Los jueves también existen

El under se engalana con la presentación de tres bandas que dieron mucho que hablar durante el último tiempo

Una de ellas es Mata Mil, uno de los grupos mas particulares de la escena platense, que recientemente editó El día internacional de la independencia, un álbum que condensa la oscuridad propia de los grupos dark de los ‘80 con una peculiar instrumentación con chapas de zinc. La segunda es Camión, una apuesta veloz de punk pop liderada por la voz femenina de Buki, otrora integrante de Mc Coy. Completando el ecléctico combo, hará lo suyo La ola que quería ser chau, una joven formación de acelerado indie rock que recientemente editó un EP titulado Entre un ladrón y una beba de seis meses.

Este jueves, desde las 23.30, en Pura Vida, diag 78 e/ 8 y 61.

Fuente: Hoy

"Eva y Lola" de Sabrina Farji.

La verdad llega en tren

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

EVA Y LOLA, de Sabrina Farji.- Búsqueda de identidad. Hijos ajenos que llegan e hijos propios que se van. Y la verdad asomando siempre, como imperativo y desafío. Tema clave, si los hay, muy transitado con variada suerte por el cine nacional. Celeste Cid es Eva y Emme es Lola (aunque también será Eva, cuando todo se aclare). Son dos chicas que tiene un espectáculo de circo y que hacen equilibrio sobre el trapecio y la verdad: Eva habla por teléfono con el fantasma de su padre desaparecido; y Lola, en la otra orilla, se niega a conocer su pasado, prefiere ignorar su origen y seguir junto a esa familia apropiadora. El filme apela a algunas simplificaciones que le restan profundidad; deja cabos sueltos (¿qué fue de la madre de Eva?) y da la impresión, como mucho cine nacional, que son mediometrajes forzadamente alargados. Sabrina Farji ("Cielo azul negro" y "Cuando ella saltó") no se aparta del todo del nudo central, pero apela a personajes muy básicos a recursos pedestres y a subtramas algo laterales que no aportan demasiado. Pero hay al menos algunos apuntes valederos entre tanta escena sin imaginación ni fuerza. Es agradable la música, valen las actuaciones de Alejandro Awada y Juan Minujin, pero sobre todo brilla con luz propia la siempre refrescante Celeste Cid, una Eva entre inocente y confundida, tan linda como desamparada, que vive presa de un ayer que no la deja mirara hacia adelante.

El filme nos dice que a la verdad hay que llegar, como sea. Que su búsqueda es una exigencia que a veces duele pero que limpia el alma. Un tren eléctrico abre la película en esa casa donde hasta la enfermedad es encerada. Y un tren de verdad sella el encuentro de esa nieta restituida y su abuela. Son dos imágenes -el juguete y realidad- para un mismo viaje hacia la verdad. (** ½) Cinema City.

Fuente: El Día

Una muestra recoge el patrimonio de los museos argentinos

Hasta el 30 de junio Bicentenario, arte argentino presenta obras que datan de 1810

El Teatro Argentino de La Plata, es el lugar elegido para albergar un importante patrimonio de obras pictóricas correspondientes a la muestra Bicentenario, arte argentino, que tendrá su inauguración formal este mediodía en dicho edificio (51 entre 9 y 10), y que será presidida por el presidente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, Juan Carlos D´Amico.

La exposición, que se realiza en el marco de los festejos por los doscientos años del primer gobierno patrio, está integrada por obras que forman parte de las colecciones del Complejo Museográfico Enrique Udaondo de Luján; del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti; del Museo y Archivo Históricos Dr. Arturo Jauretche del Banco de la Provincia de Buenos Aires; del Museo Arte y Memoria, dependiente de la Comisión Provincial de la Memoria; del Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano y del Museo Municipal de Bellas Artes de La Plata.

En el marco del Bicentenario, el Instituto Cultural, a iniciativa del Gobernador Daniel Scioli, presenta esta exposición que da cuenta de la historia de la plástica argentina y de la Provincia, en una clara iniciativa de inclusión social y acceso a la cultura a través de una muestra libre y gratuita.

El público podrá visitar la muestra hasta el 30 de junio, de martes a viernes, de 10 a 20 y sábados y domingos, de 14 a 20.

Élida Marcili, vocera del Museo Provincial de Bellas Artes, comentó a Diagonales sobre esta nueva propuesta cultural encarada por la Provincia de Buenos Aires.

"La idea fue armar con obras de distintas colecciones de los museos provinciales una historia del arte argentino desde los primeros retratistas, que eran los pintores viajeros, que venían a la colonia a datar lo que veían, hasta los primeros egresados de lo que fue la escuela de dibujo, que si bien, la creó Belgrano antes del 25 de mayo; en 19811 era en realidad una escuela de dibujo técnico, para mensuras de terrenos.

Recién en 1811, Fray Paula de Castaneda, la transforma en escuela de dibujo. Entonces, a partir de allí, comienzan a salir los primeros pintores académicos, propiamente dicho y el museo toma otra connotación social e histórica.

–¿Y el Mueso Provincial de Bellas Artes tiene registros de los primeros pintores de la colonia?

–Nosotros no tenemos obras de los primeros pintores de la colonia, pero sí tiene el Museo de Luján así que ellos hicieron el aporte a esa parte de la historia para realizar la muestra de forma completa. Cada museo tiene un archivo histórico, un patrimonio que contribuyó a que esto fuera posible.

En esta muestra participa este Museo de Luján, nosotros tenemos un poco del siglo XIX y muy poquito del siglo XX, pero nos completa este último período el Museo Municipal de Arte y el MACLA, que es el Museo de Arte Latinoamericano.

Y la exposición se completa, hasta la actualidad o casi hasta la actualidad, hasta el período contemporáneo, de 1970, más o menos.

–¿Cuáles serán los artistas de este museo que tendrán su lugar en el Argentino?

Entre los artistas que el Museo Provincial de Bellas Artes, Emilio Pettoruti exhibirá estarán Fernando Fader, Martín Malharro, el propio Emilio Pettoruti.También obras de los artistas como Ramón Gómez Cornet, Xul Solar, Rogelio Yrurtia, Norberto Gómez, César López Osornio, Alejandro Puente, César Paternosto, Antonio Seguí, Antonio Berni y Raquel Forner.

Fuente: Diagonales

Clases Danza Contemporánea en La Plata

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Estreno 24 de mayo: Instrucciones para conmemorar

Alejandra Flechner

Foto: Andres D'elia

Ahora es Juana Azurduy Pero también fue Evita y Zulema Yoma. Una actriz a la que le interesa que los trabajos tengan mística.

Por: Camilo Sánchez

Fui Evita, ahora soy Juana Azurduy, pero también me tocó hacer de Zulema Yoma. Todas coinciden en su pigmento de piel y de clase. No tanto Zulema -no lo digo por lo ideológico, sino porque jugó de acompañante de-, pero Evita y Juana fueron mujeres con vocación de liderazgo, con capacidad de llevar adelante sus convicciones con ese carisma necesario para convencer a otros.

A mí me gusta trabajar con mujeres. Es un espacio de mucho disfrute y diversión. Hay competencia, pero otras cosas también: hay complicidad, confianza, proximidad física. Entre mujeres muy rápido, por eso de la intuición, sabemos con quién estamos.

Caperucita fue uno de esos fracasos comerciales que honran un espectáculo.

El teatro requiere de un gran temple. Siempre: con sala llena o con sala vacía. Cuando comienza la obra, cuando te tiran a los leones, aunque el Coliseo esté lleno o medio vacío, los leones están ahí. Si hay gente y te arengan, puede que te den más ánimo. Pero cuando son pocos, el compromiso a veces es todavía mayor: uno quiere que esa gente se lleve algo.

Miguelito Fernández Alonso, el ajillo de las Gambas, siempre decía que el secreto del oficio es agregar, pero también soltar las gracias muy repetidas y frecuentadas.

El teatro es el cuerpo expuesto, tirado ahí, a la parrilla. O tal vez estoy medio tomada por lo que me pasa en escena con Juana: un cuerpo lanzado a las convicciones. Es que es un viaje. Un viajazo. Santa Juana de América es un compacto de la vida de Juana: va desde los 17 hasta los 83. Hay que tener coraje para agarrar un sable y salir, a la madrugada, durante años, a matar o morir.

La generación de los ochenta recupera una posta de otras generaciones: el tango, Niní Marshall, Los Cinco Grandes del Buen Humor.

En cine, hicimos con Urdapilleta, Goity y Tortonese, una película de Spiner, Adiós, querida luna. Fue hecha en el 2001: era la historia de tres astronautas que los argentinos los habían dejado arriba, boyando en el cielo. Salíamos de grabar en diciembre y cruzábamos avenidas con fuego en las esquinas, gomas que se incendiaban, no había desayuno en el estudio, porque teníamos que sacar 250 pesos por semana por el corralito.

El trabajo como trabajo no me alcanza. Soy una ambiciosa: quiero vivir algo interesante cada día. Quiero pasarla bien y tengo mis exigencias para pasarla bien.

En octubre filmé "Pájaros volando", de Néstor Montalbano, guión de Damián Dreizik, con Diego Capusotto, Pipo Luque, Vero Llinás, Vanesa Weinberg. Paramos en un hotel de Los Cocos todo el equipo de filmación. Lo bien que la pasamos. Era un viaje de egresados.

Me interesan los trabajos que tengan una mística. Si no hay mística para trabajar, me la invento: es el fuego sagrado para mí.

Alguien que vuelve a mi memoria muchas veces es Jorge Mayor. Era un bronce, pero de esos que no fraguan: un bronce líquido. Con él hice Una visita inoportuna, de Copi, en el San Martín. Mi primera obra en el teatro oficial, con todos los prejuicios que yo podía tener. El encuentro personal fue tan extraordinario: con él aprendí lo que, ahora para mí, significa no envejecer.

El teatro es intimidad. Cuando uno empieza a ensayar, está lleno de miedos, hace papelones delante de todo el mundo. Es como estar con el culo al aire delante de desconocidos. Y hay que bancarse. Es de una gran intimidad. Ahora, si no querés estar culo al aire y te quedás en zunga, tu actuación será un poquito con zunga también.

Soy agnóstica y atea, con los peores adjetivos ligados a la herejía, pero con espíritu religioso. Tengo función y me cuido como un monje tibetano.

¿Quién es?

Está protagonizando Santa Juana de América en el Regio. Fue socia fundadora e integrante del grupo Gambas al ajillo. En teatro, participó en Una visita inoportuna, Eva Perón, Confesiones de mujeres de 30 (premio Estrella de Mar a la mejor actriz de 2000), Monólogos de la vagina, El Método Grönholm, entre otras. En televisión participó en Desde adentro, Cha-Cha-Cha, Sin condena, Señoras y señores (Martín Fierro a mejor actriz protagónica de comedia), Tiempo final y Resistiré. En cine, trabajó en Besos en la frente, Yepeto, Samy y yo, Adiós, querida luna, entre otras.

Fuente: Clarín

Crítica. "El descenso del Monte Morgan"

MARTINEZ EN LA PIEL DE LYMAN FELT

Mentira verdadera

Correcta versión de Arthur Miller con protagónico de Oscar Martínez y puesta de Daniel Veronese.

Por: Camilo Sánchez

El hombre hizo plata, pagó religiosamente los impuestos, dejó de escribir poemas hace décadas. Está muy adaptado, con todos los deberes sociales correspondientes bajo control. Fue un acompañante atento de la crianza de Bessie, su hija mayor, y le enseñó a esquiar y a escalar montañas a Benjamín, su hijo menor. Sólo que ellos no sabían de la existencia uno del otro hasta el desbarranco automovilístico de su padre por el Monte Morgan.

Junto a la rodada, el señor Lyman Felt -que ha pasado los 50 y alcanzó a superar, entre otras cosas, la edad que tenía su padre en el momento de la muerte-, se accidentan también los mundos que este eficaz vendedor de seguros había diseñado paralelos. Sus dos mujeres aparecen por la clínica y la angustia por el destino de su esposo se trastoca en otra, existencial: cómo seguir viviendo cuando se instala la verdad.

El descenso del Monte Morgan es una de las últimas obras de Arthur Miller. Escrita en 1991, trabaja -como lo sugiere el director, Daniel Veronese, en el programa del espectáculo- sobre la crítica moral del marido engañador y, a la vez, enarbola la defensa del deseo del hombre que ha hecho felices a sus mujeres. Arrinconado por las circunstancias, el señor Felt, desde el hospital, intenta incluso el contraataque, con ganas de desenmascarar hipocresías ajenas.

El desafío para el director no ha sido fácil porque a la artillería verbal de la pieza se le suma un quietismo espacial muy riguroso: los alrededores de una cama de hospital. Por suerte, hay muchos momentos en que se mezclan los tiempos y el pasado se hace presente, ayudando así a descomprimir la linealidad de la acción.

Oscar Martínez encuentra el tono de su sinuoso Lyman Felt desbordado por la realidad y resulta inquietante la presencia física que le imprime Eleonora Wexler a su Leah. En un elenco -Carola Reyna, Ernesto Claudio, Malena Figó- de interpretaciones precisas, Gaby Ferrero, como la enfermera, no pasa desapercibida, y alcanza, en ciertos momentos de intimidad con su paciente, una cercanía creíble. La pieza allí reposa del ritmo que le imprime la dirección.

La escenografía es contundente en su sugerencia: los paneles con reflejos y transparencias exponen todo de tal manera que, a la vez, lo oculta; así como las líneas de iluminación, que, durante buena parte, surgen desde el piso. Es interesante, también, la compaginación musical, cuando interacciona con el diseño y las luces para generar cambios de rumbo de la obra.

Fuente: Clarín