Mostrando entradas con la etiqueta Ma Che Siete Venuti a Fà. Mostrar todas las entradas
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Un fin de semana por Roma (I): Ma Che Siete Venuti A Fà y Domus Birrae.


Hoy empiezo una serie de cinco entradas en las cuales espero poderos transmitir el riquísimo y envidiable panorama cervecero que bulle en Roma a día de hoy y así de paso daros unas cuantas razones para que os queráis escapar a la maravillosa ciudad eterna.

Ya sabéis que lo mío no es la brevedad pero aún así voy a intentar exprimir al máximo las experiencias vividas para que os quedéis con lo más destacable. Y es que os doy mi palabra de que todo lo que disfrutamos durante aquel mágico fin de semana de febrero podría dar sin problemas para 8 o 9 post… ;). Sin más espero que os guste.

Ma Che Siete Venuti A Fà.

El primer local del que quería hablar y sin duda el que más ganas teníamos de conocer en Roma. No en vano reservamos un hotel a escasos 100 metros de él para disfrutar tantas veces como nos fuera posible, y de hecho tras descargar los bártulos la primera parada fue precisamente este local, donde fuimos a tomar “una pintita rápida”…


El local era minúsculo, la entrada no debía superar los tres por tres metros, con una barra pequeñísima y varios taburetes. Al fondo y tras atravesar un estrecho pasillo tenían otra sala también pequeña y sin ventanas pero más acondicionada con varias mesas altas y también taburetes, con una tele gigantesca en la que ponían fútbol sin sonido para que se escuchara bien la buena música rock. Bajando unas escaleras tenían otra sala, más íntima si cabe, donde uno podía relajarse tomando unas buenas cervezas.

El fútbol en Ma Che Siete es una religión...

Y os preguntaréis qué tendrá este lugar tan minúsculo para que muchos lo consideren uno de los mejores locales del mundo. Y es que el no tener cocina, o poseer unas minineveras para las botellas o tener un número de grifos (16) inferior al de su “competencia” (Open BaladinBrasserie 4:20...), no parecen razones muy a su favor. Pero no hace falta más que estar un rato allí para darse cuenta del porqué.

Algunos de los barriles y las neveras.

Pero vamos con algunas de las cervezas degustadas de barril. Empezamos con Struise Weltkrieg, una sour ale versión de la Weltmerz con cerezas añadidas, tremendamente refrescante con solo 3% de alcohol. Realmente muy buena, muy ligera, con una marcada acidez pero bien compensada. La siguiente fue Montegioco Bran, rebosante de café, tabaco, regaliz y notas balsámicas, así como un punto de cacao, una textura sedosa muy agradable y una burbuja minúscula y maravillosamente integrada. Una gratísima sorpresa. Tan alucinados nos dejó esa Montegioco que la siguiente que tomamos, esta vez recomendados, fue Montegioco Mac Peated Ale, también de buen nivel, ligeramente ahumada y con recuerdos a turba, muy bebible y nada empalagosa, con una textura sedosa como la Bran. Y con esta dimos cerrada la visita matutina.

Montegioco Bran y De Struise Weltkrieg.
Rica, rica, esta Montegioco Mac Peated.

Coincidió que justo aquel fin de semana, más concretamente durante el sábado y el domingo, se celebraba un evento con las micros italianas Birra Stavio (a algunos quizás os suene de Mediona), Lambrate y Pontino, y varios grifos del local servían las cervezas de estas tres cerveceras. Pero no quiero extenderme mucho con las reseñas de las cervezas que probamos ya que esas tres se ven o se han visto por estos lares en barril o botella, así que solo por parecerme de un nivel realmente destacable no quisiera olvidarme de la Birrificio del Ducato Kiss Me Lipsia, una Gose con el peculiar toque salado del estilo, muy refrescante y ácida, con recuerdos a fruta tipo grosella, me gustó mucho; y por otro lado Extraomnes Tripel, una triple belga con el lógico alcohol evidente y algo especiada pero con el lúpulo europeo más protagonista de lo que suele ser habitual en el estilo.

Bien juntitas estas dos grandes:
Kiss Me Lipsia y Extraomnes Tripel.

¿Alguien quiere una cervecita? Pues a la cola...

Pero volviendo con el local, he de decir que antes de partir y cuando estábamos empezando a planear el viaje me sorprendió bastante leer una crónica en una conocida revista en castellano en la cual lo ponían como “muy sobrevalorado” al Ma Che Siete. Y digo que me sorprendió porque no hizo falta ni estar una hora sentado en uno de sus taburetes para comprobar que tantos halagos, premios y también recomendaciones de amigos eran sobradamente merecidas. Como decía un poco más arriba, el Ma Che Siete no tendrá tantos grifos como otros locales, pero ni falta que le hace… Por un lado quiénes están al otro lado de la barra conocen sobradamente lo que venden (de hecho hace ya unos cuantos años que Manuele montó aquel mítico Mare Di Birra en el que había muchas micros que aún a día de hoy empiezan a sonar por la Península). Pero dejando a un lado el nivel de quien atiende, si nos centramos en las cervezas podemos ver que destacan no pocas rarezas en botella y en cuanto a las referencias pinchadas de barril eran todas de nivelazo: Ghisa de Lambrate, 2 Late IPA de BrewFist, varias Rurale, un par de las británicas Moor… Y qué decir de sus grifos fijos, Birrificio Italiano Tipopils y también Bibock y la alemana Weihenstephan Vitus. Pero es que además continuamente pinchan cervezones de Struise, Siren, Närke

Esto si que es una lámpara... ;)

Así que en resumen, ni es el local más grande, espacioso o cómodo, ni tendrá los interiores tan cool como otros locales de la ciudad y tampoco tendrá tantas referencias en barril, pero todo eso se te olvida en un instante por las personas que están a su cargo, por su selección cuidadísima de cervezas y por el ambiente que se vive dentro y fuera del local. De hecho el Ma Che Sietese sitúa en pleno corazón del que para mí es el mejor barrio de Roma, el bohemio Trastevere. Así que para quienes puedan tener algún tipo de duda sobre él desde ya os digo que las dejéis a un lado porque el Ma Che Siete juega en otra liga. Eso sí, pendiente me queda volver en alguna fecha que no haya ningún evento de por medio, ya que por interesantes que puedan ser esos tapover o meet-the-brewer, nunca termino de disfrutar como me gustaría del local y de quienes lo llevan, y en este caso además al ser tan pequeño no te quedaba otra que beber en la calle si no querías sentirte como una sardina enlatada.


Domus Birrae.

Si el Ma Che Siete es una institución dentro y fuera de Roma, Domus Birraees otro local maravilloso que debería ser ejemplo para muchos.


Se trata de una tienda situada muy cerca de la estación central de trenes, Termini, y sus interiores impactan a cualquiera por novel o experimentado que se sea. Lógicamente se encuentra muy especializado en la amplísima variedad de las micros italianas (en su web se puede ver que tienen más de 260 cervezas italianas pertenecientes a más de 50 micros…), pero también tiene bastantes referencias belgas y estadounidenses, y en menor medida también británicas, danesas, holandesas… con varias ediciones especiales y limitadas.

Uno de sus grandes méritos, al igual que el Ma Che Siete, es que fueron los primeros en trabajar marcas que hoy en día nos parecen tan comunes, tanto de micros europeas como sobretodo estadounidenses. Y solo por eso ya merecen mi más completa admiración.

Otro punto que me sorprendió muy mucho a parte de su extensísimo catálogo fue el propio local en sí mismo, gigantesco, con varias zonas separadas por unas pequeñas escaleras. Nada más entrar a la derecha tenían una zona con ¡6 neveras! con más de 200 referencias diferentes, con lo que eso supone de cara a la buena conservación de las cervezas. Pese al gasto que les pueda suponer me parece un esfuerzo que les honra y les sitúa en el olimpo de los buenos locales. Y además, conozco pocos bares con esa oferta en nevera…

¿Tienda o bar? Sin duda es alucinante...

Más al fondo, tras bajar unas escaleras situadas frente a la entrada, estaban las demás referencias, algunas italianas, pero sobretodo del resto de Europa y estadounidenses.

Un rinconcito muy italiano.

Quizás el único punto en contra, aunque más que del propio local diría que en general de la cerveza en Italia, fueron los precios. La mayoría de las referencias tenían un coste de 4 o 5 euros, y no pocas superaban con facilidad los 8 o 9 euros, algo sorprendente ya que en muchos bares (Ma Che Siete, Open Baladin, Brasserie 4:20…) tenían las pintas entre los 4 y 6 euros, lo cual me lleva a pensar que esta tienda es algo más cara de lo habitual.

A continuación os dejo la compra que hicimos, algunas recomendadas y otras que no dudamos en pillarlas nada más verlas. De izq. a dcha: BrewFist Heimdall; Birra del Borgo/Dogfish Head/Birra Baladin Archeobirra; Montegioco Garbagnina; Extraomnes & Stillwater Migdal Bavel; BrewFist & Prairie Spaghetti Western; Birra del Borgo & Gänstaller Re Alt; Stavio Doc Brown Bock y Rurale Scarliga.


Y entre tantas y tan buenas cervecitas (ya os comentaré qué tal cada una en el post final) doy por cerrado el primer roundcon dos de los “nuevos veteranos” del panorama cervecero romano de calidad, enormes por muchas razones y que sin duda recomendaría mil y una veces su visita.

Viaje por Baviera (7): Zoiglstube Gänstaller Drei Kronen.


Hoy vuelvo a la carga con los post de Alemania (ya quedan muy pocos…) y esta vez el protagonista es uno de esos locales que entran directos a mi lista de las mejores experiencias vividas alrededor de la cerveza.

Todo empezó varios meses antes del viaje, cuando estábamos planeando la visita a Bamberg. Sabíamos que nos íbamos a tener que quedar allí a dormir sí o sí ya que por un lado el kilometraje que nos separaba de vuelta en coche hasta Munich en condiciones no muy adecuadas lo recomendaban, y por otro eso nos permitiría disfrutar más tiempo de la ciudad y de sus numerosos encantos. Pero cual fue nuestra sorpresa cuando vi que en Ratebeer ponían un brewpub llamado Zoiglstube Gänstaller Drei Kronen como el mejor destino de toda Baviera, algo sorprendente por estar situado en un pueblito minúsculo de algo más de 500 habitantes llamado Schesslitz-Strassgiech y a pocos kilómetros de Bamberg cuyo nombre, estaréis conmigo, no es precisamente famoso. Extrañados y tras leer algunas referencias muy positivas sobre el lugar no dudamos en cuadrar horarios, reservar hotel cerca y esperar la llegada del día de la visita.

Pero en realidad no diría toda la verdad al afirmar que el nombre de Gänstaller me pillaba completamente por sorpresa ya que existe una rauchbier que tenía fichada de haberla visto en varios libros y sobretodo en numerosas webs donde acapara numerosos elogios. Hablo de Affumicator, elaborada por Gänstaller en exclusiva para un templo como es el Ma Che Siete Venutti a Fà de Roma. Así que si uno de los mejores bares del mundo tenía alguna relación con esta cervecera alemana poco conocida debía ser por alguna razón…

Llegamos a Schesslitz-Strassgiech (o eso decía el GPS, porque ni el nombre ni la pinta de barrio periférico daban ninguna certeza de ello…) sobre las 19h tras la jornada maratoniana en Bamberg que relaté en el post anterior. Tras descargar los bártulos en una acogedora pensión muy cercana al local nos fuimos sin muchos rodeos a ver qué nos deparaba la cervecera de “las tres coronas”.


Fue cruzar la puerta principal y rápidamente supimos que no íbamos a vivir una jornada cualquiera. El local rebosaba calidez y encanto, con mucha madera en el suelo, las paredes, el techo y todo el mobiliario, bañado por una luz tenue proveniente de algunas velas en las mesas y algunas lámparas en el techo, y en cuanto a los parroquianos todo era gente mayor, alemanes auténticos y no como en otros sitios clásicos en los que los turistas abarrotan las mesas. De verdad, un sitio con un encanto especial y en el que podrías estar simplemente sentado sin hacer nada más que admirar la postal que desfila ante tus ojos.


Al poco de sentarnos vino Andreas, con quien había compartido un par de mails para evitar la más mínima posibilidad de encontrarnos las puertas del local cerradas. Ya entonces me pareció un tipo de pocas palabras aunque en el cara a cara coincidí con Rosana en que se trataba de ese tipo de gente que no necesita de palabras para hacerte sentir como en casa, de hecho tuvimos esa extraña sensación que ocurre con aquella gente que tienes la impresión de conocer de toda la vida con un primer encuentro, que transmite mucho afecto y muy buen rollo con una simple mirada y una sonrisa. Tras hablar con él y explicarle qué hacíamos en aquel pequeño pueblo nos dejó con su mujer, mucho más parlanchina y tratando de hacer lo imposible por explicarse en un inglés que no terminaba de dominar.

En cuanto a cervezas empezamos eligiendo la Zoigl y la Kellerbier. La Zoigl estaba alucinantemente fresca, con mucho lúpulo, floral, cítrico y herbal, que descansaba sobre una base muy cerealosa que a su vez compensaba un final seco y amargo. ¡Tremenda! En cuanto a la Kellerbier tenía poco cuerpo, era muy bebible y refrescante y tenía al cereal como principal protagonista aunque acompañado por un lúpulo suave, cítrico y herbal, y también una ligera acidez.


Tras terminar la primera ronda nos animamos con otra pero esta vez para acompañar la cena. En este punto he de reconocer que se me pasó apuntar lo que comimos y tras seis meses no consigo recordar mucho más que un pincho de cordero con una salsita muy rica y por otro algo parecido (si no era directamente eso) a un schnitzel… Aún así entre mi libreta he encontrado la frase “comida sublime” lo cual creo es suficientemente ilustrativo… ;).


Aunque las fotos dejan mucho que desear, son lo mejor que pude sacar…


Gozando entre excelente comida y cerveza, y en un ambiente, repito, inmejorable, fue terminarnos la comida y volvió Andreas pero esta vez con una sorpresita en forma de dos botellas entre las manos. La primera, Kultura Scura, elaborada para el citado Manuele de Ma Che Siete Venuti A fà en Roma, muy bebible pese a ser bastante maltosa, con caramelo, recuerdos a frutos secos, un punto ahumado ligerísimo y con un final lupulado. La segunda nos dejó sin palabras, una colaboración con De Molen, Närke y Jacobus, una doppelbock llamada Europa-Bier Elevator que bien podría pasar por una imperial stout por el color, el elevado amargor, las notas a café, torrefactos y chocolate, y un marcado toque herbal tan propio de algunas De Molen… ¡Magnífica!


Foto pésima, botella sin etiquetar…
Todo compensado por un contenido sublime…

En ese momento una pareja con ropa de ciclista se unió a la mesa al escuchar que no éramos alemanes. Nos contaron que ellos también eran tenían un blog y que venían desde Praga en bici y, casualidades de la vida, también conocían a Max (el filósofo). Entre pintas terminamos charlando de lo humano y lo divino hasta las tantas, y cuando llegó la hora de despedirnos nos soltaron que no tenían donde dormir pero que no les preocupaba, que alguna solución encontrarían… (según me dice el amigo Google Translate al traducir su post, un arroyo fue su cama…). En fin, sin palabras. Y así, con esta curiosa situación que un amigo de Madrid hubiera firmado con uno de sus famosos arqueamientos de cejas dimos por terminada una jornada que empezó en Bamberg (sí, aunque parezca increíble) y que finalizó en una taberna celestial hablando con unos checos ciclistas en plena madrugada. Lo que consigue la cerveza desde luego no lo hace nada más…

Y para cerrar el post lo lógico hubiera sido recomendar que no os perdierais este auténtico templo escondido en la Franconia más profunda ya que sin duda fue una de las mejores experiencias del viaje, pero cual fue mi sorpresa cuando buscando el enlace de Ratebeer para adjuntarlo en este post vi que lejos de aparecer entre los mejores destinos de Baviera lo que había hecho es cerrar, concretamente el pasado 4 de enero. Según parece por lo dicho en su Facebook el cierre del restaurante es temporal y mientras la cervecera continuará elaborando. Esperemos que vuelvan a abrir porque sin duda es uno de los mejores sitios en los que he tenido el placer de disfrutar de buena cerveza, buena comida y también buena compañía.