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Descubierta en Cornualles una St. Austell con más de 100 años de antigüedad.


El pasado jueves 20 de marzo unos arqueólogos en Perranporth, Cornualles, estaban tratando de desenterrar el antiguo oratorio de St Piran de las arenas movedizas que lo cubren cuando de repente se encontraron una botella muy antigua de Walter Hicks Ale de la cervecería St. Austell.


Por lo visto la botella data de 1910 y como se ve en la foto fue sacada de la arena en perfecto estado. Como también se puede ver, el tapón de corcho posee una pieza metálica por encima con una esvástica, una característica propia de los primeros tapones de la cervecera que representa el símbolo sánscrito de la elaboración de cerveza y la fertilidad. Hasta la segunda guerra mundial este simbolo se encontraba en muchas de sus botellas pero con la llegada de la segunda guerra mundial y su adopción como una insignia con fines más siniestros fue retirada.


Según James Gossip, gerente del lugar y arqueólogo principal, la botella posiblemente fuera abandonada por un trabajador sediento cuando en 1910 se encerró el oratorio dentro de una estructura de hormigón para protegerlo de la arena y las olas. Posteriormente, en 1980, esta estructura fue retirada permitiendo que algunos objetos de aquellos trabajadores quedaran a la luz.


El archivista de la cervecera St Austell, Chris Knight (en la segunda foto), revela que en el fondo de la botella quedan restos de la cerveza original así que con un poco de suerte se podría saber qué cervezas jugaron un papel importante en la conservación del lugar.


Esta noticia y las fotos han sido tomadas de esta y esta fuente.


Arqueología cervecera etrusca. Entre yankies e italianos anda la cosa…


Aún tengo muy verdes las entradas de la escapada a Roma pero aún así hoy quiero compartir un post sobre una de las cervezas más curiosas que tomamos ese fin de semana. Hablo de Archeobirra Etrusca, una "cerveza" a la que le seguía el rastro desde que saliera al mercado en diciembre de 2012, una colaboración a tres bandas entre la estadounidense Dogfish Head, y las italianas Birra del Borgo y Baladin, que cada cual llamó de un modo: Birra Etrusca (DFH), ArcheoBirra Etrusca (BdB) y Etrusca (Baladin).

Botellas de B. del Borgo, Baladin y Dogfish Head.

En marzo de 2012 Sam Calagione viajó a Roma con Patrick McGovern, arqueólogo e investigador con quien ha desarrollado la mayoría de sus Ancient Ales (serie de la que os hablé por aquí). Allí se reunieron con Leo di Vincenzo (Birra del Borgo) y Teo Musso(Baladin) con quienes hablaron de la posibilidad de recrear las bebidas fermentadas que supuestamente habrían contenido unas vasijas de 2800 años de antigüedad encontradas en unas tumbas etruscas en diferentes puntos de Italia.

Con las conclusiones extraídas elaboraron una bebida con cebada malteada de dos carreras o hileras (os lo dejo a vuestra elección…) y una variedad de trigo italiano muy antigua, además de harina de avellana, granadas, miel (de castaño y de flores silvestres), uvas pasas, raíz de genciana, resina de mirra... Un batiburrillo como para no aburrirse.

Los implicados en el proyecto.
Foto tomada del blog de B. del Borgo.

Para añadir más complejidad todavía Dogfish fermentó su lote en un recipiente de bronce, Baladin en barricas de madera y Birra del Borgo en ánforas de terracota. Finalmente utilizaron una cepa de levadura muy antigua (de unos 1500 años) proporcionada por el profesor Duccio Cavalieri, del centro de investigación Emund Mach en San Michele all'Adige.

Ánfora en la cual fermentó la cerveza B. del Borgo.
Foto tomada de aquí.

Con todo lo dicho anteriormente podéis imaginar la ilusión que me hizo encontrarla en una tienda de Roma así que para disfrutarla como merecía, una cerveza con tanta historia (y bastante cara, todo hay que decirlo…) había que tomarla en un lugar también emblemático por lo que elegimos los alrededores del Coliseo.


En cuanto a la cerveza (por llamarla de algún modo) a penas formaba espuma y ésta rapidísimamente desaparecía, ofreciendo un color naranja intenso y una viva carbonatación. En nariz destacaban recuerdos ácidos y al mismo tiempo dulzones como de miel, fruta y también de fondo frutos secos, un punto herbal y especiado. Realmente peculiar. En boca poseía bastante carbonatación, la cual cortaba una sensación inicial algo densa que recordaba a un mosto dulce, aunque rápidamente hacía su presencia una marcada acidez, recuerdos a limón, manzana, pera, algo terrosos y especiados también pero que no sabría definir muy bien y un final bastante seco. En conclusión, una Sour Ale muy peculiar, muy refrescante y compleja que merece la pena probar aunque por el precio hay muchas otras "sour" más asequibles y también muy interesantes.

Aún asumiendo que es más que posible que los etruscos no bebieran exactamente esta bebida, el solo hecho disfrutar de un pequeño sorbo de historia mientras admirábamos el Coliseo es una sensación difícil de describir y de la que guardo un muy buen recuerdo.

La cosa va de galos, romanos, cervoises y cómics…


Aunque últimamente no me sobran muchas horas, el blog es el blog y se me hace raro no publicar alguna entrada en más de una semana así que mientras encuentro ese equilibrio vital hoy quiero compartir con vosotros una noticia que mezcla varias de mis pasiones: cerveza, historia y cómic.

Todo viene porque recientemente una microcervecera del Québec llamada Temporale ha sacado al mercado una cerveza llamada Alesia, la cual rinde homenaje a un hecho histórico que unos cuantos conocimos mucho antes por la genial pluma de Uderzo y su obra Astérix que por esas toscas clases de Historia del instituto.

La preciosa botella. Foto de aquí.

Nos situamos en el año 52 a.C. Atrincherados en Alesia, Vercingétorix y los suyos aguantan como pueden la invasión romana. Tras dos meses de resistencia, los romanos terminan asediando Alesia y hacen prisionero a Vercingétorix, quien deja sus armas a los pies del César y es ejecutado seis años después en Roma.


Viñetas del genial Uderzo que hacen referencia a este hecho.
No creo que haga falta traducción… Tomado de aquí

A pesar del triste final, esta cervoiseen realidad pretende rendir homenaje a la valentía, resistencia y sed de libertad de aquellos galos con una receta y un método de elaboración que tienen más de 2000 años. Es por ello que la botella y su contenido son algo así como una máquina del tiempo que ha visto la luz después de 10 años de investigación literaria y numerosos trabajos arqueológicos por parte de un grupo comandado por Stéphane Morin.

Se trata de una cervoise celta, bebida alcohólica ancestro de nuestra cerveza actual y que prácticamente ha desaparecido en su forma original. La mayor diferencia entre la cervoise y la cerveza que conocemos es que primera no contiene lúpulo, dado que los conos de nuestra querida Humulus lupulus no se utilizaron hasta el siglo XII. Otra diferencia es que los galos usaban en su elaboración hierbas aromáticas y una buena cantidad de miel. Por ello, según Stéphane, esta bebida se parece más a un Sauvignon blanccítrico, vegetal, ácido y seco.

Representación de la elaboración de “cervoise” tomada de aquí.


Sin duda me haría tremendamente feliz conseguir una de esas botellas, así que ya sabéis Reyes Magos… Hasta entonces esperaré releyendo algunos clásicos ;).

Imagen tomada de aquí.


Grodziskie/Grätzer: bebiendo un poco de historia.



Quienes sigáis habitualmente este blog conocéis de sobra que me encanta todo lo que rodea a esos estilos que en su momento vivieron tiempos mejores pero que desgraciadamente y con el tiempo su importancia y representación fue disminuyendo hasta llegar al punto de incluso desaparecer en algunos casos. Pero si hoy me hace especial ilusión este post es porque además de contaros algunas batallitas sobre el estilo puedo hacerlo tras haber probado unas muestras.

 Etiqueta tomada de aquí

El estilo que nos ocupa es de origen polaco y se llama Grodziskie por la población que lo vio nacer, Grodzisk Wielkopolski, pero como su momento ésta ciudad formó parte de Prusia el estilo posee dos denominaciones: la polaca, Grodziskie, y la alemana, Grätzer. Hay alguna fuente que apunta que fueron los nazis quienes obligaron a cambiar el nombre polaco al alemán y no fue hasta finalizar la 2ª Guerra Mundial cuando el término Grodziskie recuperó el protagonismo.


Versiones polaca y alemana. Etiquetas sacadas de aquí.


 

Localización de Grodzisk en Polonia.
Mapa sacado de aquí

Nos encontramos ante un estilo de cerveza del que se tiene constancia ya en el s.XIV y se estuvo produciendo ininterrumpidamente hasta 1993, cuando cerró la última fábrica de Grodzisk. Las versiones más modernas poseían un color ambarino, eran de fermentación alta y en su elaboración únicamente se utilizaban maltas de trigo ahumado en madera de roble. El hecho de poseer poco alcohol (siempre por debajo de los 4%) además de ser muy carbonatadas las hacía ideales para calmar la sed, permitiendo ser bebidas en grandes cantidades sin verse excesivamente perjudicado.

Lo bueno es que a principios de 2012 la cervecera holandesa Jopen y la alemana The Monarchy (hasta hace poco llamada Monarchy of Musseland o directamente MoM) decidieron ponerse manos a la obra y rescatar este estilo. Para ello contaron con la ayuda de los conocidos escritores e investigadores sobre cerveza Ron Pattinson y Evan Rail, además de Alice van der Kuijl, de la tienda De Bierkoning en Amsterdam, e intentaron ser lo más fidedignos al recrear este peculiar estilo.

 Cartel tomado de aquí.

En sus investigaciones descubrieron que antaño los cerveceros usaban corteza de sauce en su elaboración así que decidieron lanzar dos versiones, una clásica a la que llamaron Grätzer, y otra con la citada corteza a la que llamaron Grodziskie. Ambas se fermentaron con la levadura original y usando lúpulos Lublin y a finales de 2012 vieron la luz.

En cuanto a la Grätzer posee un color marrón pálido apagado, bastante turbio pero sin depósitos, con una bonita y persistente espuma blanca cremosa. En nariz destacan las notas a carne ahumada así cómo cereal (cáscara) muy marcado. Ya en boca es muy ligera, de trago muy fácil y con las notas del citado dueto a cereal y ahumado dominando el trago. Final bastante seco y con el lúpulo tomando protagonismo. Una cerveza muy peculiar que se asemeja a algunas kellerbierpor el toque a cereal y levaduroso y en el que el ahumado no evita que sea terriblemente adictiva y fácil de tomar.



La Grodziskie en cambio posee una espuma de porosidad algo mayor pero igualmente muy persistente, y también posee un aspecto algo más turbio. En nariz posee una menor intensidad que la Grätzer y el ahumado queda en un segundo plano, siendo el cereal y unas notas como especiadas y a incienso las que más sobresalen. En boca es un punto más ácida y menos amarga, descubriendo un toque como a goma quemada realmente muy peculiar y que no se me ocurre cómo explicar más que por la citada corteza. También es muy liviana y fácil de beber pero por el citado toque curioso quizás diría que eso de beberla en grandes cantidades no iría conmigo.



Sin duda dos ejemplos muy interesantes de un estilo verdaderamente peculiar que me reafirman en la creencia de que existe todo un mundo de estilos apasionantes por explotar más allá de esas elaboraciones actuales tan “lúpulo-dependientes”.

Maibock, cerrando la primavera con cerveza.



Aunque ya hemos dejado atrás medio mes de mayo, no quería dejar pasar la oportunidad de hablar de uno de esos interesantísimos estilos estacionales que nos ofrece el calendario cervecero y así de paso también engrosar la sección de estilos históricos. Como anticipa el título del post, hablo de las Maibock, que evidentemente y como desvela su nombre se trata de Bock elaboradas para ser consumidas durante mayo.

Imagen tomada de aquí.


Historia y origen de las Bock.

Se cuenta que las Bock tienen su origen en Einbeck, ciudad alemana de la Baja Sajonia que durante la Edad Media pertenecía a la liga Hanseática. Esto último significaba formar parte de numerosas rutas de comercio, especialmente marítimas pero también terrestres, lo cual permitió que este estilo de cerveza se extendiera con suma facilidad por toda Europa al tiempo que se labraba una gran fama.

Algunas ciudades de la Hansa en el s.XV. Imagen tomada de aquí.

Pero en el sur de Alemania, allá por el s.XV, los ya por entonces reputados cerveceros muniqueses y también los nobles acaudalados que podían permitirse probarlas, admiraban y envidiaban a partes iguales esas elaboraciones norteñas. En 1540, el duque de Baviera Luis X, receloso de esa fama, consiguió que un maestro cervecero de Brunswick, ciudad vecina de Einbeck, viajara hasta Munich para intentar replicar con detalle esas Bock.

Posavaso de la Einbecker Brauerei.
Tomado de aquí.

Con el tiempo, y con mucho empeño también, los cerveceros bávaros fueron mejorando su propia receta pero no fue hasta 1612, con la liga Hanseática colapsándose y la consiguiente reducción de las exportaciones de Bock desde Einbeck hastaa Munich, cuando el por entonces duque de Baviera, Maximiliano I, invitó al mismísimo maestro cervecero de Einbeck, Elias Pichler, a su tierra. Lo que este último no imaginaba es que en lugar de recibirle con honores le iban a detener y obligar a reproducir con detalle esas Bock auténticas del norte para que por fin los bávaros pudieran gozar de Bock propias y de reconocida calidad. Tan solo dos años después, en 1614, las Bock elaboradas en la cervecera real muniquesa, la Hofbräuhaus, se habían ganado mucha fama y tenían poco que envidiar a las versiones sajonas aunque en lugar de ser Ales fuertes y oscuras elaboradas con cebada y trigo se tratara de versiones igualmente corpulentas pero con un color más claro, de baja fermentación y sin trigo.

Tal fue el éxito de las versiones de las Bock elaboradas en el sur de Alemania que un subestilo hoy en día tan conocido, las Doppelbock, nacieron en Munich allá por el s.XVIII, cuando unos monjes de la orden de Paula idearon una cerveza para las épocas de Cuaresma y Adviento en las cuales no podían comer nada sólido y una cerveza tan nutritiva les sería un sustento más que suficiente.

Posavaso de 1947 de Paulaner Salvator, la
considerada Doppelbock pionera. Foto tomada de aquí.


Maibock.

Las Maibock son un estilo muy reciente y muy probablemente tuvieran su origen a mediados del s.XIX, cuando los estilos de cervezas más claros empezaban a desplazar a los oscuros, siguiendo la moda empezada por las Pils y las lagers pálidas. Por ello, en aspecto no dejan de ser Bock en las que en lugar del color marrón o cobrizo, ofrecen un rango que va desde el dorado intenso al ambarino ligero debido al uso de maltas menos tostadas.

Se elaboraban en invierno para ser consumidas entre finales de abril y mayo y de hecho fue la Hofbräuhaus quien empezó con esta estacionalidad relacionando esta Bock más clara con la conocida fiesta del Día de Mayo celebrada alrededor del conocido Maibaum o palo de mayo.

Ketterer Maibock con el Maibaum de fondo. Poster HB tomado de aquí.

A diferencia de las Bock genéricas, una característica muy particular de las Maibock es que poseen un relativo protagonismo del lúpulo, el cual corta con un final más fresco las típicas notas acarameladas y tostadas de la malta, tan presentes en las Bock. Así tenemos un subestilo más ligero ideal para el tránsito entre el frío inverno y el verano en el que las protagonistas en los biergarten pasan a ser las Helles o las Weizen. Aún así no hay que olvidar que estamos hablando de un tipo de cervezas cuyo contenido alcohólico no es nada desdeñable, entre 6.3% y 7.4%.

Poster de Pschorr-Bräu tomado de aquí.


Helles Bock vs. Maibock.

En principio y aunque ambas denominaciones se mantienen con el paso de los años, entre Maibock y Helles Bock no hay más diferencia que la temporalidad. Las Maibock se elaboraban para tomarse en mayo, como decíamos entre el tránsito de finales del invierno y principios del verano, y de ahí sus características más suaves que otras Bock. Pero con el tiempo y su popularización, su consumo se fue extendiendo más allá del citado mes de mayo y se decidió directamente tratarlas como lo que son: Bock más claras o Helles Bock (Helles = clara en alemán).

Lowënbräu Heller Bock de 1962.
Etiqueta tomada de aquí.
Löwenbräu Mai Bock.
Etiqueta de Jorge Solana, blog Cerveriana.


En realidad los más puristas afirman que las Maibock poseen un color más ambarino que las doradas Helles Bock, pero como decía, ambas denominaciones muchas veces se utilizan como términos equivalentes al igual que ocurre con otros estilos como las Märzen y las Oktoberfestbier.


Simbología y nombre.

Independientemente del subestilo, todas las Bock comparten una misma simbología, una cabra levantada sobre sus patas traseras, ya que Bock significa cabra en alemán y de ahí que por ejemplo en las Doppelbock (doppel = doble) aparezcan dos cabras.

Poster de Frankfurter Bürgerbräu Bock tomado de aquí.

Pero como comentábamos al principio, el término Bock proviene de una derivación del nombre de su ciudad de origen, Einbeck, y de hecho “Ein Bock” es como se pide esta cerveza en alemán. Pero a pesar del más que razonable parecido, hay quienes insisten en relacionar el nombre y su símbolo caprino a través de leyendas e historias a cual más increíble. Una de ellas explica que el uso de la cabra como símbolo tendría su origen en el hecho de que las Bock se elaboraban en la época correspondiente al signo del horóscopo Capricornio, que en definitiva es una cabra. Pero más curiosa es una anécdota según la cual el duque de Baviera retó a un caballero de la norteña Brunswick a beber Bock en el casco de su oponente. Tras unas cuantas rondas el caballero no pudo aguantar mientras que el duque se mantuvo imperturbable, y como excusa el caballero no tuvo otra ocurrencia que culpar de su debilidad a una cabra que se había encontrado de camino.

Sea cual fuera el origen, y a pesar de su aparente inocencia, este símbolo no estuvo exento de polémica desde sus inicios ya que a los monjes bávaros no les gustaba por aquello de que la cabra siempre fue un animal relacionado con temas satánicos. Aún así, el símbolo logró rebelarse a los embates de la iglesia y hoy en día se sigue usando tanto en Alemania, como en otros muchos países, especialmente en los Estados Unidos, donde las Maibock gozan de una segunda juventud.

Maibock de Capital Brewery. Etiqueta tomada de aquí.
Berghoff Maibock elaborada con miel.
Etiqueta de Jorge Solana, blog Cerveriana.


A continuación os dejo unas cuantas joyas en papel, todas ellas alemanas y detalle de Jorge Solana del blog Cerveriana, buen amigo y grandísimo coleccionista a quien agradezco la ayuda con las etiquetas para el post.

Etiquetas de Jorge Solana, blog Cerveriana.


Y con esto damos por cerrado este post sobre las Maibock. Espero que os haya gustado y recordad que aún estáis a tiempo de probar alguna de estas cervezas antes de que el tórrido verano llegue a nuestras neveras o sino tendréis que esperar al año que viene…

"Nada mejor que una buena Maibock!!"
Imagen tomada de aquí.


Algunas de las fuentes consultadas.

- El libro de la cerveza. M. Jackson (1994).
- The Brewmaster’s Table. G. Oliver (2003).
- http://allaboutbeer.com/learn-beer/styles/stylistically-speaking/2006/07/maibock-to-helles-and-bock/
- http://allaboutbeer.com/learn-beer/styles/stylistically-speaking/2012/03/maibock-and-helles-bock/
- http://beer.about.com/od/boc1/a/BockHistory.htm
- http://www.germanbeerinstitute.com/Maibock.html
- http://www.germanbeerinstitute.com/Urbock.html
- http://www.bjcp.org/2008styles/style05.php

Dogfish Ancient Ales.



A mediados de la semana pasada la gente de Dogfish Head anunció que el próximo verano iba a sacar una recreación de un estilo nórdico a base de trigo llamado Kvasir. Ya sabéis que me encantan las elaboraciones inspiradas en recetas antiguas y la historia que las rodea así que esta noticia me vino perfecta para hablar de un tema que hacía mucho tiempo que quería tratar, las Ancient Ales, una serie muy interesante de esta conocida craft estadounidense.



Todo empezó allá por el año 1995, cuando empezaron a experimentar con ingredientes como la achicoria, el regaliz, el jarabe de arce o las pasas entre otros para hacer cervezas extremas y exóticas que se salieran de la norma. Pero no fue hasta 1999 cuando empezaron a trabajar con Patrick Mc Govern, el director del laboratorio de arqueología biomolecular del museo de la Universidad de Pennsylvania y reputado experto en bebidas antiguas, y fruto de dicha colaboración nació la serie Ancient Ales.


La primera elaboración que vio la luz fue la Midas Touch, algo a camino entre un vino y un hidromiel. Se trata de una cerveza dulce y seca elaborada con miel, uvas moscatel y azafrán, tal y como revelaron unas vasijas de 2700 años de una tumba turca que se cree pertenecieron al rey Midas. 9% de alcohol.



En segundo lugar llegó Chateau Jiahu, una cerveza basada en los ingredientes que supuestamente contuvieron unas vasijas de cerámica en una tumba de 9000 años de Jiahu, una villa neolítica del norte de China. Los ingredientes utilizados en su elaboración fueron bayas de espino albar, arroz de sake, cebada malteada, uva moscatel y miel de azahar. El mosto se fermenta durante un mes con levadura de sake antes de ser embotellada. 10% de alcohol.



Otro análisis de fragmentos de cerámica, en este caso de 3000 años de antigüedad y encontrados en Honduras, ayudaron a inspirar Theobroma, la tercera cerveza de la serie y supuesta bebida alcohólica hecha con chocolate como base y que usaban las civilizaciones mayas para brindar en ocasiones especiales. Está elaborada con cacao Askinosie, miel, chiles y achiote. 9% de alcohol.



Sah’tea continuó la serie, basada en una receta del sahti finlandés del s.IX. El mosto se carameliza sobre rocas ardientes y se fermenta con levadura de weizen alemana. Al mosto se le añaden té negro, cardamomo, canela, jengibre, clavo y pimienta negra. 9% de alcohol. En este enlace además de la explicación que os he dejado, también podéis ver dos interesantes videos en los que muestran cómo trabajaron con las rocas ardientes.



La penúltima en ver la luz fue Ta Henket, inspirada en una receta escrita en jeroglíficos egipcios. Elaborada como las antiguas bebidas de pan, pero añadiendo manzanilla, fruto de la palma Doum y hierbas de Oriente Medio. Para fermentarla usaron una cepa egipcia de Saccharomyces, nativa de El Cairo. 4,5% de alcohol.



Y finalmente la última que salió a finales de 2011 fue Birra Etrusca, basada en unos estudios hechos en unas tumbas etruscas de 2800 años de antigüedad. Fue una colaboración entre Sam de Dogfish, Leo de Birra del Borgo y Teo de Baladin, quienes dejaron reposar la cerveza en vasijas de bronce, de terracota así como también en barricas de madera respectivamente. Los ingredientes esta vez fueron cebada de dos hileras, además de un tipo de trigo italiano antiguo, harina de avellana, granadas, miel de castaño italiano, miel de flores de Delaware (donde tiene su sede Dogfish) y miel de trébol. También se añadió un puñado de lúpulo, pero casi todo el amargor de la cerveza proviene de la raíz de genciana y la mirra etíope utilizadas. 8,5% de alcohol.




Y con esta curiosa colaboración a tres bandas damos por cerrado este post. Solo nos queda mirar con envidia hacia el otro lado del Atlántico y esperar que algún día pueda llegar alguna por aquí.

Las Märzenbier y la temporalidad en la elaboración.



Antes de cerrar este mes de marzo quería dedicar un post a un estilo clásico de origen alemán, las Märzenbier, para así también recuperar aquella serie sobre estilos históricos, aunque en este caso el protagonista no esté al borde de la extinción como otras veces.

Durante la Edad Media, cuando los principios básicos de la microbiología y los métodos de conservación y refrigerado estaban aún en pañales, los maestros cerveceros veían cómo la cerveza se les estropeaba frecuentemente durante los meses más cálidos y en cambio entre octubre y abril esto no ocurría. Hoy en día sabemos que en las estribaciones de los Alpes, desde otoño hasta los comienzos de la primavera, las temperaturas impedían que ciertas bacterias sobrevivieran y por lo tanto echaran a perder la producción.

 Cervecero en el s.XVI. Imagen tomada de aquí.

¿Pero cómo hacían para asegurarse la producción de cerveza durante los meses más cálidos? La conclusión a la que llegaron algunos cerveceros fue simple pero muy efectiva: trabajar horas extra durante los últimos meses de producción, especialmente en marzo, para elaborar una cerveza potente, corpulenta y fuertemente lupulada que pudiera resistir los embates del calor hasta que llegara nuevamente el mes de octubre y con ello nuevamente se reiniciara la producción. Así nacía un estilo que terminaría llamándose igual que su mes de producción: cerveza de marzo o Märzenbier en alemán.

Estas cervezas se metían en barricas y se guardaban bien frescas en bodegas y en cuevas de montañas cercanas, en algunos casos incluso añadiendo hielo y nieve generados durante el invierno para ayudar a su conservación. Todo ello sumado al citado contenido extra de lúpulo y alcohol permitían que las Märzen llegaran perfectamente hasta septiembre, momento en el que el lúpulo estaba muy suavizado y la malta era la verdadera protagonista.

Muchas fuentes destacan que las Märzen actuales son el resultado de que Gabriel Sedlmayr (Spaten, Alemania) y Anton Dreher (Dreher, Austria) modificaran la receta tradicional a mediados del s.XIX. Un color más claro que las versiones anteriores, una malta pálida ligeramente caramelizada (la malta Vienna) así como la contribución de la levadura lager fue lo más destacable. Pero cómo decíamos, las Märzen existían desde antes que estos dos buenos amigos la lanzaran al estrellato. Hace unos cuantos años, el escritor Ron Pattinson publicó en su blog un artículo según el cual las Märzen ya aparecían en un viejo libro alemán de 1581. Sea como fuere, e independientemente de sus orígenes, lo que nadie duda es que las Märzen se ganaron unos cuantos adeptos muy rápidamente.


Arriba, una postal de 1913 de Franziskaner Leistbrau, nueve años antes de que esta se fusionara con Spaten. Abajo, una joyita que muchos coleccionistas, especialmente los valencianos, guardamos con cariño. Fotos sacadas de aquí y aquí



Pero no todo el protagonismo se queda en Alemania. Con esa u otras denominaciones, variando el color, el cuerpo y las maltas utilizadas, numerosas cerveceras de países cómo la República Checa, Austria o Suizahan elaborado cervezas que bien podrían catalogarse dentro de este estilo. Abajo os dejo dos versiones de una misma etiqueta de antes de la segunda guerra mundial, una para el mercado checo y otra para el alemán.


¿Alguna relación entre Breznak y Märzen? Etiquetas sacadas de aquí


Con el tiempo, esta cerveza de marzo terminaría convirtiéndose en la Oktoberfestbier. El hecho de que coincidiera en una misma época el final de la cosecha de grano y de lúpulo con la celebración en honor a las nupcias entre Luis I de Baviera y Teresa de Sajonia-Altenburgo, la hoy en día tan popular Oktoberfest, junto con el hecho de que hubiera que terminar toda la cerveza restante de aquella producción de marzo para poder alojar las nuevas elaboraciones en los barriles, llevó a una asociación que hoy en día nos parece tan difícil de disgregar: una gran fiesta en la que la protagonista era la cerveza. Por desgracia aquellas elaboraciones originales de precioso color ambarino o cobrizo debido al uso de maltas Munich, con marcado carácter maltoso y final limpio, son hoy en día cada vez más una excepción, ya que sus hermanas Helles, más pálidas, frescas y con un punto más marcado de lúpulo, han tomado el relevo con enorme éxito.


Arriba, una cuidada etiqueta de la estadounidense Steves Point. Abajo, la "oktober" de la alemana Augustiner.



Hoy en día no hay la necesidad de elaborar tal cantidad de cerveza en primavera ya que tenemos excelentes mecanismos de refrigerado y conservación, y pocas cerveceras se pueden permitir el lujo de tener una producción guardada en frío desde marzo hasta octubre por el coste que ello supondría. Por ello, las Märzen han cambiado mucho desde su apogeo en el s.XIX pero a pesar de ello aún así siguen habiendo fábricas que las dejan en guarda entre 6 y 16 semanas.

Y así termina mi pequeño homenaje a un estilo que conocí como tantos de vosotros gracias a la conocida versión de una cervecera barcelonesa, pero que tantos momentos de placer me da hoy en día en la versión ahumada de la reputada Schlenkerla de Bamberg. Ahora, cuando veáis escrito Märzen en alguna etiqueta, acordaros de todo el camino que lleva a sus espaldas.

¡Prost!

Algunas fuentes de información que he consultado.