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Al fondo a la derecha

Por Norberto Gonzalo *

No por previsible, menos indignante. Hay hechos que, lejos de producir sorpresa, sólo ratifican lo inequívoco de su procedencia. Alquilar el San Martín para un cumpleaños es, seguramente, producto de los tiempos que corren, de los gobiernos que corren y, particularmente, de las políticas culturales que esos gobiernos ejercen. Cuando en la campaña macrista advertíamos sobre la “privatización de la cultura”, sabíamos de qué hablábamos. No traducíamos vaticinios destituyentes como los de cierta oposición, ni magnificábamos los apetitos de la derecha, ni sus aspiraciones monopólicas. Nada de eso. Sólo nos hacíamos eco del más simple razonamiento: el sentido común, entendiendo por eso “el sentir de la comunidad”. Esa comunidad asiste hoy a su expropiación cultural de manos de una suerte de “libre empresa” que, aunque devenida gobierno, sigue sin admitir las pérdidas en sus inversiones, aunque éstas se nutran del erario público, y del cada vez más insignificante presupuesto para Cultura.

Yendo un poquito más atrás, cuando antes de la era macrista muchos proponíamos un proyecto de descentralización para el San Martín, la respuesta de entonces fue todo lo contrario: la creación del Complejo Teatral de Buenos Aires. O sea: más decisión en menos manos. Más poder en un solo sillón, a pesar de que su antiguo ocupante –promocionadamente eficaz– haya acompañado dictaduras y gobiernos en igual medida, y hoy, expresando la necesidad de un merecido descanso, se prepara a emigrar –por propia voluntad– de “su compromiso teatral”. No sin antes asegurarse de su reemplazante, permaneciendo en ese mismo sillón hasta finales de año.

Frente a los hechos, algunas reflexiones. ¿Será ésta la nombrada coherencia de la derecha, para no cejar en su proyecto de ir “por todo”? ¿Será el producto de nuestra lamentable fragmentación que no encuentra síntesis para oponerle? ¿Será el “proyecto de mecenazgo” que algunos impulsan, aunque los Médicis transmuten hoy en Von Buch o Blaquier o Soldati? ¿Será por algo de esto que la Ley de Medios está secuestrada, ya que viene a democratizar la expresión, poniéndola en más voces y menos manos? Quizá debamos volver al principio. Los hechos, casi siempre, ratifican una ideología. La de las minorías está clara. En cuanto a nosotros, si los trabajadores de la cultura –y los trabajadores todos– asumimos de una vez el debate por la recuperación de lo que nos pertenece, recordando que nadie nos lo regaló, quizá logremos esa síntesis para enfrentar el proyecto hegemónico que hoy cierra fábricas y centros culturales, acumula medios de difusión y/o alquila campos de soja y teatros que son del pueblo.

* Actor, secretario de Cultura de la CTA
Fuente. Página 12

Cómo usa el monopolio el conflicto de Crítica


ClarÍn y La Nación aprovechan la situación del diario para atacar al Gobierno

Mañana a mediodía, en el Ministerio de Trabajo, continuarán las negociaciones entre representantes de los trabajadores del diario Crítica, que reclaman el pago de un mes y medio de sueldos atrasados, y directivos de Papel 2.0, la empresa editora del matutino, que hace 17 días que no sale a la calle. En la última reunión, realizada el viernes pasado, el vicepresidente de la empresa, Carlos Mateu, ratificó que el diario se presentó en convocatoria de acreedores y anunció que va a pedir el Procedimiento Preventivo de Crisis en la cartera laboral, una medida que le permitiría despedir trabajadores.

Voceros de Papel 2.0 –propiedad del español Carlos Mata (78%) y del titular de Laboratorios Richmond, Marcelo Figueiras (22%)– señalaron que tienen la intención de continuar con la publicación del diario, pero que para hacerlo necesitan realizar una reestructuración, lo que en buen romance significa despedir a una parte de los 178 empleados del matutino. El viernes, el Ministerio de Trabajo ofreció a la empresa el programa Repro, que consiste en que el Gobierno se hace cargo del pago de parte de los salarios de los trabajadores de las empresas en crisis. Para otorgarlo, exigió que Papel 2.0 abone a los trabajadores los sueldos que les debe. La empresa quedó en responder. “Esperamos que el lunes la empresa haga alguna propuesta y exigirle al Estado que aplique algún mecanismo para que los trabajadores puedan cobrar, así como garantizarles los puestos de trabajo. Lo que la viceministra (Noemí Rial) nos ofreció es pagar un doble retro que recién se haría efectivo el 28 de mayo. Los delegados dejamos un archivo con el detalle de todos los empleados para que ya vayan agilizando esta medida”, dijo a Miradas al Sur Edgardo Imas, integrante de la comisión interna del diario.

Críticas a caballo. En este contexto, la semana pasada el multimedios Clarín y el diario La Nación aprovecharon el conflicto para disparar con munición gruesa contra el Gobierno, al que acusaron de haber provocado la asfixia económica de Crítica para sacarlo de circulación por tratarse de un medio crítico del oficialismo. El martes 11, el diario fundado por Bartolomé Mitre le dedicó una de sus notas editoriales al tema. Allí señalaba: “El detonante (del conflicto en Crítica) ha sido una medida de fuerza de sus 178 empleados en reclamo por el pago de sus salarios, pero la principal causa ha sido (…) la asfixia debido a que el Gobierno no le asignó publicidad oficial sino que también habría presionado a anunciantes particulares para que no publicitaran en sus páginas”.

Y más adelante, tras dar por muerto al diario creado por Jorge Lanata, agregaba: “La lamentable desaparición de Crítica coincide con la aparición, en tiempos en que el oficialismo les ha declarado la guerra a los medios de prensa que no lo complacen, de nuevos diarios cuya cercanía con el Gobierno no pretenden ocultar”. Se refería así, elípticamente, a la aparición, hoy, de Tiempo Argentino, el nuevo diario del Grupo Veintitrés (que edita también Miradas al Sur). Ese mismo día, desde el multimedios Clarín, se señaló al secretario general de la CGT, Hugo Moyano, como posible comprador de Crítica, noticia que debió desmentir al día siguiente. También según el matutino dirigido por Herrera de Noble, Crítica resultó víctima de la inequidad en el reparto de la publicidad oficial.
Resulta por lo menos extraño que Clarín acuse al Gobierno de una maniobra de ese tipo, cuando fueron sus maniobras con las empresas avisadoras las que, a mediados de 1998, hundieron el diario Perfil. En aquella oportunidad, el CEO de Clarín, Héctor Magnetto, advirtió al director Jorge Fontevecchia, director y editor de Perfil, que no se metiera “en el negocio de los diarios”. Como éste desoyó ese consejo, Clarín presionó a sus avisadores para que no le dieran pauta publicitaria al nuevo diario. Perfil duró apenas tres meses en la calle.

Mata empresas. Sólo basta echar una mirada a los antecedentes empresariales del principal accionista de Crítica, el español Antonio Mata, para poner al desnudo el verdadero origen de los problemas que hoy aquejan al diario. En la década del ’80 fue director general del conglomerado Rumasa, expropiado por el gobierno de Felipe Conzález en medio de un escándalo financiero. En la Argentina se lo conoce mucho mejor por su desempeño como CEO de Marsans, grupo que entre 2001 y 2006 se hizo cargo de Aerolíneas Argentinas. Al finalizar su gestión, la empresa aérea tenía un pasivo sideral y su flota estaba destruida.

A pesar de los resultados de su labor en Aerolíneas, Mata siguió en el negocio aeronáutico, ahora con una empresa que ni siquiera llegó a levantar vuelo, Air Pampas. En esta aventura lo acompañó Carlos Mateu, el mismo hombre que hoy lo representa en la administración de Crítica. Se trata de gente que cultiva todo un estilo para el vaciamiento de empresas.

Nada de esto publicó la semana pasada Clarín. En su arremetida contra el Gobierno, el monopolio no vacila en deformar la realidad, aunque se encuentre el juego la fuente de trabajo de casi doscientas personas.

Fuente: El Argentino

Absolviendo al violador

"Algo habrán hecho"

Por Eva Giberti

Desde los perpetradores originales, en libertad cuando se esperaba su inmediata detención, hasta los vecinos observadores, que también son perpetradores periféricos, la propuesta es doble: por una parte, “aquí no pasó nada malo, no se mató a nadie” y por otra “lo que pasó era algo habitual, todo el pueblo conocía esos videos, porque hay varios”.

Los medios de comunicación se ocuparon de difundir los contenidos del Código Penal, y los márgenes de edad para ser víctima de un delito, así como la importancia del número de agresores cuando son “más de dos”. Se trata de informaciones cotidianas: hoy sabemos, aun sin haber leído el expediente, que una muchachita de catorce años fue violada por tres sujetos y filmada mientras no podía escapar de la situación.

Que quede claro que la imposición del denominado sexo oral, la fellatio o felación de los latinos, constituye violación para quien está obligada u obligado a asumirla sin alternativa. Y sin duda se instala como una forma de tortura. De la que disfrutan quienes la ejercen como forma privilegiada del abuso de poder.

También sabemos que un corrillo de vecinos, según se dice inspirados por los familiares de los perpetradores, se organizó en defensa de estos denominados muchachos que “no habían hecho nada malo” porque la “chica”, o sea la víctima, “estaba habituada a estas situaciones”, más aún, por ser algo “ligerita”, “rapidita”. O sea, no se le escapa a nadie que la tentativa se dirige a exculpar a los muchachos de buena familia porque, en todo caso, a esa chica le pasó lo que le pasó porque “en algo andaría”, o mejor “en algo andaba”. Que se sintetiza en aquel famoso “algo habrán hecho” que definió el perfil cómplice de los ciudadanos y ciudadanas adheridos al terrorismo de Estado.

¿O pretenderemos suponer que el terrorismo de Estado entre nosotros se mantuvo durante diez años solamente gracias a Martínez de Hoz y merced a las Fuerzas Armadas y a las fuerzas de seguridad? No fue así. Entre quienes lo sostuvieron estaban aquellos que decían “algo habrán hecho” para referirse a aquellas víctimas.

Un canal sólido y sutil comunica los pensamientos, negaciones, puntos ciegos y goces en el imaginar que alguien está siendo o ha sido ferozmente victimizado por sujetos a los que se elige como representantes de la verdad y con los cuales es posible identificarse; porque son los que han hecho algo que se admira: portarse como torturadores, capaces, además, de proveer de entretenimiento a una comunidad: para eso filmaron el video, para entretenerse y entretener. Violar a una muchacha entre varios, semejante las becerradas del Medioevo y filmarla para distribuir las imágenes entre la comunidad desborda el delito del violar y lo perfecciona con el narcisismo de quienes se miraron a sí mismos aportándose el placer de un tríptico de falos compartidos.

Los comentarios propios del desconcierto popular ante un corrillo que en una ciudad enarbolaba carteles vivando a los buenos muchachos, falsamente acusados por quienes defienden a quien algo habrá hecho para que la violen, condujo a la conclusión inevitable: “¡esta sociedad está enferma!”.

Lo plantearon antes de que se supiera que en Olavarría varias mujeres denunciaban a su ginecólogo por prácticas sexuales ajenas al ejercicio de su profesión, llevadas a cabo, justamente, en momentos de ese ejercicio. Otro agrupamiento portaba carteles en defensa del ginecólogo, seguramente victimizado por una coalición de mujeres confabuladas con intención de perjudicarlo. Este agrupamiento, igual que en la otra ciudad, había salido en defensa del supuesto violador.

Si lo verosímil de la historia mantuviera la fuerza probatoria de lo que se deberá probar, si bien los testimonios de las mujeres deberían alcanzar, sólo repetiría lo que innumerables mujeres han padecido en situaciones semejantes, con un agravante: el juramento hipocrático aniquilado, el principio sagrado de la medicina: “primero no dañar”.

Ahora tendrían que afirmar que la sociedad está muy enferma. Y así sucesivamente. Y digo sucesivamente porque la historia de General Villegas postergó el análisis de la familia que violaba, mediante sus distintos miembros, a una niña, luego adolescente de 16 años. Víctima que –según informaciones no confirmadas– habría sido repudiada por sus conocidos por “buchona”, por haber contado lo que le sucedía. Y ahora hay una familia deshecha. Debido a su denuncia. Situación conocida perfectamente por aquellas víctimas que denuncian y luego son sancionadas por quienes las rodean, y aun padecen exclusiones sociales por haber hablado de lo que no se habla.

La identificación con el agresor, con el victimario, el delincuente sexual es un hecho común, frecuente; es el efecto de posicionarse en el lugar del triunfador, del ganador, ya que asumir la posición de la víctima es penoso y humillante. Y el lugar del poder es deseable, el lugar de aquel que puede exhibirse y ser admirado como transgresor de la ley, sin ser considerado un delincuente, como lo explican los carteles que se exhiben en dos ciudades de nuestro país.

Para que se levanten esos carteles es preciso que la disfunción moral –por llamar de algún modo al fenómeno–, es decir los límites de las reflexiones éticas han sido saturados o no adquiridos. Es necesario renegar del lugar de las víctimas, despreciarlas e incorporar un saber impregnado por la violencia como valor inestimable. Cualquier violencia y, entre ellas, las que se derraman sobre las mujeres han sido privilegiadas.

Denominé perpetradores periféricos a quienes comenzaron a mostrarse y a poner al descubierto los canales que los comunican, exhibiendo aquello que piensan y los define ante los medios de comunicación, que es el primer aliado que buscaron, fracasando momentáneamente en el intento.

Aplicaron la propuesta exhibicionista de los otros perpetradores pero en gran escala, con vista al exterior. Una panorámica que demuestra que existen, porque sin que les importe la sanción social, están fanatizados por su convicción que les permite creer en la lógica de sus razonamientos. Lo interesante del fenómeno es que no aparece un ocultamiento de ese modo de pensar ni vergüenza por ser socialmente criticados.

Se comienza a reconocer el latido de lo que se suponía y deseaba superado y acabado, después del Nunca Más. No hace falta que estos pensadores periféricos aporten ideaciones políticas ni ideologías reconocibles; les alcanza con decir: “Aquí estamos y nos vamos a hacer valer. No nos importa el Código Penal, ni ningún otro código como no sea el mío que proclama a quienes yo quiero y admiro como los mejores, aunque está demostrado lo contrario. Y todos los demás (estaba claro en los diálogos con los periodistas) son imbéciles por creer que aquí hay una víctima”, si se trata de la muchachita.

Alguien podría objetarme que la semejanza entre los unos, de General Villegas –no toda la población– y los otros del terrorismo de Estado –no toda la población– es demasiado elemental.

Es posible, no obstante elude el comodín de la sociedad que no sabemos si puede pensarse como enferma, pero sí capaz de gestar una mutación moral: defender y exhibir lo que hace años no había quién se atreviese a agitar públicamente. Aunque centenares lo pensaran de ese modo y procedieran, jurídicamente, absolviendo al violador.

Fuente:

Greenpeace festejó el Bicentenario del Riachuelo

Contaminación

Para conmemorar el bicentenario de la contaminación y reclamar por el saneamiento definitivo del Riachuelo, Greenpeace colgó del Puente de la Boca un cartel de 80 metros de largo, con la leyenda “Riachuelo 200 años de contaminación” acompañado por dos escarapelas gigantes.

La acción se propuso destacar y recordar que en el Bicentenario de la Patria se cumplen también los 200 años de contaminación que llevaron al Riachuelo a ser la más grave emergencia ambiental de la Argentina.

Para evidenciar la desidia y el descontrol industrial imperante en la Cuenca, la organización ambientalista, presentó recientemente un informe titulado “Riachuelo 200 años de contaminación” (1), en el que se hace un recorrido histórico por los 200 años de contaminación.

En él se destaca que ya en la época de la colonia existían saladeros y barracas de cuero que contaminaban los cursos de agua del Riachuelo y que en 1830 se intentaba controlar la contaminación industrial, a través de la prohibición del vuelco de los desperdicios de la faena al Riachuelo.

El informe pone en evidencia los sitios puntuales que en la actualidad tienen altos niveles de contaminación: “en algunos casos, las sustancias peligrosas de alta toxicidad -como el mercurio- superan hasta 30 veces los niveles encontrados naturalmente en sedimentos de ríos no contaminad; en el caso del cromo, en la desembocadura del Riachuelo, supera en 130 veces los niveles guía para la protección de la vida acuática”, manifestó Felix Cariboni, integrante de la Campaña de Riachuelo de Greenpeace.

Greenpeace afirmó que si bien no es una novedad que existen descargas que aportan sustancias tóxicas a la Cuenca, lo novedoso es que una vez identificados los sitios de mayores concentraciones contaminantes, la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) no actúe en consecuencia. A la fecha sólo se ha inspeccionado aproximadamente el 40% de su padrón, sólo un 3% de las industrias fueron declaradas como contaminantes y deberán reconvertir sus procesos productivos. El informe también destaca que los establecimientos industriales superarían los 12.000, cuando ACUMAR registra 4.103.

“Nos resulta preocupante la gestión realizada respecto al control industrial, si bien recién ahora se está incrementando el número de inspecciones mensuales, este aumento no repercute en las industrias que son identificadas como contaminantes, pareciera que nadie contamina. Se necesita urgente un Registro Público de Emisiones Contaminantes, que nos permita identificar qué industrias hay realmente en la Cuenca y saber qué emite cada una”, afirmó Consuelo Bilbao, integrante de la Unidad Política de Greenpeace.

Además, con el fin de comprometer a la ciudadanía con la causa Riachuelo, Greenpeace repartió en 30 puntos de la Ciudad de Buenos Aires calcomanías con una escarapela sobre un fondo negro que simboliza la gran mancha negra que representa el color del Riachuelo. “Consideramos que el Bicentenario, como período de reflexión y proyección de nuestra escena pública, es el momento oportuno para que la ciudadanía le demande a nuestros gobernantes el compromiso necesario para cambiar definitivamente el rumbo en la historia de contaminación del Riachuelo”, concluyó Bilbao.

Fuente: Diagonales

Desmonumentar a Roca

Por Osvaldo Bayer

Una vez más sostenemos que en la Historia finalmente triunfa siempre la Etica. Aunque pasen siglos. Recuerdo cuando hace años comenzamos los jueves al anochecer, junto al monumento al general Julio Argentino Roca, demostrando que, documento tras documento, los argentinos honrábamos a un genocida, a un racista y a quien había restablecido la esclavitud en la Argentina, en 1879, esclavitud a la cual nuestra increíblemente progresista Asamblea del Año XIII había eliminado adelantándose en décadas a Estados Unidos y a Brasil. Pues bien, aquella iniciación se ve culminada ahora por el primer congreso nacional del movimiento “Desmonumentar a Roca", que se llevará a cabo el sábado próximo, 22 de mayo, día del Cabildo Abierto, y el domingo 23, en la ciudad bonaerense de Junín, al cual concurrirán delegaciones de todo el país de docentes, estudiantes, trabajadores, miembros de instituciones culturales, representantes de los pueblos originarios y todos los que quieran participar. Los actos serán públicos y culminarán con música del cada vez más joven conjunto Arbolito.

Cuando comenzamos hace años aquella tarea en el monumento a Roca de la Diagonal Sur fuimos demostrando lo que sosteníamos. Sobre el calificativo de genocida, mostramos el propio discurso de Roca ante el Congreso de la Nación, al finalizar su “Campaña al Desierto”: “La ola de bárbaros que ha inundado por espacio de siglos las fértiles llanuras ha sido por fin destruida... El éxito más brillante acaba de coronar esta expedición dejando así libres para siempre del dominio del indio esos vastísimos territorios que se presentan ahora llenos de deslumbradoras promesas al inmigrante y al capital extranjero”. No puede haber mejor definición del concepto oficial de genocidio que estos conceptos del propio genocida. (Frase en la cual se nota su increíble racismo acusando a los seres humanos que habitaban desde hacía siglos esas regiones de haber “inundado las fértiles llanuras”. Cuando la verdad es que si alguien había inundado eran los descendientes de los conquistadores europeos que un buen día habían “descubierto América”.) Respecto del racismo de Roca están todos sus discursos en los que siempre emplea los mismos términos calificándolos de “los salvajes, los bárbaros”, mientras San Martín varias décadas antes siempre hablaba de “nuestros paisanos los indios”. Una diferencia abismal. Sobre el clima previo que preparó la matanza de Roca se pueden consultar los diarios de la época. Basta un ejemplo. El diario La Prensa del 16/10/78: “La conquista es santa; porque el conquistador es el Bien y el conquistado el Mal. Siendo Santa la conquista de la Pampa, carguémosle a ella los gastos que demanda, ejercitando el derecho legítimo del conquistador”. Racismo para obtener ganancias.

Respecto de que Roca restableció la esclavitud casi setenta años después de que ésta hubiera sido eliminada por la gloriosa Asamblea del año XII, lo demuestran los avisos publicados en los diarios de la época. Por ejemplo, el del diario El Nacional del 31-XII-78: “Entrega de indios”, como título. Y como texto: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”. Con respecto a la crueldad empleada por Avellaneda, Roca y los miembros de ese gobierno, lo dice bien esta crónica del mismo diario porteño El Nacional de esa fecha: “Llegan los indios prisioneros con sus familias. La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres indias sus hijos para en su presencia regalarlos a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano, unos indios se tapan la cara, otros miran resignadamente el suelo, la madre india aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre indio se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la civilización”. Esto lo hicieron los argentinos, como los españoles lo hicieron antes del glorioso Mayo de 1810. El mejor documento que nos habla de la traición de Roca y sus ayudantes del poder a esos principios de Mayo, por ejemplo, es si comparamos este estado de cosas con la declaración de Manuel Belgrano del 30 de diciembre de 1810, en su expedición al Paraguay, cuando proclamará la igualdad de derechos de los pueblos originarios, donde dice textualmente: “A consecuencia de la proclama que expedí para hacer saber a los naturales de los pueblos de Misiones que venía a restituirlos a sus derechos de Libertad, propiedad y seguridad, que por tantas generaciones han estado privados, sirviendo únicamente a las rapiñas de los que han gobernado he venido a determinar los siguientes artículos, con que acredito que mis palabras no son las del engaño ni alucinamiento con que hasta ahora se ha tenido a los desgraciados naturales bajo el yugo de hierro: 1) Todos los naturales de Misiones son libres, gozarán de sus propiedades y podrán disponer de ellas como mejor les acomode. 2) Desde hoy les liberto del tributo”. Y luego en los otros artículos los “habilita para todos los empleos civiles, políticos, militares y eclesiásticos” y les promete créditos para la compra de “instrumentos para la agricultura y para el fomento de las crías”. De la Igualdad y la Libertad a la esclavitud y la muerte. La absoluta traición a los principios de Mayo. Lo mismo hará ese extraordinario libertario que se llamó Juan José Castelli al llegar al Alto Perú, para no hablar de Mariano Moreno en su defensa valiente de la igualdad de los pueblos originarios de estas tierras americanas.

Pero, claro, con Roca comenzará el dominio del latifundio, luego de que después del exterminio de los pueblos del sur se repartan 41 millones de hectáreas a 1843 terratenientes. Al presidente de la Sociedad Rural –sí, la misma que sigue hoy representando a los estancieros– se le entregarán nada menos que 2.500.000 hectáreas.

¿Y quién era él? José María Martínez de Hoz, el bisabuelo directo del Martínez de Hoz que fue ministro de Economía de la última dictadura militar, la de la desaparición de personas. Cómo el verdadero poder siempre se mantuvo en las mismas manos en nuestra historia. Ya que jamás se llevó a cabo una reforma agraria. A todos los miembros de la comisión directiva de esa Sociedad, Avellaneda-Roca les otorgó un mínimo de medio millón de hectáreas. Y ahí están los apellidos clásicos del Barrio Norte: los Pereyra Iraola, los Oromí, los Unzué, los Anchorena, Amadeo, Miguens, Real de Azúa, Leloir, Temperley, Llavallol, Arana, Casares, Señorans, Martín y Omar.

En el primer congreso de “Desmonumentando a Roca” que comenzaremos el sábado próximo en Junín sentaremos las bases para una propuesta de profundo sentido ético, terminar con el endiosamiento del genocidio y propender a que se quiten los monumentos a la persona de Roca, se reemplace su nombre a todas las calles que lo ostentan en nuestras ciudades.

Y también que la ciudad patagónica de General Roca pase a llevar el nombre que esa zona ostentaba antes del paso del genocida: Fiske Menuco.

Los argentinos jamás hicieron congresos de historiadores para hacer una autocrítica de los crímenes oficiales que se cometieron contra los pueblos que durante siglos habitaron estas generosas tierras. Al contrario, glorificaron con los nombres de los asesinos oficiales lugares públicos. Cuando propusimos a los representantes del pueblo de la Capital quitar el monumento a Roca y reemplazarlo por una obra escultórica que represente a la mujer originaria –ya que en su vientre se originó el criollo que fue el soldado de nuestros ejércitos de la Independencia–, ese proyecto fue rechazado por el macrismo, que señaló que en “historia hay que mirar hacia adelante”. Ante tal argumento señalé públicamente: “Entonces, con ese criterio, Alemania tendría que tener todos los monumentos a Hitler”. Más todavía, que justamente el monumento a Roca es el más grande y céntrico de nuestra ciudad, apenas a metros del Cabildo, donde se declaró nuestra Libertad y se sostuvo la igualdad de todos como principio. Además, ese monumento fue llevado a cabo por resolución de un gobierno no democrático, en la Década Infame durante el período del general Justo, elegido –como es sabido– por el llamado “fraude patriótico”, término argentino que debería avergonzarnos a todos. ¿Y quién era el vicepresidente del general Justo? Nada menos que el hijo de Roca, Julio Argentino Roca (hijo), quien fue el verdadero inspirador de ese monumento a su padre.

Ese monumento es aún más injusto porque el general Roca, siendo presidente, aprobó la ley más cruel de la legislación argentina, la 4144, la llamada “Ley de Residencia”, por la cual se expulsaba a todo extranjero que perturbara el orden público. Que se aplicó principalmente a obreros que promovieron el avance de la justicia social, luchando por las ocho horas de trabajo. Pero la maldad de esta ley era que se expulsaba sólo al hombre y se dejaba aquí a su mujer y a sus hijos. Eso se hacía para que las esposas les aconsejaran a sus maridos no comprometerse en las luchas obreras porque corrían el peligro de ser expulsados y ellas quedaban aquí solas, con sus hijos, ¿y cómo podrían alimentarlos? También Roca fue el primer presidente que reprimió con extrema violencia un acto obrero del 1º de marzo, en memoria de los mártires de Chicago. Fue el 1º de mayo de 1904 y allí fue muerto el marinero Juan Ocampo, de 18 años de edad. El primer mártir del movimiento obrero argentino. De él no hay ni una callejuela en un barrio obrero. Pero el represor, Roca, tiene calles hasta en el último rincón urbano del país.

La ilustración de esta nota pertenece al libro Pedagogía de la Desmemoria. Crónicas y estrategias del genocidio invisible, de Marcelo Valko. Y es una caricatura de Roca hecha por la publicación Don Quijote del 25/10/1891, en pleno auge político del genocida. Caricatura que demuestra toda la crueldad de su persona. El reciente libro de Valko deja bien al desnudo la verdadera personalidad de Roca. Y demuestra que en el curso de la historia cómo se justificó lo injustificable que ha quedado siempre oculto por más de un siglo y medio y hoy recién comienza a debatirse. Además se traen las citas del lenguaje de los políticos notables de la época y su racismo insoportable, con expresiones como “Raza estéril”, “enjambre de hienas” o “gusanos” como se calificaba a los pueblos originarios para facilitar el genocidio. Toda la línea de los pensadores “liberales positivistas” de la época. Se quería terminar con la nación mestiza para lograr la llamada “civilización europea”. Y también, otros aspectos, la posición dual de la Iglesia en esa época. No deja el autor de demostrar la corrupción oficial en la que se destaca las prebendas de los dos hermanos de Roca: Rudecindo y Ataliva. Sarmiento inventó el verbo “atalivar” que suplantaba al de “cobrar la coima”. En resumen, un libro fundamental para llegar a la verdad de ese pasado argentino. Y para interpretar el fracaso argentino posterior a ellos, que culminó con la dictadura de la desaparición de personas.

Por eso, por fin, una reunión nacional, los próximos sábado 22 y domingo 23 de mayo, en Junín, donde se debatirán en sucesivos encuentros todos los temas que hacen al pasado argentino que nos lleva a preguntarnos: ¿qué nos pasó a los argentinos después de esos principios de Mayo, plenos de generosidad y de la búsqueda de la Igualdad por medio de la Libertad?

Fuente: Página 12

La fiesta en el Teatro General San Martín suma rechazos

Legisladores cuestionan el alquiler de la sala

"La necesidad tiene cara de hereje"

La información sobre la fiesta de cumpleaños que hace dos domingos el empresario Andrés von Buch realizó en el Teatro San Martín, que implicó la paralización de tres de las cuatro salas del teatro, tuvo un amplio eco en la Legislatura porteña, pues cosechó pedidos de informes y declaraciones contrarias a que un teatro público suspenda su actividad para realizar este tipo de eventos.

Ayer por la mañana, la Asociación Argentina de Actores realizó un acto en la puerta del San Martín para hacer público el rechazo a la postura adoptada por las autoridades del Complejo Teatral y el gobierno, que aceptaron levantar dos obras teatrales y toda la programación de la sala Leopoldo Lugones a cambio de 80.000 dólares, cifra oficial, que serán destinados a equipamiento.

Las críticas pusieron en el ojo del huracán a Kive Staiff, todavía director general de la sala; al ministro de Cultura Hernán Lombardi y al mismo jefe de gobierno, Mauricio Macri. Desde que el miércoles LA NACION publicó la noticia, hubo silencio en las altas esferas. Ayer por la tarde, Lombardi intentó apaciguar los ánimos: "Yo no tenía el detalle fino de que se habían levantando dos funciones de teatro, y eso es algo para analizar. Pero, en términos generales, respaldo lo que hizo Staiff porque es una práctica habitual en todas las salas públicas del mundo. Lo que nada tiene que ver en este asunto es la idea de la mercantilización de la cultura".

El festejo fue impulsado por la Fundación Amigos del Teatro San Martín, que preside Eva Thesleff de Soldati. Hasta este polémico caso, la Fundación organiza eventos especiales, como hará el próximo martes, que no afectan a la programación habitual. Su accionar tiene como objetivo acrecentar las arcas del teatro, que, según aclara Lombardi para despejar nubarrones y versiones encontradas, "la programación actual está íntegramente financiada".

Pero, aun desde dentro del San Martín, las voces no coinciden con sus dichos. De hecho, Ana María Monti, jefa de prensa del Complejo, confesó: "Toda esta experiencia [de la fiesta] fue horrible, pero antes de que por la falta de presupuesto el teatro se nos venga abajo, no tuvimos más que aceptar. Staiff fue el primer indignado". El mismo Kive Staiff, en diálogo radial, fue más escueto. Apelando a un dicho popular, señaló: "La necesidad tiene cara de hereje".

Alejandro Cruz
Fuente: La Nación

Mauricio Macri y el Teatro San Martín: Menemismo explícito

Por Eduardo Fabregat

Dejar caer un ente, empresa, institución dependiente del Estado, vaciarla, subejecutar su presupuesto y no hacer nada con sus urgencias, luego apelar a la necesidad de un aporte privado y que ingresen los amigos a hacer negocios. ¿Suena conocido? Hay ejemplos más viejos, pero el modus operandi podría definirse como menemismo explícito.

Tampoco es la primera vez que se asocia a la administración Macri con los ‘90, y ésta es una nueva certificación. El hecho es tan notorio que obliga a preguntarse si es posible: el Gobierno de Buenos Aires permitió que se alquilara el Teatro San Martín para una fiesta privada. “Sólo” hubo que suspender funciones en la Sala Cunill Cabanellas y la Casacuberta, y a cambio se obtuvieron 80 mil dólares para invertir en equipamiento. Negocio redondo, todos contentos.

¿Todos contentos? El punto es que –resulta extraño que haya que recordárselo a los dirigentes– las cosas no funcionan así. No deberían, al menos. El año pasado, los actores del Complejo Teatral divulgaron desde el escenario sus dificultades para cobrar, la reducción presupuestaria que acosaba a los teatros, sus empleados y contratados artísticos. La solución macrista no fue respetar el presupuesto que la cultura debe tener, sino generar un escenario en el que la dádiva de un empresario sea naturalizada, vista como un encomiable aporte a la cultura, un recurso pragmático a defender. “¿Qué tiene de malo?”, se preguntará más de uno, amparándose en las cositas que recibió el teatro. Después de todo, ya sucedió algo similar con el Centro de Experimentación del Colón, alquilado a Converse para un show de Marky Ramone a cambio de indumentaria para el cuerpo de ballet. Después de todo, a la plaza de la esquina también la cuida una empresa privada, y el Opera sigue llevando el logo del Citi en la marquesina aunque diga “Opera” allá arriba, donde casi nadie mira.

Semejante bastardización de la cultura resulta asombrosa, aun para un gobierno que se concentra en megaeventos mientras socava las pequeñas expresiones. La fiesta de Von Buch puede inaugurar una lista de precios para que un empresario cualquiera (en rigor, no cualquiera: uno bien relacionado) haga su aporte. A cuánto dos salas del San Martín, una coreografía del cuerpo de danza y el monólogo de un actor al que se le deben cuatro meses. Cuánto la función privada en el Teatro Sarmiento con paseo por el Zoológico. Cuánto el paquete turístico, visita a la Bombonera y cena-show en el Teatro de la Ribera. Vamos, todo vale, que hay que salvar a los teatros en peligro. Y, sobre todo, “salvarlos” dejando en las sombras a los responsables de que esos teatros estén en semejante peligro.

Macri lo hizo.

Fuente: Informe Urbano

“Aún no recibimos ninguna respuesta”

CULTURA › REPUDIO DE LA ASOCIACION ARGENTINA DE ACTORES A LA FIESTA PRIVADA EN EL SAN MARTIN

En una conferencia de prensa brindada en la puerta del teatro, el secretario general del gremio, Luis Alí, informó que enviaron cartas a Kive Staiff, Hernán Lombardi y Mauricio Macri pidiendo explicaciones. Participaron artistas, sindicalistas y legisladores.

Por Facundo García
Imagen: Guadalupe Lombardo

Después del trencito y las matracas vienen las consecuencias. La Asociación Argentina de Actores organizó ayer una conferencia de prensa en la puerta del Teatro San Martín, en repudio a la fiesta de cumpleaños que el empresario Andrés Von Buch realizó ahí –con la anuencia del Gobierno de la Ciudad– el pasado 2 de mayo. El secretario general del gremio, Luis Alí, informó que se han enviado cartas pidiendo explicaciones al director del Complejo Teatral de Buenos Aires Kive Staiff, al ministro de Cultura Hernán Lombardi y al propio Mauricio Macri. “Pero todavía no hemos recibido la más mínima respuesta”, se indignó el dirigente. No era el único enojado: a su alrededor había artistas, sindicalistas y legisladores que anticiparon las acciones a seguir.

Según trascendió, la ya célebre festichola le dejó a la institución un saldo de por lo menos ochenta mil dólares, que servirán para tapar los agujeros edilicios y tecnológicos ocasionados por la falta de presupuesto. Sin embargo muchos interpretan lo acontecido como un pisotón sobre el espacio público porteño. Para Alí –a quien llaman “el Turco”– la celebración ambientada en Las mil y una noches que tuvo lugar hace dos semanas en el San Martín constituye otro de los proverbiales papelones que se están convirtiendo en marca registrada de la gestión del PRO. Ni genios ni alfombras voladoras: lo que hubo en Corrientes al 1500 fue una juntada de la high society en la que no faltaron la comida, las odaliscas ni los mozos vestidos de marroquíes. “Y lo peor –resaltó– es que para concretar esto se suspendieron dos funciones de obras. Ni en los momentos más graves del conflicto por salarios habíamos sufrido eso.”

En la Asociación de Actores juran que de haberlo sabido antes hubieran tomado medidas preventivas. “Dado que ya es tarde para impedir nada, hemos decidido pedir que se esclarezca el hecho. Por otra parte, nos aseguran que el dinero que quedó de la fiesta será destinado al reacondicionamiento, pero tal como están las cosas nosotros no vamos a poder verificar esos gastos”, sostuvieron. Lo que queda ahora es aguardar la respuesta oficial y movilizarse; varios legisladores acompañaron la manifestación. Los de Proyecto Sur, que anteayer difundieron en la Legislatura un pedido de informes, fueron los primeros en pedir la palabra y deslizar la posibilidad de que se cite a Hernán Lombardi para que cuente públicamente cómo se montó semejante megaevento privado en una dependencia estatal. Fabio Basteiro –presidente del bloque– expresó que “es una vergüenza y casi una concepción natural del macrismo utilizar los espacios públicos al servicio de los negocios y los sectores pudientes”. “Los espacios públicos son justamente lo contrario. Es donde deben convivir e integrarse los ciudadanos a través de la cultura y el esparcimiento, permitiendo el acceso a los sectores populares”, añadió.

Su compañero de banca Julio Raffo había subido minutos antes al quinto piso del teatro para ver si podía conversar con Staiff. No tuvo suerte. “Nuestra solicitud de informes está en mesa de entradas de la Legislatura. Confiamos en tener novedades la semana que viene”, detalló. “La situación es de verdad grave. Acá se cometió un delito penal, porque en la ley orgánica del gobierno se especifican las funciones de este complejo teatral y entre ellas no está la de ser alquilado. Alguien va a tener que hacerse cargo”, insistió el abogado. El documento de Proyecto Sur pretende además indagar sobre conflictos referidos al funcionamiento de los teatros Regio, De la Ribera, Sarmiento, Presidente Alvear; así como sobre el modus operandi de la Fundación Amigos del Teatro San Martín y la situación de los trabajadores en todos esos ámbitos. En sintonía, Humberto Sabatini –dirigente de Encuentro Popular– apoyó la medida y habló en representación de Daniel Filmus, quien al igual que Juan Cabandié, Tito Menna, Gabriela Alegre y María José Lubertino expresaron su rechazo ante “un abuso que nos hace recordar lo que significaron los noventa”.

Por ahí andaba también el actor Manuel Callau, que dejó traslucir su calentura. “Esto tiene que ver con lo profundo de un ideario neoliberal que pretende que la educación, la salud y los medios de comunicación sean siempre redituables económicamente, cuando en realidad no deben medirse en esos términos”, comentó. Como corolario se leyó un comunicado que resume la postura de la entidad que organizó la reunión. El texto sostiene que “suspender los espectáculos para el festejo del cumpleaños de un excéntrico millonario no está de acuerdo con los tiempos que se viven en materia de debate en cuanto al rol del Estado, la inclusión social, los dineros públicos, los derechos humanos y de las oportunidades para las mayorías”.

En el Ejecutivo porteño las reacciones siguen siendo equívocas. Y el Six o’clock tea que iba a realizarse ayer en la Legislatura (y que en principio se había cancelado para no echar más leña al fuego de este escándalo) finalmente fue postergado por otra razón de Estado: el procesamiento de Mauricio Macri.

Fuente: Página 12

Nos sacan lo que es nuestro

Por Rita Cortese (Actriz)

Un señor paga 80 mil dólares para alquilar el San Martín, porque quiere festejar su cumpleaños ahí. ¿Justo esa noche hay dos funciones? No importa, las levantamos. ¿Quiere algún regalo en especial el señor? Sí, una obra del Ballet Contemporáneo, tome, cómo no. Pregunto: ¿Esto ocurrió realmente? Me dicen que sí, que fue público, que a nadie le pareció raro. No se entiende, no se explica, pero ocurrió. Quiero creer que la renuncia de Kive Staiff tuvo que ver con esto. De lo contrario, no podría entender cómo pudo avalar un hecho que es claramente usurpatorio, delictivo. Es usurpatorio porque el Complejo San Martín es patrimonio del pueblo. Pero al parecer quienes manejan la ciudad lo hacen con tanta impunidad, que consideran normal este tipo de cosas. Olvidan estos señores un detalle, que están cometiendo un delito, nos están sacando lo que es nuestro.

Estuve mirando los noticieros y no encontré ninguna mención a este tema. Raro, ¿no? Tampoco contaron nunca que el San Martín está siendo desmantelado. Que los talleres de sastrería y zapatería ya casi no existen. Que los actores cobramos con meses de retraso, que tenemos que organizar colectas para pagar el transporte de algunos compañeros porque no tienen ni para llegar a la función. Que el vestuario histórico del San Martín, que valía una fortuna, con trajes de clásicos de grandes vestuaristas, se arruinó porque estaba en un depósito tan mal cuidado que se le cayó el techo encima. Tampoco se ha hablado de esto. Raro, ¿no?

Fuente: Página 12

Para qué sirve un teatro oficial

Por Diego Fischerman

Imagen: Andrés von Buch: Presidente de la Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana. Educado en las Universidades de Yale, Purdue y Harvard Business School. Administrador de propiedades agropecuarias. Integrante de varios directorios de compañías argentinas y filiales de multinacionales en la Argentina. Presidente del 37º Coloquio de IDEA. Ex Presidente de Arte BA.

En la Alemania del Tercer Reich, la Orquesta Filarmónica de Berlín, recientemente estatizada, tocaba en las fiestas de cumpleaños del Führer. No es un buen antecedente. Y es que por encima de la posible conveniencia económica de una determinada acción, hay consideraciones morales que, en gran medida, tienen que ver con cuestiones simbólicas. De la misma manera en que a nadie debería ocurrírsele (aunque desde ya podría suceder que así fuera) que el Cabildo o la Legislatura (un bello edificio, sin duda) pudieran ser alquilados para fiestas de casamiento, el Teatro San Martín es sostenido por el Estado para que cumpla un determinado objetivo. Es decir, si tal objetivo no estuviera, no tendría sentido que fuera financiado con el dinero de los contribuyentes. Y lo que ponen en escena hechos como el de la pasada fiestita de Von Buch (que significa “del libro”, por lo que bien podría haberse publicitado como una nueva “feria del libro”, con obvios fines culturales) es ni más ni menos que la falta de claridad y definición acerca de esos objetivos.

Como en aquellos viejos rituales en que se repiten gestos cuyo significado original fue olvidado hace tiempo, el San Martín o el Colón simplemente están. Hay que usarlos. Hay que hacerlos lo más eficientes posibles. Hay que tratar de que no hagan olas y de que no produzcan remezones políticas. Pero lo que ya nadie se pregunta es para qué tienen que servir. La pregunta, en todo caso, no es irrelevante. De su respuesta se desprende, por ejemplo, si se justifica su manutención y a qué costo. La idea de tener teatros y cuerpos artísticos oficiales –también ballets, clásicos o modernos, orquestas, populares o sinfónicas y coros– responde a una cierta concepción del Estado y de la cultura. La gigantesca inversión que demandan teatros como el San Martín y, mucho más, el Colón (sus costos aumentan exponencialmente al dedicarse de manera preeminente a un arte ya anacrónico como el de la ópera decimonónica) sólo se justifica si se cree que la cultura hace mejores a los pueblos y si hay un convencimiento acerca de que el Estado tiene una responsabilidad en la puesta a disposición de la población de esos bienes culturales. Desde ya, en ese contexto un Colón pensado sólo para los abonados –que es lo más fácil, obviamente– sería también altamente inmoral. Gastar 100 millones de dólares en la refacción y unos 100 millones de pesos anuales en su manutención para un teatro pensado para la única satisfacción de 10 mil personas no tendría sentido. Ese sentido sólo aparecería en el caso de que se creyera que la ópera es –o podría llegar a ser– importante para la población en su conjunto, o de que se recrearan los usos del teatro de manera que, además de favorecer el consumo de cultura, promoviera su creación.

Los teatros oficiales son, por definición, financiados por los Estados, en tanto cumplen funciones de política cultural que esos Estados consideran fundamentales. Su existencia, en todo caso, es incompatible con la idea de eficiencia mercantil. Para una orquesta estatal, o para un teatro que el gobierno mantiene con el fin de que muestre de la mejor manera posible las obras de Shakespeare o Wesker o Pinter o Kartun, la cuestión de la eficiencia es irrelevante. Están para otra cosa. Y esa otra cosa vale una equis cantidad de dinero. Si no se la quiere pagar, porque se considera que el gasto no vale la pena, lo que debe plantearse es otra cosa. Y, sí, en ese caso se deberá afrontar el costo político. Eso no significa que no pueda recurrirse a financiamientos externos. Pero éstos jamás deberán dañar el capital simbólico. En última instancia, estos teatros son sostenidos globalmente por los pobladores de la ciudad para que hagan arte, y si la búsqueda de aportes pecuniarios no alterara esa función, la ética no estaría comprometida. El San Martín podría vender una función a una Fundación, o incluso a una empresa y hasta, con cierto cuidado en las formas, podría ofrecer las instalaciones del foyer de la sala para un cóctel, antes o después de la función. Entre eso y el festejo de un cumpleaños, con cascadas artificiales de champagne incluidas y uno de sus cuerpos artísticos haciendo de bufones del rey, hay una distancia moral insalvable. Una distancia en la que puede leerse, además, la gran pregunta que hace tiempo ya nadie se hace: para qué sirve un teatro oficial.

“La cultura no se maneja como una empresa”

LUIS ALI, PRESIDENTE DE LA ASOCIACION ARGENTINA DE ACTORES

Por Emanuel Respighi
Imagen: Mauricio Macri (caricatura Shúfer)

El presidente de la Asociación Argentina de Actores (AAA), Luis Alí, señala que lo ocurrido “supera toda imaginación” sobre lo que el gobierno de Mauricio Macri es capaz de hacer en el área cultural. “El alquiler del San Martín para un evento privado, levantando funciones con una lógica comercial, es el último paso del Gobierno de la Ciudad respecto de su concepción de las actividades culturales. La política cultural estatal no se puede manejar como una empresa: debe pensarse en función de garantizar la pluralidad de voces e ideas, sumar lenguajes estéticos e incentivar la memoria, cuestiones que muchas veces el sector privado descuida”, subrayó el representante del gremio actoral. La AAA intentó ayer comunicarse con el ministro de Cultura porteño, pero en todas las ocasiones le contestaron que Lombardi “no estaba disponible”. “Creo que un hecho de estas características merece una explicación oficial urgente”, indicó.

Alí comenta que en una reunión con Lombardi realizada un mes y medio atrás, la asociación que preside le había “advertido sobre el rechazo absoluto al rumor que circulaba de que el San Martín se convirtiera en una especie de centro de convenciones”, y que en aquel momento el ministro “negó rotundamente tal posibilidad”. En tal sentido, y en medio de las negociaciones que la AAA tiene con el gobierno porteño para elaborar conjuntamente un acta–acuerdo para regularizar los contratos y los pagos a los profesionales del Complejo, Alí destaca que el alquiler “parece una burla” a los trabajadores y los habitantes de la ciudad. De todas maneras, aclara que no se trata de un hecho aislado: “Si se analiza que desde que Macri es jefe de Gobierno cerró el canal Ciudad Abierta, les quitó fondos a centros culturales, recortó el presupuesto del área cultural y redujo la actividad teatral del Complejo, resulta obvio que hay una intención de que incentivar y difundir cultura es tirar la plata, o que la cultura debe ser un negocio”, arriesga Alí. Desde la AAA, que aguardaba una explicación oficial para elaborar un comunicado, señalaron que si la situación del Complejo es muy asfixiante, lo que se debe procurar es incrementar el presupuesto. “Si se naturaliza el alquiler de una institución que cumple 50 años aportando un espacio único a la actividad teatral, no sólo la programación comenzará a diseñarse en función de caprichos de empresarios ricos, sino que muchos actores y directores dejarán de trabajar para el Complejo en función de esa imprevisibilidad.”

En relación con que el dinero ingresado por el alquiler haya ido a parar a la Fundación de Amigos del San Martín, el dirigente gremial puntualizó que si lo que se quiere es ayudar al teatro, lo que debería hacer la asociación es “luchar por mejorar el presupuesto que el gobierno destina al Complejo en particular, y a la cultura en general. Pero no creo que la solución económica provenga de la renta de las instalaciones de un teatro en el que trabajar es motivo de inmenso orgullo para actores de varias generaciones. El Estado no puede ni debe perder injerencia cultural porque un gobierno decide priorizar otras áreas”.

Fuente: Página 12