pero refrescante. Final corto, sabrosa pero de cuerpo ligero y una carbonatación excelentemente integrada. Una cerveza sorprendente, distinta, fácil de beber y que me enamora más si cabe de esta microcervecera noruega tan dada a las elaboraciones peculiares, que no a experimentos como ocurre con otras nórdicas.



Y con esta curiosidad damos por cerrado el listado que de cervezas estacionales que han caído hasta el momento. No nos queda más que dar las gracias a los compañeros de Observatorio Cerveceropor la propuesta y desear que los demás colegas blogueros se unan a ella.

Brochetas de cordero con Samuel Smith Winter Welcome.



Ya se sabe que con el invierno tendemos a refugiarnos más en casa. A cada uno le da por una cosa y a nosotros, además de beber cerveza, cómo bien sabéis, nos encanta cocinar. Una de las recetas que más nos gustó estas pasadas navidades, y que nos sirve de paso para recuperar la olvidada sección de El Lúpulo Cocinero, es la que os detallamos a continuación, sacada de un libro pero modificada ligeramente, en la cual se usa una cerveza de temporada como ingrediente, la Samuel Smith Winter Welcome, y también la empleamos como maridaje.


Ingredientes (para unas 10-12 brochetas).

 En la foto podéis ver los ingredientes para 2 personas (4 brochetas).


< Para las brochetas >
- 1/3 taza de aceite de oliva
- 1/2 cucharadita de canela
- Jugo de 1 limón
- 1 cucharadita de hojas de romero frescas, sin tallos y picadas
- 1 diente de ajo picado
- 1 kg de carne de pierna de cordero deshuesada, limpia y cortada en cubos de 2,5cm de lado.
- 3 peras maduras y firmes, sin corazón y cortadas en trozos similares a los de la carne.
- 2 pimientos rojos sin semillas y cortado en cuadrados de 2,5cm de lado.
- 1 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de pimienta negra recién molida
- 1 cucharada de aceite de girasol.

< Para la salsa >
- 1/2 pinta de winter ale acaramelada y ligeramente especiada.
- 2 cucharadas de azúcar morena.
- 2 cucharadas de mantequilla cortada en trozos
- Sal y pimienta negra recién molida.

Procedimiento.

1. Mezclar en un bol el aceite de oliva, la canela, el zumo de limón, el romero y el ajo. Añadir la carne y revolverlo todo hasta que ésta última quede bien pringada.
2. Dejar marinar durante unas 3 horas en el frigorífico. Pasado este tiempo recuperar la carne y desechar la marinada.
3. Descorazonamos las peras y las cortamos en cubos. No es necesario quitarles la piel. Limpiamos también los pimientos rojos y los cortamos en cuadrados del mismo tamaño que la carne y las peras.
4. Juntamos la carne, las peras y los pimientos en un bol y salpimentamos. Luego ensartamos alternativamente los ingredientes en pinchos de madera (son preferibles a los de metal porque éstos últimos cuecen la carne en exceso y no nos interesa).
5. Para la salsa reducimos la cerveza hasta la mitad, unos 2 o 3 minutos, en un cazo. A fuego lento añadimos el azúcar moreno y removemos hasta que quede bien integrado con el líquido. Retirar del fuego y añadir la mantequilla. Remover bien hasta que quede bien uniforme. Sazonar con sal y pimienta.
6. Una vez la salsa hecha o al mismo tiempo ponemos los pinchos a dorar en una plancha con un poco de aceite de girasol. Tienen que alcanzar un color marrón dorado y por dentro no estar demasiado hechos. De 2-4 minutos por cada lado del pincho debería sobrar.
7. Servir la salsa en pequeños recipientes o verterla por encima de la carne ya emplatada, según gustos.



Maridaje.

En cuanto al acompañamiento, tengo que reconocer mis temores previos. Pensaba que una carne de sabor tan marcado como suele ser la del cordero, además, en este caso aderezada con hierbas y especias, sería un hueso muy duro de roer para una cerveza con tan poco alcohol (6%) como es la Samuel Smith Winter Welcome. De hecho fue una cerveza muy bebible, pero afortunadamente gracias a sus notas acarameladas así como a frutos secos hizo frente al plato mucho mejor de lo esperado. Una de las claves creo que fue que la carne no quedara muy hecha, con lo que el sabor no fue tan fuerte. En conclusión uno de esos maridajes que no dudaremos en repetir otros años durante ésta época. Muy rico.



Para finalizar, no nos queda más que animaros a hacer la receta. Realmente es muy sencilla ya que el trabajo más tedioso como limpiar la carne os lo puede hacer el carnicero. Eso sí, en caso de lanzaros a la cocina, contad que tal os ha resultado.

Y… ¡Bon profit!